“En cualquier lugar me presentan como el árbitro que abrió y cerró un Mundial y que expulsó a Zidane. Por qué ésa es la carta de presentación, ¿habrá sido la decisión más importante de mi vida? No, pero sí la decisión más mediática de mi vida”. Horacio Elizondo no reniega de su historia, pero deja en claro que ya está. Pasaron casi dos décadas desde aquel 2006. “Para mucha gente no pasó, para mí sí ya pasó, es historia”.

Desde hace cinco meses que Elizondo se mudó a México. Ocupa el cargo de Director del equipo técnico de árbitros en la Federación, tal como en su momento lo hizo en Costa Rica y Paraguay, también trabajó en Bolivia y, si, en Argentina, durante dos años, del 2016 al 2018. Y antes, del 2008 al 2010. Ahora, prepara a las futuras generaciones de jueces mexicanos con una mirada bastante personal y particular de cómo ejercer su trabajo. Y hasta con una mirada curiosa e innovadora sobre el VAR y sus derivados.

“Repasar la anécdota ya está. Para el repaso ya proscribió. Ya hablé mucho sobre esa anécdota. Hay muchos videos, hay muchos reportajes.  Si quieren saber qué pasó, vayan a las redes sociales y busquen ahí, o en Google o donde sea, y busquen ahí. Ya no explico más nada”. Lo dice entre risas. Porque, además, dice que ya no le queda detalle por agregarle. Y, curiosamente, elige una situación mucho más local como la más compleja que vivió en sus años de arbitraje vernáculo.

“Hay varias, hay una que recuerdo como al día de hoy, es un Vélez – Deportivo Español en la época de Bianchi como director técnico del Vélez multicampeón. Y yo jugué allí un partido, eché a Chilavert, creo que iban 30-35 minutos del primer tiempo, por una doble amonestación. Y expulsé a Compagnucci también, me parece. Hay todo un incidente con Chilavert saliendo de la cancha, etcétera, etcétera. Español iba ganando 3-0 y después se puso 3-2, Vélez abajo, y sobre el tiempo adicional, posible penal para Vélez, que para mí en ese momento no fue. Resulta que el partido había terminado a las 11 de la noche. Yo salí del estadio tipo 3 de la mañana. Estaban todos muy enojados conmigo. Y recuerdo una situación, yo había dejado el auto dentro del estacionamiento privado de Vélez, la Policía me dijo: ‘dejame la llave que se lo vamos a sacar porque ustedes en este auto no van a poder salir de acá’. Así que llevaron el auto a la Comisaría, en el estacionamiento todos esperaban mi salida para lincharme más o menos. Te lo gráfico así, brutal y rápidamente. Cuando logran más o menos sacar a la gente, me acuerdo que Gámez bajó, era el presidente de Vélez, que me daba todo su apoyo, toda la camisa ensangrentada. Le digo ‘¿qué le pasó, Raúl?’. Dice ‘no, no, está todo tan convulsionado, me peleé con mi propia gente para pararlos, estaban todos enloquecidos’. Me acuerdo que salí a esa hora en un auto particular de la Policía, no ploteado. Cuando estaba poniendo el bolso en el baúl había un papá con un nene. El nene no tendría más de cinco años. Y me miró, cuando yo ponía el bolso, nos clavamos la mirada con ese nene y me mira y me dice ‘mi papá dice que sos un hijo de puta’“.

Hace una pausa en el relato y sigue.

“Un poco por mi desarrollo evolutivo, psicológico, toda la parafernalia emocional que tenía en ese momento, lo que implica para mí un niño que es algo muy sagrado, muy importante, por mi docencia, mi rol de docente y todo eso, que salga de la boca de una criatura libre, espontánea, cristalina, pura esa edad, los cinco años, indudablemente no estás tan atravesado por el mundo de los adultos… Esa imagen la tengo, me mató, fue como si me hubiesen pegado una puñalada en el corazón. Así que esa es uno de los recuerdos de hoy  emocionalmente todavía siguen vivos en mí. Me hubiese encantado, ahora debe tener 35, 40 años ese chico, tomar un café con él y conversar. Qué pasó desde aquel momento hasta hoy”.

La mente de un árbitro

El exárbitro internacional trabaja en la formación de los nuevos jueces. Lo técnico, táctico, estratégico, físico y una buena parte del desarrollo se enfoca en lo mental y cognitivo. “Lo cognitivo te los separaría en dos, uno tiene que ver más con el mundo de los sentimientos, las emociones, las experiencias de vida que tiene cada uno”, explica. Para Elizondo, todo eso tiene un peso importantísimo en esa preparación para salir a la cancha.

Elizondo en una capacitación para medios en México. Foto FMF.

“Los árbitros se entrenan para tomar decisiones. Y se entrenan para tomar decisiones en escenarios adversos y bajo mucha presión. Adversos porque indudablemente no tienen hinchada, no tienen a nadie que los esté apoyando. Y bajo mucha presión porque hay muchas miradas sobre el árbitro. Dentro de este escenario, sabiendo dónde va a tomar decisiones y cómo las va a tomar, es un poco donde encaramos y visualizamos la manera de entrenarlos”.

-¿Se dan cuenta cuando un árbitro está preparado para tomar decisiones en esos contextos adversos y que además no le afecte después?
-Sí, que no se sienta afectado te lo voy dejar para después, es todo un trabajo en esa línea. Yo pienso que el árbitro tiene una estructura psicológica sadomasoquista, si no no podrías ser el árbitro del fútbol. Literalmente entrar a un campo de juego, es saber que todo el mundo te va a menospreciar, te va a insultar aún sin haber tomado una decisión, sino ya solamente por la investidura que tenés, hay una cuestión sadomasoquista. Es decir, te gusta ese escenario, sentís placer en ese tipo de escenarios a la hora de tomar decisiones. A eso combinalo con el sentirse a gusto también ejerciendo bajo mucha presión. Y no  tanto de afuera, la presión es propia. Hay todo un mundo emocional que se mueve internamente a partir de una cantidad de estímulos que provienen del afuera. Ese cóctel, esa ensalada, hay que aprender a manejarla. Justamente desde edad temprana, cuando los chicos y las chicas deciden ser árbitros yo creo que lo primero que les llama la atención es su estructura psicológica. Cómo tomar decisiones, desde dónde tomar decisiones y cómo sentirse a partir de esa toma de decisiones.

-¿Y cómo se trabaja?
-Cómo sale el árbitro, el antes, el durante y el después, ahora ya me refiero a árbitros de élite o de Primera que indudablemente tienen una caja de resonancia muy grande después de un partido, y cómo aprender eso, porque también es todo un aprendizaje llevar toda esa cuestión hacia adelante y de manera positiva y no negativa y no que te haga mella y que indudablemente te traume. Otra tarea complicada es el entorno de uno, la familia, los amigos, que te conocen desde otro lugar y empiezan a recibir información o a leer noticias o que un fulano dijo tal cosa. Y ellos, como no son árbitros, probablemente no entienden muy bien y hay todo un recorrido juntos de cómo transitar ese camino.

Elizondo y la histórica roja a Zidane en Alemania 2006 (Getty)

-Hay mucho trabajo interno también…
-Es todo un aprendizaje. Te vas a encontrar con ese escenario. Y cuando te encuentres con ese escenario, vamos a ver qué es lo que terminás haciendo. Empezás a transitar un mundo emocional convulsionado, eso te lleva a decir ‘Pucha, tengo que empezar a trabajar conmigo mismo. No me queda otra’. Me tengo que enfrentar al espejo y tratar de conocerme. Cuando vos reconocés lo bueno y lo malo que tenés y empezás a trabajar sobre eso, es una tarea importantísima. Pararse adelante de un espejo y decirse a uno mismo cuán mentiroso podés, cuán violento, cuán hipócrita, cuán amoroso. Tengo cuestiones por resolver, tengo cuestiones por aprender. A la hora de tomar decisiones siempre te vas a parar sobre tu base, tu cimiento, tus valores y tus principios. Y a eso le sumás todos los conocimientos que vamos incorporando en la vida, experiencia de vida, además de los conocimientos específicos ya en arbitraje y el training que vas a hacer vos con tu lucidez mental, la capacidad de atención y concentración, cómo la vas a desarrollar. A la vez hay otro pilar que para mí es el más importante que es el control y el equilibrio de las emociones. Si yo no logro controlar y equilibrar mis emociones, mi capacidad de atención y concentración baja, con los conocimientos no voy a poder hacer mucho. Entonces si empezás a visualizar y a entrenar para tomar decisiones, tu vida en el arbitraje da un vuelco muy grande. Yo creo que si intentamos evolucionar en ese sentido, me quedo tranquilo porque en el arbitraje vas a lograr muchas cosas ahora. Si me enfoco netamente en el arbitraje y no en el resto, voy a tener una limitante.

-¿Cómo manejabas el después? ¿Dejabas el partido fuera de tu casa?
-Al principio no, claro que no. Es decir, estaba pero no estaba. Me hablaban, escuchaba pero no oía. Me ponía a jugar con mis hijos y mi cabeza estaba en otro lado. Entonces, a partir de ahí empezás a desarrollar herramientas, a ponerte a trabajar. Llegó un momento, esto es una cuestión personal, lo hablé con mi señora y le dije, la verdad es que cuando llego a casa me cuesta mucho conectarme con ustedes. ¿Por qué? Porque traigo 50.000 personas en la espalda, lo que dijo cada uno de los protagonistas, sentirme conforme con el penal que cobré o dejé de cobrar, si verdaderamente estoy satisfecho conmigo. La cabeza sigue dando vueltas y tenés que hacer un cierre. ¿Cómo se hace un cierre? Todo un aprendizaje. Entonces, cuando llegaba a casa, mi señora se hacía cargo de los chicos y yo hacía todo un trabajo, siempre me acostaba en un sillón de living y ahí empezaba a cerrar el partido. Trabajando con una respiración ventral. Y en una hora, una hora y media conseguía cerrar ese partido y volver a lo importante que era conectarme con mi  familia. Todo este desarrollo es muy interesante porque lo vas aprendiendo en el camino. 

-Por lo que decís, uno puede elegir ser árbitro, pero también el arbitraje lo elige a uno por ciertas cuestiones muy personales. 
-Sí, por supuesto. Tendríamos que buscar alguna semejanza con otra actividad con una estructura psicológica media parecida. Yo creo que es como un gladiador. Es como tirarte al Coliseo Romano y sabés que tenés todas las de perder. Es una espada de madera contra 20 leones, 30 carruajes, es decir, no vas a salir con vida de ahí. Y un poco es esa estructura, quizás un gladiador estaba obligado porque en definitiva terminaba siendo un esclavo usando para el espectáculo. Acá, a diferencia del gladiador, el árbitro elige meterse en ese espectáculo. 

Su paso por Paraguay. Foto APF.

-Te tiene que gustar estar en esa situación.
-Exacto, es difícil que una persona sienta placer. “Mirá, te vas a meter en una cancha y te van a putear todos antes de que empiece el partido, después que empiece el partido y durante toda la semana”. La gente diría “no, yo buscaría otra calidad de vida, me gustaría estar más disfrutando de otras cosas”. En definitiva hay una estructura psicológica y una estructura formativa, una cuestión de experiencia de vida que te tocó atravesar que te fueron llevando por este camino, enarbolado quizás y adornado por una cuestión meramente familiar, digo de la primera familia, mamá, papá, de una estructura social también, qué tipo de sociedad te tocó vivir cuando vos eras joven. Yo tengo todo un bagaje de experiencia en ese sentido. Yo soy formado de niño y joven casi por la dictadura. Recién a mis 20 años empecé a vivir la democracia. Así que me tocó transitar por eso. Pasamos por un montón de experiencias sociales y familiares que de alguna manera van armando tu estructura.

-Después del trabajo de desconexión, ¿lograbas dormir si habías cometido un error en el partido?
-Bueno, eso llevó su tiempo. soy una persona sumamente autoexigente. Quizás estaba todo el mundo diciéndome ‘che, qué bien que dirigiste’ y yo pensando ‘no, ese lateral lo cobré mal. Tendría que haber hecho este movimiento en la cancha’. Siempre buscando la perfección, buscando el partido perfecto. Me parece que un poco de eso se trata, la perfección no existe, pero sí es un ideal que está bueno ir en esa dirección siempre y cuando lo puedas tener controlado. La búsqueda excesiva de la perfección te puede hacer mucho daño. Y creo que esta autoexigencia la tuve también que ir trabajando y por momentos ponerla en un estado más de equilibrio y no extrapolarme. Fue también un aprendizaje a lo largo de mi vida y hoy cuando trabajo con los árbitros, me veo reflejado mucho de ellos, ‘yo era igual que éste, yo era igual que ésta, me pasaban estas cosas’. Les llevo una ventaja porque ya pasé por ahí, atravesé esa cuestión. Trato de suministrar herramientas y contarles un poco que también pasé por ahí, aunque creo que la receta es muy propia. Es de cada uno, porque todos somos personas muy diferentes. Pero quizás en esa receta algún ingrediente lo puedan tener en cuenta para empezar a escribir su propia receta. 

-¿Te das cuenta en cancha cuando cometiste un error?
-Sí, casi siempre. Inmediatamente. 

-¿Y cómo se sigue? 
-Vas aprendiendo cuestiones. Cuando vos mirás, cobrás algo y tomás una decisión, estás plenamente convencido. Ponele que sanciones un penal y los jugadores te lo discuten pero así y todo vos seguís convencido. Después que patean el penal vienen a tu memoria rápidamente la cara con la que te estaba mirando el asistente cuando cobraste el penal, los reclamos de algunos jugadores que vos ya empezás a conocer y sabes de dónde te hablan, quién te habla para sacar ventaja o quién te habla con la sinceridad de lo que él observó, el ruido del estadio, las hinchadas y ahí es cuando te aparece el signo de pregunta. Y decís, ‘Che ¿me habré equivocado?’. Rápidamente también tenés que aprender a evacuar ese posible error porque hay algo muy característico del ser humano que es la compensación. Cuando uno se siente en falta compensa. De alguna manera, por lo bueno y lo malo vas a tratar de compensar. Entonces ese posible error te lo tenés que sacar rápido de la cabeza porque vos tenés que seguir tomando decisiones. Si te dicen cuántas veces te querés equivocar, ninguna. Pero te dicen mirá que te vas a equivocar, entonces, una sola vez. Si yo compenso me estaría equivocando dos veces.

-¿Qué jugador del fútbol argentino ya sabías que cuando te decía le pifiaste sabías que tenía razón?
-No sé si hay un jugador en particular, pero sí hay una general de los jugadores, el que te dice ‘Horacio, mírame, mírame, te lo juro por mis hijos’ o ‘no fui o no lo toqué o no sé’. Hay formas que no solamente tienen que ver con el lenguaje verbal, sino también con el lenguaje no verbal, las miradas, las posturas, los jugadores te dicen muchas cosas. E individualmente uno también ante ese tipo de situaciones no debe llenarse escudos de defensa y decir, ‘no, esto es lo que vi, se acabó y vamos por acá’. A veces también tenés que compartir un poco esa frustración. Decir, ‘bueno, muchachos, esto es lo que yo vi. Esto no quiere decir que yo sea el dueño de la verdad. Es lo que vi’. Me equivoqué, les pediré disculpas, pero tenemos que seguir. Así que a poner la pelota en el punto penal y patearlo. No queda otra. 

El VAR y una vida más

-¿Acaso el VAR les dio una herramienta más para que no sean todas las de perder como el gladiador?
-Es como que tenés una vida más, el VAR te dio una vida más. No vas a morir al primer espadazo, la primera mordedura de león, sino que te van a hacer resucitar y te van a dar una posibilidad más. Pero justamente esa posibilidad tendría que ser como un salvavidas, como última instancia, usted se tiene que seguir preparando para tomar decisiones en el campo y lo mejor posible, y después si hay alguna que es difícil de ver porque en un campo de juego un árbitro está mirando con una sola cámara, de un mismo plano, no tiene repeticiones, tiene que tomar una decisión inmediatamente, es decir, que es casi un acto reflejo lo que hace el árbitro de una biblioteca de conocimiento que tiene en la cabeza y de imágenes que indudablemente compara y decide instantáneamente. Y a veces te da la posibilidad de poder apreciar algo que en tiempo y forma en el campo de juego no lo pudiste ver. En líneas generales hay que prepararse muy bien para tomar las decisiones en campo y aquellas que hayas visto muy mal o requiera de algún detalle que no se pueda ver en campo, sabés que tenés un salvavidas que es el VAR, que te va dar una posibilidad de poder ver y de repasar. A mí me gustaría un VAR más individual igualmente. Lo que hay hoy está muy bien, pero quizá con todo el desarrollo de la tecnología que hoy tenemos, el VAR termine en otra cuestión.

-¿A qué te referís con un VAR más individual?
-Actualmente el VAR está plenamente capacitado, está entrenado, pero es a partir de lo que vos viste en campo y lo que vos le transmitiste al VAR vía oral. Cobro penal porque vi una zancadilla del número 4 naranja al 20 blanco, ¿no? Entonces, el VAR recibe esa información de lo que vos sancionaste más lo que están mirando en la imagen. Y a partir de ahí, entrás en un terreno de subjetividades personales en busca de una objetividad, aunque parezca contradictorio, pero justamente pasa por ahí. Ahora, si yo pudiera correr en un campo de juego con la posibilidad de tener un celular con un tamaño importante enganchado a mi antebrazo y cuando haya una duda poder corroborarla y tener cámaras ahí. A mí en lo personal me resultaría mucho más fácil y práctico. 

-Que la decisión siga siendo únicamente del árbitro designado y no de todo el equipo VAR. 
-Exacto. Un poco pasa con esto que está probando la FIFA ahora, el famoso Challenge, el pedido que los técnicos pueden hacer ante la duda de una jugada. Le piden al cuarto árbitro que la revise, le dan una tarjeta de color, el cuarto la avisa al árbitro, que va a un monitor del costado del campo con un operador en campo que es el que le pasa la cámara y la velocidad que quiere y decide ahí en ese instante, no hay un VAR, el propio VAR sería el árbitro. Y después el cuarto tiene la responsabilidad de repasar, de chequear todos los goles. Tiene un monitor, chequea si hubo un fuera de juego, lo llama al árbitro, le dice ‘mira acá un posible fuera de juego, míralo’, etcétera, o una falta en la fase de ataque. Y por otro lado involucra a los protagonistas, que verdaderamente son los importantes, porque son quienes dudan de algunas decisiones arbitrales, los jugadores y el técnico. Meterlos también a ellos en el juego, me parece que esta cuestión de introducirlos y que ellos puedan evacuar sus dudas me parece muy interesante. Entonces, hoy tenemos un VAR como lo conocemos, como está configurado y un experimento que inicia la FIFA ya hace dos años atrás, que es esta especie de Challenge, con otro formato, otra funcionalidad. Yo creo que después de ya conocer al VAR y de tener una experiencia de cómo funcionó este Challenge, estamos a la puerta de sacar lo mejor de cada uno y quizá el VAR, como lo conocemos hoy, comienza el día de mañana a tener otra configuración. 

-Muchas veces la utilización del VAR deja la sensación de que es una forma de sacarse el problema de encima.
-Lo entiendo muy bien. Yo siempre busco, en la medida de lo posible, un arbitraje simple, práctico e inteligente. A veces el arbitraje cae en su propio error, que son sus propios tecnicismos. Y cuando entra en sus propios tecnicismos, deja fuera a un montón de gente. Jugadores, cuerpo técnico, periodistas, público, al mundo del fútbol es como que lo corre hacia un costado y entra en su propio tecnicismo, que comienza a intoxicarse. El juego va para un lado y la regla va para el otro, y me parece que el juego y las reglas tienen que ir para el mismo lugar. Yo tengo que conseguir tener un reglamento ágil, práctico, sencillo, para que entiendan todos desde el conocimiento y de la interpretación y que vos que estás mirando un partido entiendas qué es lo que sanciona el árbitro y por qué. Así de sencillo tiene que ser. Ahora, cuando entro a complejizar con esta exuberancia de tecnicismo es cuando el árbitro comienza a intoxicarse a sí mismo y empieza a quedar afuera de un contexto futbolero. Todos los componentes del fútbol, el espectador, el periodista, el cuerpo técnico, los jugadores, los dirigentes, los árbitros, quizá me estoy olvidando de muchas personas más, puedan contemplar un espectáculo mucho más sencillo, más fácil y no tan polémico, aunque el fútbol siempre va a tener polémica porque es un deporte en el que 2 más 2 no da 4 nunca. Y aparte que se gestionan emociones que son muy difíciles de pasar a un terreno objetivo. Pero quizá pueda ser mucho más fácil y no tan traumático. 

-Más allá de tu trabajo en México, ¿estás trabajando a nivel mundial con el arbitraje?
-No, no tuve la posibilidad. Los años también me fueron formando pero no, yo tampoco soy tan pretencioso. En los lugares donde me tocó estar, en Argentina, Paraguay, Costa Rica y México, traté de desplegar un poco esta visión, esta cultura, esta forma de ver el arbitraje. Con esa simpleza y esa sencillez. Esas son las únicas cartas que yo puedo jugar, las que puedo controlar. Después hay cosas que yo no puedo controlar, están muy por afuera mío. Agradecido siempre de tener estas posibilidades. A mí me apasiona la docencia y estar vinculado a grupos de trabajo y de entrenamiento. La verdad que me enriquece mucho porque sigo aprendiendo un montón. Así que con esto que tengo, estoy contento. 

-¿Te imaginás trabajando nuevamente en Argentina?
-Yo hace diez años que estoy girando por distintos lugares del mundo. Hay dos palabras que trato de no decir, jamás y siempre, son palabras muy totales, demasiado totales. No porque yo esté esperanzado, pero uno no sabe cómo van recorriendo las cosas en la vida, más allá de las decisiones que vos puedas tomar, cómo se va moviendo todo ese espacio que no está bajo tu control. Así que bueno, veremos.  

Elizondo cuando todavía trabajaba en AFA, con Chiqui Tapia. Foto AFA.

-¿Seguís el arbitraje argentino? ¿seguís en contacto con los árbitros de acá?
-Te diría que un gran porcentaje estoy metido en mi trabajo, son 365 días, no para nunca la pelota. Pero sí, miro fútbol argentino, tengo contacto con árbitros argentinos, paraguayos, ticos, gente que conozco en el mundo que me dice ‘che, mirá está jugada, que buena que está, mirá, qué pensás’, etcétera. Es muy de todos los que estamos en el mundo del fútbol. No estoy totalmente informado y con mucha profundidad, pero sí, claro que algo veo. 

-¿Y te gusta el arbitraje argentino cómo se está desarrollando? Hay muchísimas polémicas en relación al nuestro arbitraje.
-Eso tiene que ver con nuestra cultura, el argentino es polémico. En todas las esferas que te toque es muy polémico, culturalmente. Para lo bueno y para lo malo, Argentina te enseña a gestionar en el caos. Entonces, la gestión y la administración del caos, cuando vas a países que están un poquito más ordenados te facilita mucho las cosas. El argentino también está acostumbrado a arreglarse con muy poco y tener ese espíritu competitivo. Por eso es muy significativo que la Selección Argentina salga campeón del mundo. Argentina tiene un ser bastante individualista, entonces cuando logramos algo en equipo, nos sentimos muy orgullosos de decir cómo trabajaron esto. Todos nos creemos que somos los mejores en todo o los peores en todo. Entonces estos logros son muy significativos y muy dignos de ver cómo fue todo ese proceso, cómo se trabajó. También en Argentina y yendo al fútbol, pero también en términos generales, hay una insatisfacción muy grande siempre por todo. Nos conectamos mucho más con la parte vacía del vaso y no con la parte llena. 

-¿Qué final o qué partido te hubiese gustado dirigir que no te tocó?
-Tuve Mundial, Copas América, tuve tres finales de Copa Libertadores, fui el primer árbitro que dirigió Eliminatorias en Europa. A mí cuando me preguntan, me dicen ‘dónde usted se formó’, yo les digo, por supuesto que en Argentina. Y me dicen ‘¿y qué fue lo más complicado que le tocó dirigir?’. Argentina. El que dirige en Argentina dirige en cualquier lugar del mundo. Y esto te lo firmo y te lo certifico. No solamente es dirigir, es salir de tu casa, ir al trabajo y volver y hacer tus cosas cotidianas. Vos sabés, cuando salís a la calle, que vas a tener que resolver una cantidad importante de problemas que se te van a presentar. Entonces eso te daba un training, gestionar en el caos, cómo individualmente tengo que estar, qué cosas puedo hacer, qué cosas no puedo hacer. Es decir, la cantidad de toma de decisiones que tiene un argentino desde que sale de su casa hasta que vuelve, yo creo que son muchas e importantes. Entonces, si vos te formás con toda esa universidad, por llamarlo de alguna manera, ¿qué te podría sorprender en otro lugar del mundo? Habrá algún lugarcito que quizás sea más complicado, pero en términos de fútbol. Inclusive el factor sorpresa lo tenés muy entrenado en Argentina. Entonces, no hay  otra cuestión que más allá del arbitraje y del fútbol, sino es esta cuestión cultural general donde nosotros vivimos que pueda sorprenderte. 

-¿Fuiste feliz arbitrando en Argentina?
-Todo esto lo que te conté tiene que ver con mi desarrollo emocional, evolutivo, cognitivo, disfrutar de todo ese proceso. Todo esto que conté no es en señal de crítica, sino es en señal de todo lo que tuve que aprender en el camino. No fui feliz, fui y soy inmensamente feliz. Yo no maldigo de la Argentina. Es como una relación de padres con hijos. Los hijos cuando van creciendo de alguna manera por una cuestión natural y lógica cuando llegan a un punto en su vida comienzan a demandar a los padres algún faltante o algo que no les hizo bien. Uno lo hizo como hijo y como padre también lo tiene que aceptar. Son parte de cómo fuiste aprendiendo y fuiste mejorando.

-¿El Superclásico es el partido más complejo para dirigir? 
-No, es el más mediático. Indudablemente es el más mediático, el que va a tomar más repercusión de todo lo que hagas. Como clásico es difícil, por supuesto que tiene sus niveles de dificultad, no es para nada sencillo. Es un clásico que se juega un mes antes, dura 100 minutos y se sigue jugando toda la vida. Pero en el momento de dirigir, a mí me han tocado otros clásicos más complicados que ese. 

-¿Por ejemplo?
-Rosario-Central-Newell’s, Newell’s-Rosario Central. Lo voy a decir al derecho y al revés porque los rosarios se enojan. Es una ciudad dividida en dos colores, no hay otro, no hay un tercero en discordia, y juegan en el fútbol profesional pero con una bohemia de defender los colores y no sólo juegan un partido de fútbol sino esta cuestión de defender los colores. Que a veces no es tan buena, ha habido muchos muertos, y han pasado cosas muy trágicas, pero yo creo que ese clásico… Puf, es muy fuerte. Los clásicos que dividen ciudades son muy fuertes.

El mejor y las mujeres

-¿Tenés algún árbitro particular hoy por hoy que te guste?
-Uno siempre va buscar alguien más parecido a uno, pero yo tengo un árbitro de época. Más  allá de decir me gusta éste, me gusta el otro, personalmente ya lo saben, se los digo. Yo tengo un árbitro de época que es de Pierluigi Collina, un histórico. Lo miraba cuando era chico, y aprendí muchas cosas, como aprendí muchas cosas de Juan Carlos Loustau, de Juan Antonio Bava, de mucha gente que uno miraba y admiraba. Con Collina en algún momento fuimos medianamente contemporáneos porque yo entraba en el plano internacional pero él estaba saliendo. Habrá que ver Collina con qué monstruos tuvo que combatir, pero visto de afuera un árbitro simple, sencillo, predecible, que hacía fácil todo. El arte de hacer fácil todo es porque sabés mucho y que Doña Rosa cocinando en su casa pueda entender lo que sancionaba sin ser una experta en reglas de juego, un árbitro que manejó muy bien no solamente el contenido sino las formas, mostrarse tan distinto, calvo, con ojos grandes, salientes, también tenía  una forma muy llamativa, creo que también utilizó muy bien, y para eso hay que ser muy inteligente, el marketing, un árbitro de avanzada para su época. Yo creo que en él encuentro muchos puntos en común, del árbitraje que siempre perseguí y que sigo persiguiendo.

-¿Cómo ves el arbitraje femenino, en algún momento será algo natural que el fútbol masculino sea dirigido por mujeres?
-Yo creo que sí. Lo que pasa es que todavía el fútbol de por sí es bastante machista. Ha dejado de serlo bastante. La sociedad en general ya no es tan machista como cuando era chico, pero todavía nos faltan dar muchos pasos. Si a mí me preguntaran, capaz tenga que ver más con mi formación, con mi personalidad y sobre todo con mi estructura psicológica, pero yo creo que un grupo de hombres debe estar liderado por una mujer y un grupo de mujeres debe estar liderado por un hombre. Yo laboralmente me gusta, me siento más cómodo con la mujer, porque tiene un talento que yo no tengo que es su mirada, su sensibilidad, aunque uno pueda aflorar mucho su parte femenina hacia afuera,  nunca va a alcanzar. La mujer en términos generales es más ordenada, planifica mejor, tiene una sensibilidad distinta. Y tiene un poder de negociación distinto. El hombre con otro hombre, se dicen las cosas muchas veces y a veces sin llegar a una respuesta o una solución. La mujer te lo dijo una vez y la segunda vez se ejecutó. Y a mí me gusta más. Casi siempre mi grupo de trabajo estoy rodeado de  muchas mujeres porque funciono mejor. Con grupos de hombres claro que también funciono,  pero me siento mejor con un grupo de mujeres. Árbitras en el mundo hay muy buenas. Nosotros acá tenemos dos o tres árbitras muy buenas que dirigen fútbol masculino. Lo hacen muy bien, inclusive en términos de comunicación, cuando nosotros vamos a capacitar a los equipos, los jugadores y los cuerpos técnicos se quejan de los varones, no de las mujeres.