En la Argentina siempre se festejó esa locura de Marcelo Bielsa como un folclore. Le fue a mirar las piernas a Mauricio Pochettino a las 5 de la mañana, le pidió al papá que le saque la frazada para dar las piernas y siempre se hizo un culto a esa locura del DT que hasta ahí es simpática.
Ahora, lo que cuenta Suárez sobre que lo convocó en noviembre del 2023 y no le habló personalmente hasta junio de 2024, es inadmisible. Porque vos podés saber que es un loquito si se quiere, pero tenés que ser una persona educada y respetuosa. Si vas a convocar a una leyenda, a un capitán, a un goleador histórico, lo tenés que saludar, lo tenés que recibir.
Obviamente, le tenés que explicar tu proyecto. “Mire Luis, yo lo quiero para 15 minutos, lo necesito 20 minutos, va a ser suplente de Darwin, algún partido va a jugar doble 9, lo convoco para que tire el grupo para adelante”, lo que sea, pero le tenés que hablar, lo tenés que respetar, no como hizo Bielsa con Suárez, ni con el chico Canobbio.
Ahora, yendo a los bielsistas, porque como nunca hubo muchos títulos para celebrar, salvo un ascenso del Leeds, los fanáticos valoraban la cuestión humana, el trato al jugador, el respeto a la persona, el legado, el mensaje. Pero lo que dice Suárez, lo que dice Canobbio y buena parte de la Selección que avala a Godín, que avala a Valverde, que avala Nández, que avala a Rochet, tira por la borda todo eso que se construyó del bielsismo.
Se arreglará en Uruguay, veremos qué pasa en esta doble fecha de Eliminatorias. Ahora, lo que yo creo es que el plantel uruguayo le está diciendo a Bielsa, cambiá o te limpiamos, cambiá o estás afuera. Con estas reglas no te queremos en la selección celeste.
A mí me parece que lo que parecía que era un Suárez despechado porque no jugaba, un Canobbio despechado porque no lo ponían, termina siendo un boicot de gran parte de la selección que veremos si Bielsa puede soportar.