Tanto esperó Yerry Mina, y toda Colombia, por volver a jugar en Barcelona tras aquel empate sin goles ante Getafe, que marcó su debut en La Liga de España, que en la final de la Supercopa de Catalunya ante Espanyol, en la que Valverde dispuso un equipo más “C” que “B”, no se guardó ni un solo detalle de su repertorio.

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El cafetero, primero en integrar las filas del club culé, empezó a entender que deberá aprovechar cada oportunidad como si fuera la última. Esto es algo que históricamente la ha pasado a muchos futbolista que han jugado en los clubes más importantes del mundo. Sin embargo, YerryMina cuenta con un aliado que muy pocos han tenido de su lado: las redes.

Hasta ahora, el mayor exponente de esta misteriosa simpatía que va más allá de las virtudes futbolísticas había sido Javier Chicharito Hernández. Un ejemplo basta para probarlo: en su primera temporada como jugador del Bayer Leverkusen, fue elegido prácticamente todas las semanas como el mejor jugador de la jornada. ¿Por qué? Porque la Bundesliga dejaba esta votación en manos de sus seguidores, a través de su variedad de redes sociales oficiales.

El mexicano, sentado en el banco de suplentes de Real Madrid, de Manchester United o del Leverkusen; generaba mayor interacción que un gol de Lionel Messi y de Cristiano Ronaldo (y eso que estamos hablando de otros dos gigantes mediáticos). Un gol errado podía valer lo mismo que uno convertido. Un gesto. Un mensaje en Instagram. Una ruptura. Y hasta la nada misma. Todo se volvió viral de la mano del Chicharito.

Ayer, con su producción en la final de la Supercopa de Catalunya. Yerry Mina dejó avisado al mundo de que empezará a transitar por el mismo camino. Un quite, una pisada, un gol en la definición por penales y su baile posterior, la foto con el trofeo y la medalla, su mensaje en Instagram… Todo fue viral, todo le dio la vuelta al mundo cuando, a priori, el partido tenía trascendencia para pocos más que quienes lo disputaban.

Ernesto Valverde, que no tiene por qué trabajar para los medios de comunicación, lo seguirá relegando de momento de las competencias más importantes que Barcelona tiene en el horizonte. Las redes, que ya habrá notado usted todavía están lejos de ser el pueblo, lo seguirán pidiendo. Y el boom mediático se retroalimentará de cualquier escena ajena a la producción del colombiano en el campo de juego… Y estallará cuando pise el césped. Todo hasta que este mundo cruel nos regale un nuevo personaje para explotar.