Se sienta en la popular y mira que el entrenamiento se esté desarrollando con normalidad. Está atento a todo y a todos mientras recibe a BOLAVIP . Ahora su trabajo se desarrolla afuera del rectángulo de césped pero tranquilamente podría estar allí: a sus 38 años, Gustavo Oberman no perdió sus rasgos juveniles y con los cortos sería uno más en la práctica de Dock Sud, donde trabaja como Director Deportivo .
Pero a Cachete no le gustan los picados. Porque, como cuando lo hacía de manera profesional, juega para ganar. Por eso si lo invitan sus amigos a patear una pelota, dice que no, porque dice que se enoja si boludean y porque, además, ellos esperan que él corra como cuando la rompía en Argentinos o en aquella Selección Sub 20 que fue campeona en Países Bajos -en esa época todavía le decían Holanda-.
Sí, esa en la que dio la vuelta olímpica con un Lionel Messi que ya era crack pero no tanto aún. Jonás, el mayor de sus tres hijos (Keisi y Emma son sus hijas) le creyó la historia recién cuando pudo ver los videos. Pero Oberman cumplió la promesa que le hizo a Leo cuando eran dos pibitos: “Se lo dije cuando terminó la final del Mundial. Le dije que iba a ser muy bueno, que iba a ser muy grande. A él le dije ‘vos vas a ser muy grande. A mis hijos les voy a contar que jugué con vos’. La verdad fue demasiado grande. Se pasó de lo que yo pensaba“, cuenta Cachete, que en todos estos años jamás se lo volvió a cruzar.
-Le contaste que jugaste con Messi y además que Messi fue al banco en el primer partido…
-No, no, eso yo la verdad que no lo tomo mucho en cuenta porque entiendo el trasfondo de por qué pasó eso.
-¿Y por qué pasó?
-Esa temporada, el primer partido era el que quizá podía esperar, él había tenido una sobrecarga unos días antes. El quería jugar, Ferraro decidió ponerme a mí porque en las últimas prácticas jugué muy bien, pero si no jugaba él. No es que yo estaba en ese momento un escalón arriba, sería mentirme. Pero yo disfruto más el hecho de haber jugado con él. Ese partido sí sentí un poquito de presión porque pensé ‘acá si no juego bien, voy para afuera, porque va a jugar él’. Jugué bien y después terminamos jugando todos los partidos. Salvo España que entré en el entretiempo. Jugamos todos los partidos ahí arriba juntos y… Siete partidos con Messi, jugué.
La final del Sub 20 con Nigeria. Gago, Messi, Oberman y Archubi. Foto Imago.
-Y hasta hiciste el gol ante España con pase de él.
-Sí, fueron momentos muy lindos. Tuve la posibilidad de jugar en un Mundial y lo viví con naturalidad, no sentí una presión extra. Obviamente, jugás un Mundial, perdés el primer partido, el segundo tenés que salir a ganar. Sos Argentina que tiene que pelear campeonatos, tenés que ir a ganar. Y lo ganamos. Jugué una final en un Mundial que me preparé ese día como cualquiera. Pero sí lo disfruté mucho. Me gusta mucho ver entrevistas que hablan ex compañeros de Maradona, de Messi. Y hay cosas que dicen que sí, era así, no están mintiendo.
-¿Por ejemplo?
-Hay una entrevista que la hacen a Henry, cuenta que Messi se enojaba en una práctica, agarraba la pelota, gambeteaba a todos y hacía el gol, porque le habían hecho una falta y no se la cobraron y le hicieron un gol. Entonces dice ‘bueno, ahora voy a hacer un gol’. Y nosotros jugábamos picados, o un reducido, y lo cargaban porque si perdía tenía que poner la mesa. Y ahí agarraba la pelota, empezaba a gambetear a todos, gol. Gol hasta que ganaba. No puso la mesa nunca. Pero no porque poner la mesa sea algo malo, sino porque lo iban a cargar y él quería ganar. Siempre fue así, desde los 18 años, creo que de antes. Imagino que era así jugando con el hermano más grande, se enojaba porque perdía. Después no creo que haya perdido más.
-¿Cuántas veces viste el gol?
-Muchas, sí, muchas. Más los muestro que verlo yo, yo me la acuerdo de memoria.
-¿Te acordás de la jugada?
-Le dan un pase a Gago, Gago con una clase increíble le da un pase a Messi y yo cuando la agarraba a Messi picaba porque la verdad que pedírsela era innecesario. El sabe cuándo tiene que dar un pase, sabe cuándo tiene que gambetear, sabe dónde vas a estar. Corrí en diagonal, me la dejó justa, la tuve que tocar una vez por arriba del arquero. Cuando ya pasó el arquero ni miré más, me fui a festejar. La verdad que fue muy lindo el gol, de los más lindos que hice.
–¿Te volviste a reencontrar con Lionel?
-No.
-¿Nunca en todos estos años te lo volviste a cruzar?
-Bueno, un poquito de distancia en los equipos que jugábamos, je. No nos enfrentábamos. Pero sí me gustaría que mis hijos lo conozcan, o Jonás por lo menos, que lo conozca, porque es el ídolo. Yo siempre tuve el deseo de conocer a Maradona, tuve la suerte. Me gustaría que mi hijo también tenga esa sensación de ver a su ídolo en persona, poder hablarle.
La entrevista completa con Cachete Oberman
Su relación con Maradona
Quizá su elección de palabras no sea la mejor. Porque si algo le costó con Diego fue hablar. Pese a que Oberman nació en 1985, su locura por Diego lo marcó toda la vida. Lo tiene tatuado, lo observa desde una torre cercana al estadio de Dock Sud, un mural en el que se lee “Avellaneda capital nacional del fútbol”.
La imagen que se puede observar desde el estadio de Dock Sud. Foto Dock Sud
“Va más allá del fútbol, va más allá de lo que hizo dentro de una cancha, fue el mejor sin discusión hasta hace poco. Si vos te sentás objetivamente a ver un video de Maradona, lo discutís con uno, con Lionel, después no lo podés discutir con nadie más. Verlo, sus apariciones, sus entrevistas, sus declaraciones, mejores o peores, pero siempre yendo al choque, esa personalidad que tuvo, la verdad que es algo que me generó un amor”, explica, si es que es posible explicar un amor.
Su primer encuentro fue nada menos que en la Bombonera, en el 2001. Con apenas 16 años, le tocó ser alcanzapelotas en el partido despedida a Diego, aquel 10 de noviembre en el que pronunció su famoso discurso: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.
“Yo estaba como alcanzapelota abajo de los palcos. Con todo el trajín, la gente, Diego no había ido a saludar al palco a Coppola. Yo escuchaba que me gritaban ‘nene, nene’ desde arriba, una voz conocida, y miro. Me manda ‘andá a decirle a Diego que me venga a saludar, que todavía no vino’. Me acerco y le digo… ‘Diego’, despacito, no sé si me escuchaba. ‘Diego’. No me contesta, me mira. Y le digo: ‘Guille dice que lo vayas a saludar, que no te acercaste’. ‘Dale, vamos’. Me abrazó y fuimos caminando juntos a saludar al palco. Iba en el aire, era Maradona. En la despedida, todo el mundo ahí, la verdad que fue increíble“, relata en la extensa charla con BOLAVIP.
Un recuerdo inolvidable: en la despedida de Maradona. Foto IG Gus_ober
-Las pulsaciones, imagino…
-Sí, después no podía ni mirar el partido. No tenía para selfie, no había cámara, nada. Eso tenía que quedar en mi memoria sí o sí porque tenía que acordármelo para siempre.
En su segundo encuentro, esta vez por teléfono, tampoco pudo hablar demasiado. “En el Mundial siempre llamaba al que hacía el gol o al que había tenido un buen partido. Y yo le dije ‘Gracias Diego’ 25 veces, no pude decirle otra cosa. Me dijo ‘¿Me podés decir otra cosa que no sea gracias a Diego? Ya me estás haciendo enojar’. Te generaba esa sensación de nervios, es la única persona en el mundo que me la generó”.
-¿Te llamó a vos, a otra persona o al hotel?
-No tenía celular. Creo que llamó a Víctor Tujschinaider (periodista). “Quiere hablar Maradona con vos”. ¿En serio? Y bueno, me llamó. Después me enteré que llamaba a varios, lo llamó a Lionel también, pero bueno, con Lionel hablaba como si fueran pares, esa diferencia. Yo no le podía contestar otra cosa.
-Después les pudiste mostrar el tatuaje que te hiciste…
-Sí, en un partido en la cancha Argentinos que vino, lo vi, me saludó y no me animé a hablarle otra vez. Y dije “No sé cuándo lo voy a volver a ver”. Di la vuelta y lo esperé. “Tengo que decirle algo, no me puedo ir sin decirle algo”. Me siento, en el vestuario había mucha gente y se sienta justo al lado mío. Y le digo: “Diego, ¿te puedo decir algo?”. “Este tatuaje me lo hice por vos”, me dio una cachetadita, el cariño de Diego y me dijo gracias. Son tres segundos que tenés porque es alguien al que le están encima. Pude sacarme una foto, nunca me había sacado. Y hoy es mi fondo de pantalla en el teléfono. La miro siempre, es una foto linda porque me está mirando y sonriendo, nos estamos viendo y estamos sonriendo los dos. Algún día la voy a hacer cuadrito.
La mirada cómplice: Oberman y Maradona. Foto @natyponcefotos / IG gus_ober
-¿Qué significó ser campeón con Argentinos por ser además el club de Diego?
-Es que vos vas a Argentinos y es el club de Diego. El estadio se llama Diego Armando Maradona. Tenés la foto en el predio de Inferiores. Argentinos es Diego y Diego es Argentinos, por más que muchos otros quieran apropiarse, es más de Argentinos que de cualquiera. Dicho por él, obviamente.
Argentinos: su casa y el título
-¿Ser campeón de alguna manera fue una alegría para él también?
-Sí, es una sumatoria de todo. Yo de 10, 11 años que llegué a Argentinos, tuve mis idas y vueltas, pero fue donde pasé gran parte de mi vida. El nos fue a ver muchas veces. Si no iba él, iba el padre. Seguramente se puso contento, lo dijo.
-¿Cómo fue tu experiencia con Borghi como entrenador?
-A mí personalmente me ayudó mucho. Si en algún momento quise ser técnico fue por haberlo tenido a él, por su trato, y su equipo. Los primeros seis meses fui suplente y estaba siempre encima, hablándome o con bromas o felicitándonos por cada vez que entrabas a un partido. Estabas contento entrenando, compartiendo, con sus indicaciones. Al fin y al cabo los que están como suplentes son los que terminan definiendo algo, varios terminamos jugando y en el segundo semestre fuimos los protagonistas. En el día a día es un genio, muy divertido, se entrena, se entrena bien. Pero ir a entrenar y estar feliz no se compara. No querer irte de la práctica es algo que se disfruta el doble.
En andas, celebrando el título de Argentinos en el 2010.
-En Argentinos no tiró frases como en Boca…
-Cuando llego a Argentinos, yo ya conocía al club, fui al vestuario, hablé con muchos chicos, con el utilero, todo. Me dicen: “El Bichi quiere hablar con vos”. Aún no lo había saludado. “Hola, Cachete, ¿cómo estás?” Bien. “¿Estuviste en España? Estuviste jugando por afuera, un poco más de volante”. “Sí, de extremo”, explicando un poco cómo eran los extremos en España. Y dice “bueno, entrenate y cuando te salga un equipo, ojalá que te salga un equipo rápido”. Y yo iba a jugar. Había firmado el contrato, y me quedé mirándolo. “Chau, me tengo que ir a mi casa”. Estaba el Chino Batista, no se aguantó la risa. Menos mal, toda la ilusión con la que iba se me fue en un segundo.
-Te bajó todo.
-“Podés entrenarte hasta que te salga un club, sos bienvenido”. Yo me quería morir. Tenía esas cosas, después se la hizo a todos. A todos lo que iban, les hacía lo mismo.
Ser campeón con Argentinos no sólo fue otra conexión más con Diego. Fue, de alguna manera, devolverle al club que lo cobijó en sus peores momentos. “Yo con 16 años tuve la posibilidad de irme a jugar al Porto, utilizando la patria potestad. Y yo no quise irme de esa manera. ¿Qué pasó? Mi papá se quedó sin trabajo y yo no podía ir a entrenar. Entonces, Argentinos me contuvo, me dio un viático y el viático era más de lo que estaba cobrando mi papá. Yo así como agarraba el viático era para él, no quería nada. Y después Argentinos le dio un trabajo a mi papá. Yo actúe de esa forma con Argentinos porque el club actuó de esa manera conmigo. Yo estoy súper agradecido a eso”, relata con emoción.
Cumplir el sueño de ir a River
Después de aquel Mundial 2005, a sus 20 años, Gustavo tuvo la chance de cumplir un sueño. Tenía otras chances, pero ir al club del que es hincha era la mejor opción. “Tenía el contrato para firmar de otro club grande que no vamos a nombrar. Pero le dije que no. ‘Quiero ir a River. River no va a venir otra vez por mí’“, dijo. Y se mudó a Núñez.
En el 2018 fue al Obelisco a dar la vuelta con su familia. Foto AFP.
-Te ganó el corazón.
-Sí. Era cumplirle el sueño a mi papá, mi mamá, mis hermanos. Era un sueño de la familia y mi familia ha hecho mucho para que yo pueda ser profesional y elegí por todo eso.
-¿Seguís definiendo ese paso por River como el cumplir el sueño de tu vida pese a los sinsabores de cómo terminó?
–Ponerte la camiseta de River, salir al Monumental explotado, hacer un gol con esa camiseta. Tuve la suerte de, aunque sea en un amistoso, hacerle un gol a Boca. No fue como yo esperaba. La gente que estaba en el club no se portó de la manera que era la ideal con un chico de 20 años, pero no cambiaría nada de eso porque fue un sueño.
-Entre otros, fuiste compañero Gallardo.
-Sí, tuve una buena relación, fuimos compañeros, medio que me apadrinó, me cuidó con todo, hablé mucho con él, hablaba con todos. Me medía para ver si realmente era hincha de River o no.
-¿Cómo te medía? ¿Qué te preguntaba?
-Me decía “a ver, cantame alguna canción” o “¿te acordás de algún partido?”, hablábamos de partidos históricos de River, a ver si realmente era hincha, un hincha se acuerda de ciertos detalles que uno que no es hincha no. Cuando viajábamos a los partidos, me decía… “dicen en todos lados que sos hincha de River. Ahora cuando vayamos al partido tenés que ir cantando vos las canciones y nosotros te seguimos”.
En aquel plantel estaban el Rolfi Montenegro, el Tecla Farías, Lucho Figueroa. Eran los inicios del Pipita Higuaín, Falcao. Sin embargo, le quedó la espina de poder jugar con otros de sus ídolos. “Tuve el sueño de jugar con (Ariel) Ortega, por poquito no lo pude cumplir. Sí jugué un partido de la Fundación Pupi en cancha de Platense. Compartimos equipo y la primera pelota que agarré se la di a él. Le digo: ‘Un sueño para mí darte un pase, así que ya me saqué las ganas’. Y me dijo ‘damela al pie porque si me la tirás larga no llego’, jaja. Soy un agradecido por la carrera que tuve, por los momentos que viví, los buenos, los malos, de todo se aprende así que estoy contento con lo hecho.
El sueño de jugar con Ortega. Foto X.com
No fue el único sueño que cumplió: también logró cruzarse con Enzo Francescoli. “Vino a la concentración, a visitar a Astrada que era el entrenador. Ellos hicieron una sobremesa un poco más larga, yo estaba esperando en mi mesa solo, ya me habían levantado el plato, me limpiaron la mesa, todo. Vino el mozo y me dijo, ‘¿qué hacés acá Cachete todavía?’. ‘No, que lo quiero saludar a Enzo, pero no se levanta’. ‘¿Por qué no lo llamás?’. ‘No, me da vergüenza’. Y ahí lo llama: ‘¿Enzo? Cachete te quiere saludar y le da vergüenza’. Me levanté todo colorado y lo fui a saludar, hablamos un poquito y ya con eso estaba feliz.
Sin embargo, la historia terminó de forma abrupta. De un día para el otro, tras un año, fue marginado y volvió a Argentinos.
-¿Cómo hiciste para trabajar la cabeza después de lo que pasó en River con apenas 20 años?
-Es duro y difícil de asimilar. Te das cuenta cuando te pasa algo o ya de grande. Yo volví a Argentinos, me comporté como un idiota porque me peleé con todos mis compañeros, me peleaba con el técnico porque no me ponía. Era Adrián Domenech, que hoy tengo una buena relación y me carga todavía. Yo estaba renegado, renegado conmigo, con lo que me había pasado, con todo. Algo que nunca conté. Termino el primer semestre en Argentinos y viene Caruso (Lombardi) a Argentinos. No me puso en una práctica y yo digo “Me quiero ir”. Le digo a mi representante “no quiero estar acá”. Yo no era un jugador del estilo Caruso. Me llama y me dice que hay un equipo de Segunda. ¿Qué equipo es? Castellón. No me sonaba el nombre y mi pregunta fue ¿tiene playa? Imaginate las ganas que tenía de jugar. Sí, me dijo, tiene playa. “Bueno, vamos”. No sabía dónde iba. Iba último el equipo. Después me fue bien. ¿Qué pasa? Cuando me estoy yendo mi novia en ese momento está embarazada. Eso es lo que te tiene que pasar para decir: “bueno, vamos a ir de nuevo por algo que es necesario”. Si estaba solo y no jugaba más, trabajaba. Pero ya depende una vida de mí. Ahí pude poner los pies otra vez sobre la tierra y arrancar de nuevo.
Su primera práctica en River.
-¿Son decisiones fuertes que tiene que tomar un pibe que tiene 20 años?
-Sí, a esa edad un joven que hace una carrera todavía está en la facultad. Y vos ya estás trabajando y estás contando los años que te quedan para no jugar más. A la gente que no es futbolista le cuesta entender. O critican la decisión de un jugador que elige irse libre porque gana más plata. El jugador llegó a esa situación por culpa del club, por culpa de no renovar. El club está en su derecho, no lo pone por seis meses, pero el jugador también está en su derecho a pensar económicamente que le va a hacer mejor a él y no está siendo desagradecido. Si yo creo que tengo un mejor pasar económico, si me quedo libre, como le pasó hace poquito a Rollheiser. Él decidió, eligió eso, quería cobrar una plata, River no se la pagó. La gente se enoja, está en su derecho. Pero también el pibe hizo un sacrificio toda su vida. Hay gente que juega por el amor a la camiseta, hay jugadores que juegan por tener un buen pasar económico, hay algunos que un poco lo mezclan eso, pero todas las decisiones están bien. No es un desagradecido. Son la reglas del juego.
-¿Entendés situaciones como la del Colo Barco que se fue al Brighton?
-Sí, porque vos no sabés cuándo vas a tener otra oportunidad. El fútbol es ingrato, tenés una lesión y no volvés a ser el mismo. Y si no volvés a ser el mismo, el club no te va a pagar como si vos fueras el mismo y el club no te va a vender como si vos fueras el mismo. Y si en tres años te tenés que retirar, el club te va a dar lugar entrenando una categoría y vos no vas a ganar la misma plata. La realidad es que el fútbol dura diez años buenos, cinco o seis no tan buenos, salvo Enzo Perez, que es un fenómeno, está jugando bien hasta los 38. Pero no es lo normal. Tenés que valorar muchas cosas y la gente en su amor a su camiseta no las entiende.
Un amor azul y oro
Hoy le toca estar en Dock Sud, el último equipo que lo vio campeón. Pese a que en su momento su salida no fue del todo feliz, volvió para trabajar desde los cimientos. Es el Secretario Deportivo ahora y sueña algún día con dirigir ya que es DT recibido. Antes, fantasea con ascender con el Docke.
“Es un sueño muy grande jugar el Nacional B. Es difícil porque hay un ascenso solo, somos 22 equipos que queremos lo mismo. Pero es un club que viene paso a paso, siempre creciendo y en algún momento va a llegar. Mi deseo es que el club siga creciendo, se siga mejorando como lo viene haciendo estos últimos años y ese momento va a llegar”, dice confiado.
De sus últimos partidos como jugador del Docke. Foto: Dock Sud
La práctica termina y se asoma al verde césped. Ahí donde celebró dos títulos con el Docke, que se sumaron al palmarés de su carrera. Aunque haber conocido a Maradona y ser campeón con Messi fueron sus grandes títulos.
PING PONG CON CACHETE
-Qué foto te hubiese gustado tener.
-La verdad es que tengo una foto con Maradona, tengo una foto con Messi, tengo con Ortega, tengo con Gallardo. La verdad es que las figuritas que quise las conseguí.
-Entrenador que más te llegó.
–Borghi.
-Con el que nunca tuviste onda.
-Muy poquito tiempo compartí como para decirte que no tuve onda pero Caruso creía que no iba a ser un técnico que me utilice en el juego y pedí irme para evitar saber si iba a jugar o no iba a jugar con él. Lo respeto pero su fútbol quizá… Mi fútbol no iba con sus equipos.
-¿Qué DT te hubiese gustado tener?
-Gallardo.
-¿Qué compañero te sorprendió?
-Lo había visto jugar, lo conocía, pero el Tecla Farías en las prácticas y en los partidos hacía cosas que no eran fáciles. El lo hacía fácil. Decir Agüero, Messi, no me sorprende porque son buenísimos. El Tecla era un goleador increíble y quizás no fue tan nombrado, pero a mí me encantaba como jugaba.
-Alguien a quien le tengas que pedir perdón.
-Soy de pedir perdón. No me guardo. Si te hice algo y no te pedí perdón es porque fue a propósito. Así que no es para pedir perdón.
-¿A quién nunca perdonaste?
-Tampoco. ¿Patadas? Yo también pegaba, jugaba de delantero, pero me gustaba meter mi patadita.
-¿Qué cinco jugadores elegirías para armar tu equipo?
-Me gusta jugar con amigos, un equipo de compañeros. Prósperi, Ortigoza. El Ogro (Fabbiani) es bueno para el fútbol 5, lo pongo ahí arriba. Mati Caruzzo, que no era muy bueno en el baby, hay que reconocerlo. Y algún arquero, por ahí el Loco Peric, que es divertido.
-La mejor Selección de la historia.
– Elegir una de las tres obvias que estarían en el podio. Es difícil, porque cambió mucho el fútbol, es distinto al que era antes. El ritmo, la exigencia, los entrenamientos, hasta las comidas. Pero haber vivido este Mundial, haberlo compartido con mis hijos, festejar con mis hijos, elijo la de este Mundial.
-Pensé que me ibas a decir la del 2005.
-Fue buena también. Con la Sub 20 le hacemos partido a las otras. Habría que usar la inteligencia artificial para ver quién ganaría.
-¿Qué jugador de la actualidad se parece más a vos?
-Uno que me gusta es Benja Domínguez. Atrevido, gambeteador, iba para adelante. Me gusta mucho cómo juega el chico ese.
-¿Qué cuenta te quedo pendiente?
–Hacer un gol en el Monumental, eso me hubiera gustado. Hice un gol en River de local, pero jugamos en la cancha de Vélez. Soñaba con correr por el anillo hasta la tribuna, no me importaba. Me iban a echar, pero bueno.
-¿A quién te hubiese gustado ayudar?
-Soy de ayudar y siempre tuve la posibilidad de ayudar a mi familia cuando nos habíamos quedado sin casa, literal, nos sacaron de la casa. Mi mamá falleció hace poco, y mi viejo está viviendo en su casa, que él había comprado con mucho esfuerzo y la había perdido. Hoy está viviendo ahí y ese creo que mi mejor campeonato.
-La peor puteada que te dijeron.
-Un partido estaba jugando muy mal, muy mal, voy a patear un córner a donde están los visitantes y uno me dice “hacé una buena porque te van a sacar y a nosotros nos sirve que estés en la cancha”. La verdad que me mató. Que me saquen ya este partido.
-¿VAR si o VAR no?
-En Argentina no. No están las cámaras para que haya un VAR. Si vos ves una cámara en diagonal, no podes después marcar una línea recta. Sí se puede juzgar una piña, una jugada de roja que no fue con la repetición, pero para el offside es muy difícil.