El 3 de noviembre de 2019, el tiempo se detuvo en Goodison Park. Corría el minuto 78 de un Everton frente a Tottenham cuando André Gomes avanzaba por la banda izquierda, hasta que un cruce de Heung-Min Son lo dejó tendido en el suelo. El silencio del estadio fue total. Su tobillo derecho, dislocado y fracturado tras el impacto, estremeció a todos. La imagen dio la vuelta al mundo.

La escena paralizó al fútbol, y esa secuencia marcó un antes y un después en la carrera de aquel portugués que alguna vez compartió equipo con Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. En un abrir y cerrar de ojos, mientras los rollos fotográficos captaban su rostro gritando de dolor, el nombre de André Gomes sentenciaba su destino: la promesa del fútbol europeo comenzaba a decir adiós de la forma menos pensada.

Con apenas 22 años, ya había sido campeón de Europa con Portugal en la Euro 2016 y venía de destacarse con el Valencia. Allí supo mostrar un nivel que lo hizo protagonizar la novela del mercado de pases. Barcelona decidió pagar 42 millones de euros para incorporarlo, ganándole la pulseada al Real Madrid, que lo veía como el sucesor natural de Luka Modric. Incluso la Juventus también se había sumado a la puja. Fue un triunfo estratégico para el equipo culé, ante la apuesta fuerte de brindarle a Messi un potencial heredero a ocupar el puesto de Andrés Iniesta.

André Gomes permaneció dos temporadas en Barcelona siendo pieza de recambio (Getty Images).

Pero su paso por el Barça jamás encontró estabilidad. Disputó 78 partidos en dos temporadas, formó parte del plantel campeón de cuatro títulos, pero nunca logró asentarse como titular. Y esa presión comenzó a pasarlo factura. En una entrevista con la revista Panenka, lo reconoció: “Me ha pasado en más de una ocasión eso de no querer salir de casa. Tener miedo de que la gente te mire. Quizá la palabra no sea la más correcta, pero se volvió un poco infierno”.

Buscar salir del infierno para terminar sumergido en sus profundidades

La necesidad de cambiar de aires se volvió urgente para André. Fue así que en 2018 partió rumbo a Everton para disputar la Premier League. La idea era clara: recuperar su versión que enamoró a todo Europa. Carlo Ancelotti lo esperaba como entrenador. Pero tan solo un año después, cuando comenzaba a renacer, ocurrió aquella fatídica lesión.

El momento exacto de la lesión de tobillo de André Gomes (Getty Images).

Cuando todo sucedió, no pude mirar mi pie. No quería tener esa imagen en mi mente. Supe de inmediato que algo andaba mal porque tenía dolor”, recordó. El diagnóstico fue brutal: fractura y dislocación de tobillo. “El doctor fue increíble, lo colocó dos veces, girándolo. Me salvó”, reveló con Daily Mail.

Su regreso a las canchas se dio en febrero de 2020, luego de tres meses y medio de recuperación. Apenas semanas después, el mundo entró en pausa por la pandemia de COVID-19. Paradoja en su máxima expresión: cuando estaba listo para volver, la pelota fue quien se vio obligada a darle la espalda. Desde entonces, nada volvió a ser igual.

De ser pretendido por todo Europa al deseo de mantenerse en la élite

Tras el levantamiento del confinamiento, André volvió a sentirse jugador de fútbol de forma definitiva. Pero el parón de casi un año lo llevó a nunca recuperar el protagonismo deseado. Pasó dos temporadas más en Everton, donde marcó un solo gol y dio cuatro asistencias. En 2022 se marchó cedido al Lille de Francia en busca de rodaje. Regresó a Inglaterra para la siguiente campaña, pero sólo disputó 14 partidos. Así, su contrato finalizó en junio y durante semanas estuvo sin club, hasta que el Lille volvió a abrirle las puertas, ahora como jugador libre.

Hoy, con 32 años, André Gomes intenta mantenerse vigente en la élite europea. Lejos quedó aquel mediocampista que con 18 debutó y brillaba en Benfica, para luego ser figura del Valencia. Lo mismo para aquel que disputó todos los partidos de la Euro 2016 con Portugal y participó también de la Copa Confederaciones 2017.

Desde que dejó Barcelona, su palmarés quedó en pausa y su imagen mediática pasó de las portadas de fichajes estrella a verse relacionada automáticamente por los informes médicos o su rostro cuando debió abandonar Goodison Park en camilla. Hoy, Gomes se reconstruye en silencio en Lille. Tal vez ya no con la idea de ser pretendido por los mejores clubes de Europa, sino con el hecho de disfrutar del fútbol sin sentir nuevamente aquella “vergüenza” que, indirectamente, lo llevó al principio del fin.