Ha pasado mucho desde que el viejo estadio de San Mamés disfrutase de su fútbol, carácter y conocimiento, pero su recuerdo está más vivo que nunca. Bolavip se desplazó hasta las instalaciones del Athletic Club de Bilbao para conocer en primera persona lo que significó el ciclo de Marcelo Bielsa en uno de los gigantes de LaLiga en el inicio de la década pasada.

El rosarino fichaba por los Leones en verano de 2011 para empezar una historia en Bilbao que podríamos resumir como un amor a primera vista. El hambre de un gigante como Athletic se compaginó a la perfección con el loco, de quien se siguen acordando en el País Vasco más de 10 años después de su aventura en el norte.

Fueron dos temporadas las que Bielsa estuvo a cargo de un equipo que llevó su sello para llegar a las finales de Copa del Rey y UEFA Europa League en mayo de 2012. El destino quiso que la corona no viajase a Bilbao con los Leones, pero la huella del argentino quedó impregnada en un equipo donde se le recuerda de la mejor manera.

“A lo loco se vive mejor”

“Marcelo Bielsa ha sido un entrenador que ha tenido una influencia extraordinaria en el Athletic y diría que también ha sido una influencia magnífica. En su primer año consiguió no solo éxitos deportivos como llegar a finales de Europa League o la Copa del Rey, sino que lo hizo con un estilo de juego que de alguna manera hizo que el club recuperara su total autoestima, nos cuenta un representante del equipo vasco.

Un impacto inmediato en la grada:“Caló de lleno en la afición, generando un gran ambiente que dio vida a cánticos como: ‘A lo loco a loco se vive mejor’. Es una persona que supo sacar el máximo rendimiento a los jugadores haciéndoles creer en sí mismos. Ese es el sello de Marcelo Bielsa, fruto de sus conocimientos futbolísticos”.

113 encuentros dirigió el argentino en dos temporadas donde el Athletic Club de Bilbao también se ganó un lugar en su corazón. Casi una década después de esos maravillosos 24 meses, la historia de amor entre Marcelo Bielsa y este histórico del fútbol de la península supone un recuerdo imborrable.