Puede que en la totalidad de los dos partidos que disputó Perú haya merecido mejor suerte. Pero sobran ejemplos para demostrar que cada cuatro años, en un Mundial, poco terminan por importar los merecimientos. Y el seleccionado criollo, que en Ekaterimburgo sumó su segunda derrota consecutiva, tuvo que despedirse con el alma rota de toda posibilidad de colarse en los octavos de final de la competición.

El inicio del encuentro tuvo tanta intensidad como nerviosismo y fueron los dirigidos por Ricardo Gareca quienes quisieron tomar el protagonismo. Pero el intento duró apenas 10 minutos, hasta que un remate lejano de Paul Pogba que se fue rozando el poste dio aviso del peligro que eran capaces de generar los franceses.

Casi de inmediato, probó Varane de cabeza y Griezmann con un remate que desactivó Gallese. Francia ya era superior, aunque una maniobra aislada de Paolo Guerrero a los 30′, ganándole la posición a Umtiti y a Varane, bien pudo cambiar la historia si el delantero hubiera podido alejar algo más su remate del cuerpo de Lloris.

A los 34′ llegó el golpe de nocaut, ese del que Perú no pudo recuperarse pese a haberse mantenido de pie. Giroudremató ante la marca con tanta fortuna que el balón realizó una parábola que superó incluso la posición de Gallese, permitiéndole a Mbappé empujar el balón al contacto con la red y desatar el festejo francés.

Gareca buscó reacción en el complemento con los ingresos de Santamaría y Farfán, pero fue un remate de Aquino que reventó el travesaño el que casi le devuelve el alma al cuerpo a los peruanos. Desde allí buscó Perú, pero con la desesperación como mayor escollo incluso que la defensa francesa. Hasta que llegó el pitido que lo derrumbó todo.