La primera vez que habló con Marcelo Gallardo, el DT lo llamó en medio de un asado con amigos. Hablaron media hora y le dijo que se lo quería llevar a River, que lo había visto muy bien en Instituto. Eso sí: le pidió que no dijera nada por 20 días hasta que el club arreglara las cuestiones contractuales. Resistió los nervios y la ansiedad hasta que lo llamaron para que fuera a firmar. Así fue que en el 2014 le cambió la vida a Julio Chiarini.
“Me cambió la vida, he vivido cosas que de chiquito las soñaba, pero después que se hagan realidad es muy difícil y yo muchas cosas las pude lograr”, le dice a BOLAVIP desde Villa Nueva, la ciudad de Córdoba en la que se desempeña como Secretario de Deportes y Turismo. Dice que no juega al fútbol pero que lo mira, mucho. Y que después del 0-3 ante Atlético Mineiro le tiene fe a River para dar vuelta el resultado. A River y a Marcelo Gallardo, claro.
“Me sorprendió el otro día, no lo vi bien, yo esperaba otra cosa, con sinceridad. Tiene la capacidad y tiene los jugadores para revertirlo, son noches, son cosas que pasan en el fútbol. Le tocó a este River, le tocó a Marcelo en un partido complicado, con un rival que no te perdona. Si te pasa con otro rival por ahí terminás empatando, la sacas más barata. Estos rivales, los brasileros, no te perdonan. Pero bueno, así como le pasó a River allá, le puede pasar a los brasileros acá. Y más estando Marcelo”, dice en una catarata de emociones.
“Yo he estado en un partido que hemos perdido 1-0 con Cruzeiro de local y fuimos y le metimos 3 en Brasil, he sido parte de eso, cuando estábamos muertos nosotros. Después del partido estábamos muertos, pero en la semana nos levantamos y fuimos y les metimos 3 goles en Brasil, fue el mejor partido que le vi jugar a River”. Aquel partido fue el 27 de mayo de 2015, por los cuartos de final de la Libertadores 2015. Después de aquella hazaña, eliminaron a Guaraní y en la final vencieron a Tigres, para ser campeones.
–¿Cómo fue aquella vez?
-Fue un ratito la amargura, fue un ratito porque no sé, cambiamos el chip ahí nomás. El lunes fuimos a entrenar y empezamos como si no hubiese pasado nada, y fuimos a Brasil con una caradurez, como si hubiéramos ganado tres a cero en el Monumental. Salimos a jugar y lo revertimos, se cambió el chip muy rápido, no hubo tiempo de lamentos. Lo mismo que va a hacer River ahora, no tengo dudas. Yo creo que si River le hace un gol, no digo apenas empieza, si le hace un gol en el primer tiempo les tengo mucha fe que en el segundo tiempo lo puede llegar a equiparar. Pero tiene que hacer un gol en el primer tiempo, no apresurarse. Si River se va 1-0 ganando el primer tiempo, con la gente, con el entusiasmo y con los jugadores que tiene River, lo puede llegar a dar vuelta.
Al exarquero cordobés le sobra esperanza: “Hay que tener fe. Son desgracias que pasan, es fútbol, es lo lindo de todo esto. Pero ahora tiene la revancha, yo creo que Marcelo sabe cómo encararlo, ya le pasó un montón de veces y vamos a estar alentando para que le vaya bien”.
“Marcelo es eso que ves el otro día, vos ves, se le nota en la cara cuando está pasando algo mal. Entra el vestuario, entra en su oficina, se junta con sus ayudantes, y después sale de ahí y es otro tipo. No pasó nada acá, y no se da nunca por vencido, no agacha la cabeza“, explica.
-¿Cómo es ese momento de Gallardo en el vestuario después de un partido así?
-No lo vas a ver con cara de culo, no, no, no. Eso es lo que trasmite él en ese momento en la cancha, los que lo conocemos le leíamos lo que él pensaba, lo que él sentía, porque a los ganadores les duele perder así. Y después entra a su oficina, habla con sus colaboradores, cuando sale de ahí es otro tipo y “vamos al frente y tenemos una revancha”. Yo imagino que esta semana va a ser intensa, va a estar ahí en todos los detalles y que la va a pelear a muerte, la va a pelear a muerte. No, no lo vas a ver nunca muerto a él. Siempre va al frente, se levanta. Es un monstruo, la verdad. Para mí es un monstruo. Si el día de mañana me toca dirigir, muchas de las cosas que voy a transmitirle a los jugadores han salido de Marcelo.
-¿Te imaginás así?
-Sí, yo siempre digo que el jugador tiene que mirar al banco de suplentes y saber qué está pasando. Y si el técnico es tibio y va a agachar la cabeza, al jugador le pasa lo mismo. A mí me gusta saber qué está pasando mirando al técnico. Me encantan los técnicos que demuestran, que sienten pasión, que le transmiten al jugador lo que está pasando.
Aquel llamado del Muñeco
La admiración que siente por Gallardo es absoluta y tiene sus razones. El arquero comenzó futbolísticamente en Defensores de Cambaceres pero alcanzó uno de sus picos en el Instituto de Darío Franco que se quedó en las puertas del ascenso a Primera al caer en la Promoción ante San Lorenzo. Un campañón del equipo que compartía con un jovencísimo Paulo Dybala.
“Me acuerdo que en la tele medíamos tres o cuatro veces más que un equipo de Primera. Nos veía todo el mundo. Hasta Riquelmedijo en un momento que éramos el mejor equipo de Argentina. Jugábamos muy bien, teníamos muy buenos jugadores y estábamos muy aceitados, teníamos mucha confianza, la pasábamos bien en el día a día, era un equipo que te daba felicidad entrenar, nos reíamos mucho, la verdad es que era muy completo”, relata sobre aquel equipo de la Gloria.
Cuando terminó aquella campaña fue que el Muñeco se comunicó con él. “Me llamó, yo estaba justo comiendo un asado con unos amigos, en Córdoba, estuvimos como media hora hablando, me dijo ‘Marcelo Gallardo‘ y bueno, me quedé un poquito… Yo sabía que iba a jugar en Primera, tenía un par de propuestas, no sabía que el salto iba a ser tan grande. Me llamó, me dijo ‘sí, esperá un tiempo’, había otro arquero se tenía que ir y yo me tuve que callar como 20 días, no decir nada. Me estuvo hablando, quería contar conmigo, que le gustaba, que me había visto en Instituto, que le gustaba cómo salía jugando con los pies y todas esas cosas. Y que estaba Barovero, lo que significaba Marcelo que era el titular, y que ‘vos la vas a pelear’, todas esas cosas que te habla un tipo de va de frente y me dejó todo muy claro. Un viernes me llamaron para firmar el contrato, un jueves, y ahí salió todo a la luz”, relata con emoción aún.
-¿No les dijiste nada? ¿No le dijiste a nadie en ese momento?
-No, no, no le dije a nadie. Me fui a hablar a otro lado. No lo podía filtrar. También por un par de cosas contractuales mías también. No recuerdo bien cómo hice. Imaginate que me cambiaba la vida, más allá de que yo había jugado en el mejor Instituto, los partidos nuestros los veía todo el mundo y más o menos nos conocían, pero… Te cambia la vida, esos equipos grandes te modifican todo, y el pensar qué va a pasar con mis amigos cuando se enteren, qué va a pasar con mi familia, las repercusiones, todas esas cosas que me comían por dentro.
-¿Qué recuerdo te llevás de Gallardo?
-Marcelo era re contra intenso En el día a día, intenso en la parte del entrenamiento, después no se metía en el vestuario, un tipo que puede conversar de un montón de cosas, no solamente de fútbol, con respeto, un tipo que va al frente, a mí me gusta el tipo que va al frente, si tiene que decir algo te lo dice, no te anda diciendo las cosas por atrás. Un monstruo, un monstruo, y por eso yo quiero que le vaya bien a esa gente, quiero que le vaya bien.
-¿Y con River en general?
-Tengo un gran cariño porque tienen unos dirigentes recontra humildes. El otro día fui al hotel y yo, dentro de los que jugaron en River, no soy nadie. He tenido la suerte de caer justo en un plantel que ganó todo. Y el trato que tienen hacia mí es impresionante. La verdad es que cada vez que voy me saludan, se ponen a hablar. Un respeto, es lo que yo valoro de la gente que labura en River, que dirige River. Es por eso que uno quiere que le vaya bien.
Dice que no juega al fútbol, que cada tanto se toma un respiro y, a excepción de algún partido a beneficio, ni se acerca a la cancha. No es la primera vez que le ocurre: en medio de su carrera, cuando aún estaba en un gran nivel, decidió alejarse de la actividad. Y dos años después volvió para atajar algunos años más.
“Sí, yo soy un tipo muy temperamental y a veces tomo decisiones apresuradas, soy un tipo muy calentón en mi vida y si me tengo que ir de un lado y volver a empezar, no tengo miedo de volver a empezar. No me quedo en un lugar en el que no me siento cómodo, que no lo estoy pasando bien. Me ha pasado en un montón de etapas en el fútbol, resigno un montón de cosas, sufro, la paso un mal tiempo y me vuelvo a acomodar, pero trato de donde estoy, pasarla bien y disfrutarlo”, explica. Así fue también que un día decidió irse de River, donde llegó a atajar en 19 partidos, además de un Superclásico amistoso en Córdoba.
“Podría haber estado varios años con ese cuerpo técnico. Porque nos llevábamos bien, nos respetamos mucho, siempre les cumplí, ellos me cumplieron a mí. Me llevaba bien con todo el entorno de River. Y la verdad es que me podía quedar mucho tiempo y eso no tengo dudas. Son decisiones erróneas que tomó uno en la vida“, se lamenta.
Dice que en la casa de su mamá conserva muchas camisetas. Algunas invaluables de Dybala, una del Inter que le pidió expresamente a Andrés D’Alessandro apenas llegó a River. También que el compañero que más lo sorprendió fue Pablo Aimar, aunque lo agarró ya en su último tiempito en el club. “La de River te la pide todo el mundo”, dice sobre sus camisetas. Se nota que le quedó un gran aprecio por el club. Y por eso el martes será un hincha más. De River y de Gallardo.