Sami Khedira es un hombre de pasiones. De pequeño, fue su obsesión por la pelota la que lo llevó a convertirse en uno de los mejores centrocampistas del mundo. Sin una habilidad superlativa, pero dueño de una inteligencia y visión de juego indiscutida, construyó una laureada carrera dejando su huella en cada lugar por el que pasó. Desde Stuttgart hasta la Copa del Mundo con Alemania en 2014, pasando por el Real Madrid, donde alzó la Champions League, y Juventus.
Sin embargo, hubo algo que no vio venir ni con su jerárquica lectura de un partido. Su futuro estaría ligado con un ritual inesperado, el cual se convirtió en su nueva pasión: el café, responsable de que haya logrado reinvertirse como maestro cafetero, aunque dándole la libertad para no perder su amor por la pelota y un campo de juego.
Una carrera silenciosa con trampolín hacia las cafeteras
A base de orden y simpleza, Khedira llamó rápido la atención de los clubes más grandes tras debutar y ganar la Bundesliga con el Sttutgart en 2007. Y tras romperla en el Mundial 2010 con Alemania, un llamado de José Mourinho lo trasladó a España para defender al Real Madrid.
En la capital española se hizo amo y señor del mediocampo. Fue el mimado de Carlo Ancelotti y pieza clave en la obtención de la histórica Décima Champions League del club, en 2014. Ese mismo año se consagraría campeón del mundo con Alemania en Brasil, tras dejar una actuación inolvidable en el 7-1 a los anfitriones y perderse por lesión la final ante Argentina.

Khedira, jugador de época durante la década del 2010.
Sin embargo, al regresar a España se enteró de la partida de Ancelotti y con aquella noticia comenzaría el principio del fin como Merengue para el mediocampista Tras 161 partidos, siete títulos y viviendo un gran nivel se marchó en 2015 a Juventus. En Italia desembarcó en búsqueda de títulos y gloria, pero aquello que más lo marcaría durante los cinco años que estuvo en Italia no fueron los ocho trofeos obtenidos, sino que las sobremesas posteriores al almuerzo.
El espresso que lo cambió todo
“Antes de llegar a Turín prefería el capuchino o el latte macchiato, el espresso era demasiado fuerte para mí. En la Juventus, vi a Bonucci, Chiellini y Buffon bebiéndolo siempre después del almuerzo. Me pareció un ritual elegante“, explicó Khedira en una entrevista a La Gazzetta dello Sport.

Khedira estuvo cerca de ganar su segunda Champions, pero cayó ante el Madrid en 2018 (Foto: Getty Images).
A partir de allí, se sumó a aquel ritual para nunca más soltarlo, hasta llegar al punto de convertirse en todo un especialista en la materia. “Compré la cafetera en casa y quedé enganchado“, cuenta. Pero, mientras su nuevo hobbie crecía, la pelota comenzaba a pedirle un freno.
De la pelota a ser barista
Los años de alto rendimiento le pasaron factura demasiado temprano a Khedira. Las lesiones de rodilla lo marginaron por completo de la Juventus y, para colmo, en 2019 debió ser intervenido quirúrgicamente por una arritmia cardíaca. En 2021, tras un breve paso por el Hertha Berlín, decidió terminar su carrera. Ya no podía rendir al nivel que deseaba. “Me retiro en respeto al deporte”, admitió. Aunque no se desconectó ni de las canchas, como tampoco de las cafeteras.
Con la intención de que las piedras en el camino no lo priven de la felicidad, se animó a llevar su capacidad táctica a la televisión. Así es como actualmente comenta partidos para la señal alemana DAZN. Y a su vez, fue a por todo en su profesionalización como maestro cafetero al fundar Balira Coffee, una marca de café de especialidad que se vende online. La misma cuenta con un detalle especial: sus cuatro sabores llevan los nombres de las ciudades donde jugó como profesional (Stuttgart, Madrid, Turín y Berlín) y reflejan los perfiles de café típicos de cada lugar.

Khedira disfruta de su nueva faceta como maestro cafetero (Foto: @sami_khedira6).
“No solo preparamos café, contamos una historia”, resume Khedira, parafraseando entre su carrera futbolística y las infusiones. Las afecciones del corazón le impidieron beber café de la misma forma en la que solía hacerlo y es por ello que busca compartir su gusto a la mayor cantidad de paladares posibles. Siempre desde el silencio. Ahora, desde detrás de una taza. Antes, lo hacía colaborando a que sus compañeros conviertan los goles.

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