El partido en puerta era contra Veracruz en el Estadio Jalisco. Armando Navarrete, arquero titular del Atlas, se había lesionado. Fernando Quirarte, director técnico del equipo, no lo pensó dos veces: tenía que recurrir a su segundo portero, un joven sin experiencia en primera división.
Delgado, de poca corpulencia, pero con facultades para salir y buenos reflejos, Jesús Corona recibió la noticia de que era momento de debutar. Cobijado por una defensa encabezada por Mario Méndez y Fernando Salazar, el guardameta tenía la misión de proteger su meta ante el peligro que generaban Carlos Cassartelli y Martín Rodríguez.
Sabedor de que Veracruz iba a buscar aprovecharse del debutante, sobre todo con tiros de larga distancia para que cometiera un error, Quirarte y la ofensiva delineada con Juan Pablo Rodríguez, Carlos María Morales y Daniel Osorno, apostaron por atacar para impedírselo.
El 15 de febrero de 2003 Jesús Corona debutó como portero titular del Atlas para atestiguar cómo sus compañeros jugaron casi todo el partido a la ofensiva y así mantener ocupados a los Tiburones Rojos. En los pocos intentos del rival por hacer daño, la defensa rojinegra cortó los avances con facilidad.
Ya con el juego resuelto mediante un 3-0 a favor, Atlas le cedió la iniciativa a Veracruz en los últimos minutos para que se acercaran a la portería protegida por Corona; Quirarte selló el resultado, renunció a un cuarto gol y permitió que el joven portero también fuera probado por el contrario para que cobrara confianza.
Esos pocos minutos le significaron intervenciones al debutante para mantener su portería en cero, detuvo todos los balones que llegaron a su arco. La seguridad demostrada en ese breve tiempo concedido a la embestida jarocha, le valió para aclarar dos detalles en Atlas: una joya habían moldeado en su cantera y Corona no estaba para ser suplente, sino titular. Y no se equivocaron.