Charles Jean Rigoulot tuvo una vida de película, en la que se convirtió en un todo terreno. Absoluto. El francés nacido el 3 de noviembre de 1903 tuvo muchas facetas, supo ser levantador de pesas, luchador de catch, actor, músico y hasta piloto de carreras. Él tiene en su espalda numerosos éxitos como deportista y también hizo la épica en la Segunda Guerra Mundial.
Nació en Le Vesinet, un municipio cercano a París, desde chico su físico era el de un privilegiado y llamaba rápidamente la atención entre sus compañeros de colegio. Era alto, tenía mucha masa y era sumamente resistente.
Tan resistente como macizo:
Durante su adolescencia se metió en el levantamiento de pesas. Pero lo hizo de de manera fortuita: un entrenador lo encontró levantando rocas pesadas en la calle y lo incluyó en su gimnasio.
En la halterofilia encontró su lugar en el mundo. Medía 1,73 metros y llegó a pesar 82 kilos. Con su figura atlética, en los Juegos Olímpicos de París 1924, fue una de las figuras locales. En la categoría de los semipesados ganó la medalla de oro.
A partir de allí, se cansó de romper récords en la disciplina. En esa misma década, ya era reconocido por haber levantado una barra de 118 kilos por encima de su cabeza. El punto que causó asombro es que lo hizo ¡con una sola mano!
En 1925 llegó a ser calificado como el hombre más fuerte del mundo, tras vencer en un duelo a su compatriota Ernest Cadine en una competencia celebrada en el Circo de Invierno de París. Vale destacar que Cadine era el campeón olímpico de Amberes 1920.
De levantador a luchador profesional:
Pero después de tantos récords rotos se cansó y en el año 1932 se convirtió en luchador profesional de wrestling. Pero su paso por ese show fue más breve. Aunque Rigoulot era bastante inquieto. La lucha y las pesas no saciaban su gusto por la adrenalina y también fue piloto de autos de carreras. Es más, en 1937 corrió las 24 horas de Le Mans.
Segunda Guerra Muncial:
Durante la Segunda Guerra Mundial fue miembro de la Resistencia francesa mientras los nazis ocupaban su país. Como no había récord mundial o hazaña deportiva que eclipsara su heroísmo para esta época oscura, Rigoulot se alistó en el ejército para defender a su país. Sin embargo, según cuenta la leyenda, el francés tuvo un altercado con un oficial alemán y fue encarcelado.
Escape épico:
El relato cuenta que se escapó de la prisión doblando los barrotes de hierro de su jaula con su brutal fuerza. Como si fuera poco, algunas lenguas cuentan que también forzó la de otros reclusos para que pudieran huir con él.
¿Pruebas de esto? No existen, es una leyenda urbana francesa que, con el paso de los años, se le ha ido añadiendo un interés importante. Tanto que al conversar con personas mayores en ciudades como Mentón, Niza o Cassis sobre la Segunda Guerra y los deportistas franceses, la historia de Rigoulot aparece casi en un abrir y cerrar de ojos. El devenir de los años, con las implicancias que tuvo semejante conflicto, hicieron lo suyo: amplificaron una leyenda urbana. Obviamente, el famoso mensaje de boca en boca ayudó a acrecentar el mito del hombre más fuerte del mundo.
Una vez finalizado el horror de la Guerra, Rigoulot se casó con la gimnasta Maga Roche y tuvieron un hija. Su primogénita, Dany Rigoulot, llevaba el deporte en las venas y fue patinadora artística, en tres ocasiones llegó a ser campeona nacional.
Pasados los años, se convirtió en director de una destilería en su país. Pero el 22 de agosto de 1962 falleció repentinamente a causa de un infarto.