Fiel a su historia y a su estilo. La consagración de Estudiantes allá por finales de 2006 tuvo mucho de épica. Un equipo que se fue moldeando a gusto de su entrenador a medida que fue avanzando el campeonato, pero siempre remando de atrás, porque Boca era el máximo candidato al título, ya que venía de ganar los dos campeonatos anteriores de forma consecutiva.
Se trató del primer desempate en la historia de los torneos cortos. El lugar elegido fue la cancha de Vélez y allí, el Pincha supo aprovechar su mejor momento, ante un rival que ya no tenía al Coco Basile -había asumido como DT de la Selección Argentina- y con Ricardo La Volpe al mando, no pudo cuidar la gran ventaja que llevaba en la tabla de posiciones.
El conjunto dirigido por el Cholo Simeone conseguiría rubricar su obra, dando vuelta el resultado para terminar imponiéndose al Xeneize por 2 a 1. Antes, durante y en el medio de ese desenlace, hay un montón de incidencias e historias, que merecen ser recordadas. Repasamos Estudiantes-Boca 2006, una de las definiciones más emotivas del fútbol argentino.
El regreso del ídolo
Desde el comienzo mismo, no fue un semestre igual que otros para Estudiantes. Este Torneo Apertura tuvo numerosas aristas que le daban otro valor, principalmente por la conformación de un plantel memorable. El principal motivo de esto: la vuelta de la Brujita Juan Sebastián Verón al club de sus amores, que terminaría potenciando al resto del grupo.
Además, la dirigencia apostó por la figura de un DT y un cuerpo técnico que demostraron estar a la altura, pero que recién daba sus primeros pasos en un banco de suplentes. Diego Simeone se había retirado ese año en Racing para hacerse cargo de la parte futbolística del club de Avellaneda, que institucionalmente vivía momentos complicados. Con ese puñado de partidos encima, llegaba para conducir a este renovado elenco pincharrata.
Remontada memorable
Más allá de sentirse un equipo con potencial para estar en la pelea y después de un inicio prometedor, algunas derrotas generaron dudas sobre las posibilidades del equipo. Del otro lado, Boca tenía un arranque arrollador, continuando con el perfil de la temporada anterior, aunque antes de la mitad del certamen recibiría una noticia inesperada. La salida de Basile al seleccionado trastocó la tranquilidad que vivía por entonces.
A partir de eso, la historia empezaría a emparejarse. Mientras Boca, fecha a fecha comenzaba a mostrar más debilidades y perdía puntos por el camino con su nuevo entrenador, Estudiantes daría inicio a una racha infernal que, después de mucho transpirar, lo llevaría a alcanzar el primer puesto de la tabla.
Fueron 10 triunfos consecutivos del Pincha, que incluyeron el inolvidable 7-0 a Gimnasia en el clásico platense, un gol de Ignacio Piatti sobre la hora en Rosario ante Newell’s y el milagro contra Arsenal en la última fecha, al que recién pudo quebrar en el cierre del juego. Claro que, el Xeneize también hizo su parte para que esto suceda, ya que necesitaba sumar apenas un punto para confirmar el tricampeonato y perdió las dos últimas fechas, ante Belgrano en Córdoba y con Lanús en La Bombonera.
Cara a cara
Miércoles 13 de diciembre. Por la tarde, el estadio de Vélez repleto. Apenas pasaron poco más de 48 horas de lo que había sido un desenlace insólito del torneo. Boca tuvo muy poco tiempo para asimilar lo que estaba sucediendo: había tenido todo para consagrarse y ahora debía ser parte de esta definición.
Se veían las caras para resolver cuál de los dos era el mejor del campeonato. Si el poderoso, que llegaba con dramas internos y alicaído futbolísticamente, o el elenco platense que había dado muestras sobradas de coraje y que transitaba su mejor versión del semestre. Las cartas ya estaban echadas, y aunque la lógica marcaba una tendencia, era cuestión de ver quien tendría una jornada positiva.
Boca pegó primero
Boca golpeó en frío. A los 3 minutos, en una maniobra bien elaborada en la que Guillermo Barros Schelotto hizo la pausa para que Pablo Ledesma pique por la izquierda, éste colocó el centro hacia Martín Palermo, que con pierna derecha abrió el marcador -el goleador no lo gritó, por su pasado en el club-. Fortalecido por la diferencia, los de la Ribera jugaron con mayor aplomo y manejaron mejor la pelota.
Con el correr de los minutos, el conjunto platense ganó metros en el terreno y contó con buenas oportunidades. Aunque la mayor incidencia llegaría recién antes del cierre de la etapa, los dos se quedarían con diez jugadores porque el árbitro Sergio Pezzotta expulsó a Pablo Álvarez y a Ledesma, que se agredieron mutuamente. En medio de eso, los hasta ese momento amigos, Verón y Palermo, vivieron un encontronazo. La Bruja le recriminó el gol con frases como no nos podés hacer esto o no le podés hacer esto a Estudiantes.
Monólogo Pincha
En el segundo tiempo la historia fue otra: prácticamente un monólogo de Estudiantes, que manejó el juego de punta a punta con la solidez de su bloque de mediocampistas. Nunca se desesperó y dejó la sensación que en cualquier momento sus goles iban a llegar.
En cambio, Boca no quiso jugar. Se retrasó, no encontró la fórmula para salir de contraataque y terminó deambulando por la cancha como una sombra. El empate llegó a los 19 minutos a través de un tiro libre perfectamente ejecutado por el Principito Sosa por encima de la barrera a la derecha de Aldo Bobadilla.
Ganó el mejor
El partido transcurría, todo seguía siendo de Estudiantes y el gol cayó de maduro. A los 35 minutos, en una acción que pintó a las claras la actitud con la que estaban jugando uno y otro, Mariano Pavone picó en busca de una pelota que parecía perdida, ganó entre dos defensores de Boca, cabeceó por encima de la dubitativa salida de Bobadilla y definió perfectamente para poner a su equipo en ventaja.
En el último segmento, Estudiantes continuó manejando la situación ante un rival sin alma y hasta pudo haber ampliado la ventaja, porque cada avance cerca estuvo de terminar en la red. El equipo del Cholo se sobrepuso a la temprana desventaja, fue creciendo con el transcurrir del encuentro e impuso un abrumador dominio en la etapa final, frente a un rival que, como contrapartida, fue quedándose sin reservas futbolísticas y anímicas, hasta parecer derrotado antes de la finalización del juego.
El conjunto de La Ribera llegaba como líder y en las últimas fechas perdió la ventaja, por lo que La Volpe se animó a afirmar antes del desempate: “Si pierdo la final, me tengo que ir”. De esta manera, el Bigotón le ponía punto final a un paso por la Ribera que solo trajo desilusiones y hoy se convirtió en un mal recuerdo.
De esta manera, el cuadro platense coronaba una magnífica campaña, que le permitiría gritar campeón por cuarta vez en su historia y hacerlo luego de 23 años de sequía. Un grupo que creyó, que jamás se dio por vencido. Un plantel de héroes que le dieron a una generación de pinchas la posibilidad de verlo levantar un título ante uno de los grandes del fútbol argentino.