En Córdoba, la final era un constante bostezo. A pesar de que Boca y Tigre habían amagado con algunas situaciones de gol, la pólvora se encontraba mojada y la definición no estaba calibrada.

Si bien el conjunto dirigido por Battaglia era un poquito más que los de Martínez, le costaba generar el juego porque no lograba tener la posesió. Pero utilizó la pelota detenida para romper el cero y así darle una alegría parcial a los fanáticos que llegaron hasta el Mario Alberto Kempes.

Tras el córner de Sebastián Villa, Marcos Rojo saltó más alto que sus rivales y metió un fortísimo cabezazo, bien direccionado para que Gonzalo Marinelli no llegara a tener una mínima respuesta. Pero el ex arquero de River fue un actor fundamental en la jugada: la flojísima respuesta que tuvo no pudo evitar que la pelota le venciera las manos y que la pelta cruzara la línea de cal.

Sobre el final de la primera etapa, el Xeneize logró destrabar el encuentro y se fue tranquilo al descanso, para reordenar las piezas y poder ampliar la diferencia. Con el tanto conseguido, el ex Manchester United pudo celebrar su tercer gol con la camiseta de Boca, en 45partidos disputados.