A los 29 años, Augusto Batalla está en ese período de edad justa para los arqueros. Ya no es el juvenil que a los 19 años debutó en la Primera de River sino que es un experimentado que después de remarla y de pasar por siete clubes a préstamo, encontró en el Rayo Vallecano a su nuevo dueño, el que decidió comprar su pase y firmarle un contrato hasta 2030.

No fue fácil su camino desde aquel arquero titular y capitán de las Selecciones Juveniles al que le tocó ser el sucesor de Marcelo Barovero. No fue una etapa como la había soñado y tuvo que pasar del Monumental a vestuarios sin tantos lujos y tribunas sin muchos hinchas. Pero en su segunda etapa en LaLiga, se transformó en dueño del arco de Rayo Vallecano y se ganó un nombre en el fútbol español.

“Se puede decir que encontré mi lugar en el mundo en Madrid, la verdad es que me siento muy bien. La gente me acogió desde el primer minuto, los chicos y el cuerpo técnico, también. Y Madrid es muy similar a Buenos Aires”, le cuenta a Bolavip en un largo mano a mano analizando este gran presente, pero sin poder olvidarse de su pasado: “También podría decir que mi lugar en el mundo lo podría haber sostenido y encontrado en San Lorenzo. Pero las cosas no se dieron para que me quede, el camino me fue llevando y ahora estoy muy cómodo y contento en Rayo Vallecano”.

-Rayo es un club muy particular, muy de barrio, donde se vive sin la locura que hay en Argentina. Por ejemplo, los días de partido llegás a la cancha caminando unas horas antes. Ni siquiera se concentra. ¿Extrañás eso?

-Al principio me costó mucho el hecho de no concentrar porque nosotros estamos súper acostumbrados en Argentina. De hecho, con Rubén Darío (Insúa) muchas veces nos concentrábamos dos días. Pero después se vive con muchísima naturalidad. Me gusta porque un día de partido que jugamos tarde puedo llevar a mis hijos al colegio y hasta ir a buscarlos. Eso me encanta porque le da naturalidad a un deporte que creo que en los últimos años ha perdido. Muchas veces se nos cree o se nos hace creer un montón de cosas, como si fuéramos estrellas de rock, y en lo personal, trato de vivirlo con mucha tranquilidad.

-También te resultaría raro salir del vestuario a la calle después de perder un partido y que te quieran saludar en lugar de putearte…

-Sí, que siempre estén de un ánimo similar más allá del resultado también te choca un poco porque en Argentina nosotros lo vivimos muy a flor de piel. Pero, bueno, esa parte es la que te da muchísima tranquilidad de vivir y jugar acá. En la época de River, yo era más chico y me cohibía muchísimo a la hora de la derrota o de que no me vaya bien. Por ahí estaba una semana sin salir de mi casa. Acá puedo ir al supermercado por más que se haya perdido.

-¿Sentís que estás en el mejor momento de tu carrera?

-Por madurez, por experiencia, sí. Obviamente han pasado los años y uno va jugando muchos más partidos. No tengo una cifra exacta, pero debo estar cerca de los 300 y no es nada fácil para un arquero con 29 años tener esta cantidad porque generalmente se debuta más tarde. A mí me tocó debutar muy joven. Puede ser que sea mi mejor momento, pero trato de no ponerme ninguna limitación porque creo que decir hoy estoy en mejor momento sería ponerme una limitación. Por ahí no, por ahí el año que viene será mi mejor momento. O por ahí no y cuando termine mi carrera diga “no, aquél sí fue mi mejor momento”.

El rendimiento que invita a ilusionarse con la Selección Argentina

-Y a consecuencia de este momento, ¿te ilusionás con tener una chance en la Selección? Hace poco Scaloni convocó a Cambeses que sólo tuvo unos pocos partidos buenos y lo citó.

-La ilusión siempre está porque representar a tu país es la gloria máxima. Y ni hablar que se acerca a un Mundial. Pero Facu también lo hizo muy bien en Racing, es un arquero joven que venía de procesos de selecciones. Las decisiones que tome el cuerpo técnico obviamente son las que creen correctas. En lo personal, lo único que hago es trabajar y tratar de hacer lo mejor para mi equipo. Si en algún momento llega, seré el hombre más feliz del mundo. Porque también creo que sería un gran ejemplo, como fue el caso del Dibu, de nunca rendirse: nos tocó salir a préstamo, nos costó mucho conseguir continuidad, llegar a tener un buen momento… Creo que sería un gran ejemplo porque yo he fracasado futbolísticamente en mi etapa en River, me tuve que ir a Chile, reconvertirme, después ir a San Lorenzo, trabajar muchísimo, venir para acá, demostrar que estaba capacitado. No fue nada fácil. Y, bueno, creo que una posible citación en la Selección sería la gloria máxima.

-Además para vos debe ser una cuenta pendiente teniendo en cuenta que atajaste en todas las selecciones juveniles.

-Cuando hablo de esto, siempre digo lo mismo: la mejor sensación que he sentido en mi vida es entrar al predio de la AFA. Lo que te moviliza, lo que te genera, es algo increíble. Es un lugar magnífico, con una energía espectacular. Y, obviamente, soñar con un llamado de la Selección Mayor y encima campeona del Mundo con la cantidad de jugadores, en este caso en mi puesto, arqueros, que lo están haciendo muy bien en Europa, que tienen una trayectoria espectacular… Sé que no es nada fácil, pero la ilusión la voy a tener hasta el último día que sea tangible.

-Más allá de la competencia con otros arqueros, estás en una edad ideal, atajando en una de las grandes ligas, teniendo buenos rendimientos. No sería una locura si te citan.

-Para mí va a ser una locura si pasa, ja. O sea, si a mí me dicen que algún día puedo compartir un vestuario con este plantel del campeón del Mundo no va a dejar de ser una locura. Y cuando esté ahí, voy a seguir pensando que es una locura.

Batalla, apretado por Vinicius Jr en la visita al Bernabéu de marzo pasado. (Foto: Getty)

Su etapa en River, la frustración y la necesidad de un nuevo camino

-Recién planteabas que sería como un premio a la lucha, a todo lo que te costó llegar a este momento, cuando al principio tal vez parecía un camino muy fácil que después se puso muy duro. Hasta dijiste sin vueltas que fracasaste en River…

-Sí, sí, yo no tengo tapujos en decirlo. Los clubes como River, como San Lorenzo, como Boca, necesitan rendimiento instantáneo, necesitan resultado y yo no se lo pude dar en su momento. Me tuve que reconstruir. Y con respecto al premio, que se entienda bien, lo digo desde el ámbito personal, de cómo lo tomaría yo. No de reclamarlo. En el fútbol no hay premio para nadie. El fútbol no es merecimiento, no es premio. Solamente lo digo a título personal por lo que sería, lo que significaría para mí.

-¿Por esto del rendimiento inmediato es que a los arqueros de las Inferiores de River les cuenta afirmarse en Primera?

-A veces debutar joven y hacerlo bien en un ámbito donde hay una presión máxima, no es nada fácil. Tal vez ahora sí, pero en mi época no se preparaba a los chicos mentalmente para administrar esa exigencia y esa presión. Por ahí muchas veces los que tienen mejor rendimiento son porque son jugadores más sueltos, que no piensan tanto. Yo soy un tipo que piensa muchísimo y eso me jugaba en contra. Por ahí, ésa puede ser una de las cosas que sea muy difícil de consolidar a esa edad y poder hacerse del arco.

-¿Te duele no haberte podido consolidar en River cuando Gallardo te confió el arco después de la salida de Barovero?

-No tengo ningún resentimiento o dolor conmigo mismo de decir que me tuve que ir a otro lado y recorrer muchos caminos difíciles. Lo hice con mucho orgullo.

Augusto junto a Barovero, su amigo y, además, a quien considera su ídolo. (Foto: La Página Millonaria)

-Hace poco contaste que fue muy duro para vos personalmente cuando estabas atajando en la Primera de River.

-Sí, en River la pasé mal psicológicamente, en lo personal, porque sufría mucho, al pensar tanto me cuestionaba muchísimo. Me dolía el hecho de que era mi sueño. O sea, era un chico que había salido de las Inferiores, hincha de River… Pensá que cuando yo me fui a probar no tenía ni seis años, había pasado toda una vida ahí. Entonces me dolía el hecho de decir “me quedé para cumplir este sueño y no lo puedo cumplir”. Eso me mataba y no tenía las herramientas emocionales y psicológicas para poder afrontarlo. Era solo castigarme. Con el tiempo he aprendido mucho de todo esto que digo, las herramientas emocionales, mentales, para poder estar más tranquilo y darme cuenta que solamente es un deporte, que es un juego. Lo que pasa es que cuando estás ahí te hacen sentir que es la vida o la muerte. Te hacen sentir eso constantemente porque es lo que se exige. Hoy River está pasando un momento muy delicado con algunas derrotas y parece que el mundo se va a caer. Eso era lo que yo sentía a los 19 años.

-Encima te tocó ser el sucesor de Barovero, con todo lo que eso significaba.

-Marce era la gloria máxima. Es mi amigo, me ayudó muchísimo. De hecho, hace poco estuvimos compartiendo un asado acá en casa. Marce era de los arqueros más importante de la historia en un River que venía ganar Sudamericana, Libertadores… Justo hubo un recambio de muchos jugadores que se fueron, jugadores que vinieron, jugadores que debutábamos. Así y todo logramos ganar una Copa Argentina, que en su momento, claro… En su momento, al haber ganado tantos títulos internacionales no se le daba tanta importancia. Pero hoy decís, “bueno, no es tan fácil campeonar”. A mí lo que me dolió mucho fue que ese torneo nos costó mucho el primer semestre y el segundo semestre, cuando arrancamos, creo que el equipo había arrancado muy bien y yo me equivoco en cancha de San Lorenzo, que lo teníamos a Boca ahí, a nada. Fue un día que también, no sé si se lesionó Alario y terminamos jugandocomo emparchados, yo me equivoco y se nos escapa de campeonato… Ese día sí que me golpeó mucho.

“No es fácil salir campeón, no se gana todos los años”

-¿Por eso en ese momento la Copa Argentina parecía como que había que ganarla sí o sí?

-Sí, había que ganarla sí o sí. Lo entiendo, en River hay que ganar todos los años, pero, bueno, no todos los años se gana. No es fácil salir campeón. Ni hablar de títulos internacionales. Para mí, lo que hicieron en la camada anterior a la que yo estuve fue una locura: Sudamericana, al otro año, Libertadores…

-Encima en esta Copa Argentina que le ganaron a Central, vos no la pasaste bien en la final.

-A mí me fue mal, me salvó el equipo. Fue una locura ese partido, pero el equipo me salvó. Me salió una al final que se le había pedido a mi abuela que siempre está arriba ayudándome. Esa salió, salimos campeones y fue una liberación. Por lo menos algo se dio. Si bien a mí me había ido mal, se había campeonado. Y con el correr de los años nos damos cuenta que no es nada fácil ser campeón, el fútbol de hoy está muy competitivo, cualquier equipo que puede ganar.

El River de 2016: Nacho Fernández, Mina, Maidana, Alario, Batalla (arriba), Ponzio, D’Alessandro, Olivera, Pity Martínez, Moreira y Driussi (abajo). (Foto: La Página Millonaria)

-Después de eso te vas de River y empieza un camino largo, con muchos cambios de clubes.

-Sí, me voy a Atlético Tucumán, creo que hago un semestre positivo, nos metemos en octavos de Libertadores, el equipo competía muy bien, me sentía muy cómodo, pero se había recuperado el Laucha Luchetti e iba a volver a atajar. Tuve que buscar otro camino y me vine a Europa para hacer el pasaporte comunitario. Tenía dos o tres clubes de acá donde me podía venir a competir el puesto y todo. No se me dio, no me salió el pasaporte y el último día mercado firmé en Tigre. Un Tigre que estaba muy complicado con el promedio, pero creo que lo hicimos dentro de todo bien, con el Lobo Ledesma se jugaba muy bien. Después vino Mariano Echeverría, me expulsan en un partido y creo que esa expulsión fue como mi final. Mi cabeza ya no podía más, tenía 21 años y estaba muy agotado mentalmente. Me fui de vacaciones a la montaña y le dije a mi representante que me buscara club. Sabía que no iba a tener muchas propuestas, siempre fui realista con mis momentos.

-Y te fuiste a Chile…

-Necesitaba cambiar de aire y encontré a Unión La Calera, un club que estaba surgiendo, un club medialmente nuevo. Nos fue bien, jugamos Copa Sudamericana y la verdad que tuve un buen año. Ahí conocí a mi psicólogo, conocí a mi segundo profe y empecé a entrenar mucho, a trabajar mi cabeza. Después de ese año me voy a O’Higgins, que también tuvimos otro buen año. Y a la mitad del año me surge la posibilidad de volver al fútbol argentino, a San Lorenzo. Fue una decisión difícil de tomar porque tenía una lupa muy grande sobre mi nombre y tenía que hacerme mi lugar con Seba Torrico, que no era nada fácil porque él era una eminencia. Tuve que luchar el puesto hasta que Rubén Darío (Insúa) me dio la posibilidad de jugar y gracias a Dios pude devolverle la confianza con rendimiento.

San Lorenzo y el lugar ideal que no pudo ser

-¿Y ahí te liberaste un poco de la presión que te generabas vos mismo? Porque fue una buena etapa.

-Las primeras 10, 15 fechas estaba muy observado. Yo sabía que el primer centro que salía mal ya era la debacle total. “Volvió a Batalla, es un desastre”, ¿viste? Lo típico del periodismo del fútbol argentino, la gente… Y, bueno, las primeras 10 fechas fueron de tomar confianza, consolidarme, demostrar que era otro tipo de arquero, que estaba más formado. Hubo personas que me ayudaron mucho: Juan Carlos Docabo, el entrenador de arqueros de San Lorenzo, Gastón Rojas, el preparador físico, y Rubén Darío, que me dio la posibilidad de jugar, que me confió en mí. El equipo estaba en zona de descenso, lo sacamos, lo llevamos a Sudamericana, después competimos en la Sudamericana y lo llevamos a Libertadores. La verdad que fue espectacular. Como te dije antes, si esa sensación de entrar al predio de la AFA es la más linda, entrar a la cancha de San Lorenzo con mi hijo en brazos, siendo capitán, con la gente es un momento inolvidable.

En San Lorenzo se había transformado en líder y capitán del equipo de Rubén Insúa. (Foto: Getty)

-¿Te hubiera gustado seguir?

-Sí, me hubiera encantado. El club tuvo dos posibilidades para comprarme, dos opciones de compra muy bajas. No lo hicieron, no sé si no tenían recursos o lo utilizaron para otra cosa. No se dio. Yo tenía todo ahí. Estaba muy feliz en San Lorenzo, viviendo en mi casa, cerca de mi familia, cerca de la familia de mi mujer, con mis hijos recién nacidos…

-¿Cómo fue ese momento? Porque hubo muchas versiones.

-Había elecciones y supuestamente los cuatro candidatos querían que yo siga. Ganó la elección la dirigencia actual y no me llamaron hasta el 28 de diciembre. A mí me sale lo de Granada de la mano de Mateo Tognozzi, un manager de la puta madre acá en Europa que estaba en Granada. Me dice “vení a darnos una mano” y agarré Granada por seis meses. Terminamos descendiendo, pero yo tuve un semestre positivo y bueno. Después el Rayo me trajo a préstamo, sin opción también. O sea, era ver cómo salía y el club después quiso que me quede, se puso de acuerdo con River y me dio un contrato de larga duración. Conmigo, el Rayo se ha aportado de maravilla.

-¿Y San Lorenzo no hizo ningún intento para que vuelvas?

-Yo siempre voy a decir la verdad y tengo los mensajes acá (señala la pantalla de su teléfono). Yo no miento nunca. Yo salgo en Radio La Red un día a las 6 de la tarde contando que ya había firmado el contrato con el Rayo Vallecano, yo seguía esperando, pero en un momento me pusieron un ultimátum: “O venís o no venís”. Yo había hablado con Moretti 10 días antes y le decía “mandame el contrato, mandame el contrato, mandame el contrato”. Una hora después de esa entrevista con Marcelo Palacios, a las 7 de la tarde, me manda el contrato y le digo “mirá, yo ya di mi palabra, no puedo decirle esta gente que ya me sacó el pasaje que no voy”. No, no es así. Yo no me manejo así en la vida. En el mercado anterior también estuve esperando hasta el último día. Yo estaba de vacaciones en Costa Esmeralda y no me llamaba nadie. El 26 de diciembre me llamó Mateo Tognozzi y jugué el 2 de enero. O sea, hasta ese momento no me la llamaba nadie y antes de las elecciones me querían todos, me decían que quería venir a mi casa a tomar un café. Yo nunca acepté por respeto a la dirigencia que estaba, a todos les dije que gane quien gane, al otro día de las elecciones lo recibía en mi casa. No vino nadie, no me llamó nadie y después tuve que decidir sobre mi futuro.

Lamine Yamal, otro de los rivales de peso que tiene enfrente domingo tras domingo en España. (Foto: Getty).

-¿Te sorprende la situación actual de San Lorenzo?

-No.

-¿Te tocó vivir situaciones como las que están pasando ahora?

-No tan extremas, pero no me sorprende que hoy esté el club viviendo esto con las personas que están al frente. No me sorprende.

-¿Y te duele aunque ya no seas jugador de San Lorenzo?

-Duele. Hablo con gente de San Lorenzo, cuerpo médico, gente del staff, compañeros… Yo tengo grupos que hablamos literalmente todos los días, no es que hablamos una vez cada tanto. Todos los días. A mí me parte el alma ver al club así. Ahora con un pedido de quiebra, que si no ponen la plata, que van a apelar, que… Me parte el alma. Me parte el alma ver compañeros, amigos míos que… que cuesta mucho todo cuando de arriba está todo muy mal. Cuesta mucho todo el día a día. Nosotros, gracias a Dios, en ese año Rubén blindó el vestuario. Lantarón fue una persona que se ha portado muy bien.  Lammens apareció cuando tenía que aparecer. Nosotros ese año lo pudimos encaminar, pero es un club que te requiere estar.  Estar, luchar, pelear, estar… Ojalá que levanten. Ortigoza fue una persona que a mí me ayudó muchísimo. Cuando llegué me dijo “vení, sentate acá, mirá esto, mirá lo otro”, me ayudó muchísimo. A mí me duele en el alma la situación que está viviendo el club.

-¿Y ves una solución? A la distancia parece un panorama muy complicado.

-Eso no lo sé. También me pasa que al estar afuera lo único que puedo decir es que no me sorprende. Ahora, si hay una luz al final del túnel, creo que eso lo saben más que nada los que están adentro. Hay que tener cuidado cuando uno está fuera y hablar con tanta soltura de algunos temas. Deseo con toda mi alma que mejore por la gente de San Lorenzo, por mis amigos, por la gente del club que son una laburantes de puta madre. Yo pasaba todos los días con la gente electricidad, con Willy, con el Hormiga… A mí no me van a contar nada. Yo lo vivía.

-¿Te pasó, por ejemplo, tener que poner plata para algo que se necesitaba en el club?

-Me pasaron mil cosas, pero no voy a… Yo siempre digo que las obras benéficas por fuera de la cámara.

Su día a día en el Rayo Vallecano

-¿Cómo es el contraste entre la tranquilidad que ofrece Rayo Vallecano y el fútbol español en general y estar una noche en el arco del Bernabéu atajando frente a figuras como Mbappé y Vinicius?

-Yo lo vivo con muchísima naturalidad.  Sí lo valoro cuando freno un poco la pelota o cuando charlo con alguien de poder estar jugando a este nivel. Lo valoro muchísimo porque a mí me ha costado mucho trabajo, muchos años. Ahora estoy en una etapa donde mi desafío es sostenerlo en el tiempo, que creo que es una de las partes más difíciles: sostenerme a este nivel, jugando en estos campos, contra esta talla de jugadores en el transcurso de los años.

-¿Pero no te genera algo diferente ir a jugar contra Real Madrid?

-Bueno, a ver, obviamente que jugar en ciertos campos te despierta eso que amamos de los jugadores de fútbol, es esa adrenalina, esas cosas en la panza, esas ganas de que empiece el partido ya. Pero también siento eso con otros equipos y en otras canchas. Sinceramente, me da igual quién esté enfrente.

-Desde Inferiores en River y en la Selecciones Juveniles te tocó ser capitán. Acá todavía no, pero se te ve como un líder del equipo. ¿Es algo que te sale naturalmente?

-Cada uno tiene su personalidad y debe saber el rol que ocupa. Acá, si bien me siento una parte importante del equipo, hay capitanes que lo están haciendo hace muchos años y muy bien. Disfruto de ser uno más del grupo y poder colaborar desde donde me toque.

-Pero en la cancha sí asumís un papel más de liderazgo.

-Bueno, desde la parte futbolística me parece que sí, digo, en la cancha… Me siento una parte importante del equipo y me dan muchas responsabilidades, que tome decisiones. Si jugamos corto, si repetimos el pase, si jugamos más en largo. Yo lo siento así, bastante dueño de la parte inicial del juego del equipo.

El club de Madrid compró su pase y todavía tiene cinco temporadas por delante. (Foto: Prensa Rayo Vallecano)

-¿Tuviste que agregarle la parte de las mañas a tu juego? En River era algo que no hacía falta…

-Depende mucho del equipo que vos tengas. En River lo que sucede es que cuanto más tiempo juegues, más posibilidades tenés de ganar. Porque sos, entre comillas, el mejor equipo. Pero también hay artilugios en esto y los he vivido en contra cuando estaba en River. En San Lorenzo, a veces me tocaba hacerlo porque el partido se nos complicaba. La temporada pasada nos tocó hacerlo en ciertos momentos donde estábamos complicados, con un hombre menos o lo que sea. Este año que el juego nuestro está teniendo muchísima más fluidez, no lo hemos hecho. A veces se pone mucho el foco en esto, pero siempre digo que esto es fútbol, todo lo que está dentro de la ley, vale.

Ping pong con Augusto Batalla

-¿Un amigo del fútbol?

-Zacarías Morán Correa.

-¿Un ídolo?

-Marcelo Barovero.

-¿El mejor arquero en la actualidad?

-El Dibu.

-¿Y el mejor arquero de la historia?

-Yo no lo vi, pero por lo poco que vi en video, Amadeo Carrizo.

-¿El rival más difícil que tuviste?

-Julián Alvarez.

-¿Tu mejor atajada?

-Una que me gusta mucho es una contra el Villarreal, a Ayoze. Es a contrapierna. Él define muy bien, pero puedo puedo estirarme y sacarla.

-¿El mejor consejo que te dieron?

-Fue muy duro, pero alguien que en su momento me dijo que era un desastre y que tenía que dedicarme a atajar. Y a partir de ese momento me di cuenta que era lo que tenía que hacer.

-¿Patear un penal alguna vez?

-Sí, lo he pateado Copa Argentina con San Lorenzo y en Copa Chile también, con O’Higgins. Me gusta.

-¿Qué se siente?

-Bien, me gusta. Es lindo hacer un gol.

Siempre fue una fija en las Selecciones Juveniles. Acá, junto a jugadores como Pavón y Mammana. (Foto: Prensa AFA)

-¿Un sueño por cumplir?

-La Selección Argentina.

-¿Y un club donde te gustaría atajar?

-Me gustaría dar un paso más en mi carrera. No sé dónde, pero me gustaría dar un paso más en mi carrera.

Trayectoria y títulos

  • 2014/2017: River
  • 2018: Atlético Tucumán
  • 2018: Tigre
  • 2019: Unión La Calera (Chile)
  • 2020/2021: O’Higgins (Chile)
  • 2021/2023: San Lorenzo
  • 2024: Granada (España)
  • 2024/2025: Rayo Vallecano (España)

Con River fue campeón de la Copa Sudamericana 2014, Recopa 2015, Copa Libertadores 2015, Suruga Bank 2015, Recopa 2016, Copa Argentina 2016 y 2017.

También fue campeón con la Selección Argentina Sub 17 del Sudamericano 2013 y con la Sub 20, del Sudamericano 2015.

El festejo junto a la Copa Argentina tras ganarle la final de 2016 a Rosario Central (Foto: Instagram @abatallaok)