Diez años después de su incorporación al equipo nacional de gimnasia de los Estados Unidos, Simone Biles anunciaba su renuncia a competir en medio de un Juego Olímpico. Una década en la que sucedieron muchas cosas, entre ellas sus 25 medallas mundiales y las siete olímpicas que la convirtieron en una leyenda.
En sus últimos años, y gracias a ese status de deportista de primer nivel logró dar batalla y visibilizar dos cuestiones en las que dejó el alma como lo hizo en cada competencia: los abusos sexuales dentro del equipo estadounidense y su decisión de no competir en las últimas pruebas de Tokio 2020 para proteger su salud mental. Su voz, su palabra, sus decisiones marcaron un camino que dejarán huella a futuro.
En medio de aquellos turbulentos años, y gracias a una aplicación para conocer pareja –Raya-, Biles conoció a Jonathan Owens justo antes de la pandemia de COVID 19, otro momento duro para la deportista. El jugador de la NFL no supo con quién estaba hablando: estaba intercambiando mensajes con la mejor gimnasta de la historia pero no la conocía. A fines de aquel año formalizaron la relación y en febrero del 2022 anunciaron su compromiso. Ahora llegó el momento de la boda.
Una sobreviviente
Así se definió Biles ante el Senado de los Estados Unidos siendo una de las voces más fuertes para seguir adelante con la denuncia que primero condenó a Larry Nassar, médico de la Federación de Gimnasia de los EE.UU., a 175 años de prisión pero que también expuso un perverso sistema que encubrió los abusos que se perpetraron durante dos décadas y por el que gozó de impunidad.
Fueron 150 atletas las que fueron víctimas del coordinador médico del equipo estadounidense y que presentaron declaración para que en 2018 Nassar fuera condenado. Utilizaba su figura de confianza para aprovecharse sexualmente de las deportistas, muchas menores de edad. Luego de la condena, ese mismo año, Simone Biles aseguró ser una de las tantas víctimas. “La mayoría de ustedes me conoce como una chica feliz, graciosa y enérgica. Pero en el último tiempo me sentí rota y, cuanto más trato de apagar esa pequeña voz en mi cabeza, más fuerte me grita. Ya no tengo miedo de contar mi historia. Yo también soy una de las sobrevivientes que sufrió abusos sexuales por parte de Larry Nassar”.
Que una figura de su talla se animara a declarar, exponiendo además a quienes lograron ocultar esos abusos, logró darle aún más visibilidad al tema. Biles abrió su corazón dos años después de sus cuatro medallas en Río 2016 y su último ciclo olímpico estuvo atravesado por su decisión de hacer pública su historia. Como la mayoría de las gimnastas que fueron atacadas por Nassar, ella también era menor y no entendió que se trató de un abuso hasta que lo compartió con una amiga y entendió a lo que había sido sometida.
Tiempo después pudo hablarlo con su madre adoptiva Nellie (su abuelo paterno Ronald Biles y su esposa la adoptaron junto con una hermana por los problemas de sus padres biológicos) y relatarle lo sucedido y comenzó su proceso de sanación, salir de una depresión. Aseguró que dormía mucho para evadirse. “Dormir era lo más parecido a la muerte para mí en ese momento. Era mi forma de escapar de la realidad”.
El último Juego
El 25 de julio del 2021, en los aplazados Juegos de Tokio, en la ronda de clasificación, Biles no se sintió cómoda compitiendo. Algunos días después se llevó un bronce en la barra, pero desistió de competir en los otros eventos, retirándose de la final por equipos primero y del resto después. Fue criticada y elogiada de igual manera. Los que querían verla brillar una vez más le exigían más medallas. Pero la discusión que se generó en los últimos Juegos Olímpicos valió mucho más.
“Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos. Y no sólo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, dijo en aquel momento. Y se convirtió en una exponente sobre la importancia de la salud mental. “Está bien no sentirse bien”. No era un rol que buscaba ocupar ya que en aquel entonces aún estaba lidiando con sus propios demonios y buscando su propio camino para sentirse mejor. Aquella renuncia fue un paso gigante en ese sentido.
Luego de su salida, Biles estuvo durante dos años trabajando con la app Cerebral, una plataforma sobre salud mental. Y se convirtió en oradora sobre estas cuestiones, referente para muchos deportistas que se sintieron identificados con las presiones que ella expuso en aquellos Juegos. La valentía de haber dado un paso al costado cuando no se sintió ella misma.
El después
Si bien la mayor parte del tiempo la ocupó en disfrutar de su ahora esposo y de organizar el casamiento, Biles no deja de participar en eventos y recibir reconocimientos. En el grabó el reality Daring Simone, en la que intenta diferentes disciplinas y actividades que nunca hizo. También recibió de manos de Joe Biden en la Casa Blanca la Presidential Medal of Freedom, una condecoración que se otorga a diferentes personalidades por contribuir socialmente en diferentes áreas. A los 26 años, Biles se convirtió en la más joven en recibirlo.
También dejó la firma Nike para sumarse a Athleta, marca deportiva de GAP, de quien es embajadora. También es el rostro de GK Gimnastic, que crea colecciones para gimnastas. Pero quizá su actividad más cercana a la gimnasia luego de los Juegos fue Gold Over America: algo de lo que la apasionaba lo lleva adelante como show.
“La gimnasia se cruza con un concierto de pop”. Se trata de un show que ella misma encabeza y en donde la acompañan más de diez atletas de elite -muchas de ellas olímpicas- montando un espectacular evento de gimnasia, música, brillos que busca llevar su deporte a otro nivel e inspirar a las niñas a seguir ese camino, luego de haber sido golpeado por las noticias que ella misma protagonizó. El resurgir de la gimnasia en los Estados Unidos.
Mrs. Owens
En sus redes sociales ya no es solo Simone Biles. Ahora sumó el apellido de su esposo. Y colmó sus @ de viajes acompañándolo en sus partidos de la NFL y organizando su casamiento, que fue en el mes de abril por civil, en Houston y que celebraron en mayo en Cabo, México, frente a tan sólo 144 invitados.
Su ceremonia, la elección del vestido y la fiesta fueron seguidos muy de cerca por la revista Vogue. “Excedimos tanto el presupuesto que decidimos que ya no había presupuesto”, dijo ella. Tras la boda, partieron hacia la luna de miel. Aunque Nellie aún sueña con verla una vez más compitiendo en París 2024, Simone hoy disfruta de una vida fuera de la competencia, alejada de las presiones y no parece estar pensando en regresar.