Parece surrealista pero ocurrió. Un torneo de polvo de ladrillo, el ATP Challenger en Praga, debió definirse en una cancha de cemento. El austríaco Sebastian Ofner, actual 147 del ranking mundial, se imponía 4-0 y 15-0 la final ante el local Dalibor Svrcina, 213 del mundo, y la lluvia obligó a postergar el torneo que repartió 45.730 euros en premios.

Fue tan intensa la lluvia que dejó completamente inundada la cancha. Por ello, la organización tomó una decisión impensada: cambiar de escenario por uno diametralmente opuesto al que, en rigor, se estaba desarrollando el torneo.

Como las inclemencias climáticas no iban a cesar, el encuentro no se pospuso y lo cambiaron de locación. Pasó, sin más, de polvo de ladrillo por uno de cemento o pista dura. De una cancha de tenis clásica a una cancha dentro de un complejo polideportivo público, con aros de básquet a los costados y arcos de handball a un costado, como testigos de una infrecuente final de tenis. Ofner, de 25 años, finalmente, se quedó con el partido y con el título por 6-0 y 6-4.