En general, son los entrenadores los que les exigen a sus jugadores que antes y durante el partido no se dejen llevar por la admiración que les pueda causar algún rival, sobre todo cuando equipos más humildes se enfrentan a gigantes de Europa.
Bien lo hicieron los futbolistas del Dinamo Kiev, que muy enfocados lograron complicar al Barcelona en el Camp Nou y los de Ronald Koeman debieron trabajar mucho para conseguir un 2-1 a favor que los siga encaminando rumbo a los octavos de final de la Champions League.
De igual manera, sorprendió que apenas sonó el pitazo final, no fue ningún colega de Lionel Messi el que salió disparado a pedirle la camiseta, como suele suceder, sino que el propio DT del conjunto ucraniano ocupó ese rol.
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Mircea Lucescu fue hasta la mitad de la cancha y tras una breve charla con el argentino, se fue con las manos vacías pero según lo que se pudo ver, con la promesa de que pronto iba a tener su objetivo cumplido.
No sabemos si el ’10’ se la envió directo al vestuario, o si cuando deban jugar la revancha el 24 de noviembre tendrá lista una prenda de más para darle al entrenador.
La realidad es que los blaugrana tienen puntaje perfecto en el torneo continental y ahora deben enfocarse de lleno en LaLiga, donde arrancaron ganando dos partidos de seis y se encuentran en mitad de tabla.