Tigres pudo haber eliminado a River en la fase de grupos, lo perdonó dos veces y el destino lo castigó en la final. ¿Pecó de inocente?
Si bien ahora River es el merecido campeón de América y lo celebra con locura, la paradoja del destino indica que en la primera ronda no dependió de sí mismo para avanzar, sino que debió esperar una ayuda de… Tigres. Sí, su derrotado en la gran final fue justamente el equipo que lo dejó con vida en el peor momento del elenco de Marcelo Gallardo. A un grande jamás hay que perdonarlo.
Ya se habían jugado cinco partidos de aquella etapa y el Millonario no había vencido en ninguno, pero insólitamente todavía contaba con chances de clasificarse. Debía derrotar al débil San José de Oruro de local y aguardar que los mexicanos hicieran lo propio con Juan Aurich en Perú. Claro, en ese momento el combinado de Ricardo Ferreti se jugaba cosas importantes en la Liga y dependía nada menos que de quedarse con el clásico de Monterrey frente a Rayados para aspirar a la Liguilla.
Tigres vencía cómodo a River 2-0 de local, pero la visita empató en los últimos cinco minutos. Y con ese punto empezó a “resucitar” en el torneo.
Entonces, “Tuca” decidió ir con una formación alternativa a tierras incaicas, llevó allí tan solo 15 jugadores y todos ellos suplentes. Las suspicacias de siempre indicaban que los aztecas no harían demasiada fuerza y dejarían ganar a los peruanos para eliminar a un gigante del continente como Rver en la fase inicial. Sin embargo, el “juego limpio” primó en aquella situación, Tigres ganó 5-4 en un encuentro para el infarto y le posibilitó a “la Banda” acceder a octavos de final.
El resto ya es historia conocida. ¿Tigres pecó de inocente o simplemente hizo lo que tenía que hacer, que fue salir a ganar como exige el reglamento? El tiempo parece darles la razón a los que se inclinan por la primera opción…
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