Por el modo en que Michael McKinson había asimilado el castigo de Vergil Ortiz pasada la primera mitad de la pelea, hizo pensar que podría ser el primero en completar las 12 rondas ante el américomexicano. Sin embargo, la tenacidad y la paciencia del campeón internacional de peso wélter de la OMB terminó por demolerlo.
En el octavo asalto se fue a la lona producto de un gancho al hígado y otra vez en el inicio del noveno, lo que llevó a su esquina a tirar la toalla pese a que había vuelto a ponerse de pie durante la cuenta de protacción, aunque ya mostrándose considerablemente afectado.
Ya finalizado el combate, el propio McKinson confesó que si bien venía sintiendo que estaba perdiendo la pelea, nunca se vio venir una definición por nocaut. “Nunca hubo un momento en que haya sentido que me iban a detener.Pensé que lo iba a llevar a los puntos, siendo la primera persona en terminar esa racha de nocauts”, dijo durante la rueda de prensa.
Pero las sensaciones del británico cambiaron por completo en el octavo asalto, cuando recibió la ráfaga de Vergil que lo demolió por dentro.“En la octava ronda, me atrapó con un golpe al cuerpo. Me golpeó el hueso de la cadera. Todo ese lado se entumeció, no podía moverlo. En el noveno asalto, me golpeó allí de nuevo y eso fue todo”, explicó.
Como conclusión, McKinson detalló cuál había sido su plan de pelea, que le dio dividendos en los primeros asaltos y complicó a Ortiz.“El plan definitivamente era quedarse mucho tiempo e intentar llevarlo a las últimas rondas donde nunca antes había estado. Entonces trataría de llegar a él mentalmente. Solo lo llevé una ronda más profunda de lo que nunca había estado, pero aún así lo llevé más lejos que nadie”.