Fue gol, ganó Racing 1 a 0 ante Independiente en la doctrina de Juan Román Riquelme. Pero el VAR no vino para esto, fue una jugada, como dijo costas, de una uña. Hay que revisar esto y darle un margen de error de 10, 20 o 30 centímetros, que hablen los especialistas pero lo del clásico fue gol.

Hubo un solo equipo en la cancha: Racing. Puso lo mejor, buscó la victoria, creó las situaciones, hizo figura al arquero de Independiente, pero parece que les gusta pegarle a Gustavo Costas. Se le animan, como se le animaban a Micho en River y a Martínez en Boca.

En su primer traspié, a Costas lo señalan, dicen que es un desastre, que se tiene que ir. Pero mientras el equipo está en cuartos de final de la Copa Sudamericana y prendido en la Liga Profesional. Es verdad que no pasó de ronda en la Copa de la Liga y que en Copa Argentina lo eliminó Talleres de Remedios de Escalada, pero para mí tiene crédito.

Por el lado de Independiente, el límite entre un planteo inteligente y jugar como un equipo chico es la uña de Sosa. Si valía ese gol, hoy estarían matando a “Julio César” Vaccari, que se llevó un puntito de milagro.

Aprovecho para darle la bienvenida a Diego Milito al barro de la política futbolera argentina. No la tiene fácil, tiene que reemplazar, para mí, al mejor presidente de la historia de Racing.