Lo que ocurrió en Avellaneda con la clasificación de Racing sobre Corinthians en la Copa Sudamericana es fútbol en estado puro. Los que querían echar a Gustavo Costas y a Juanfer Quintero, los terminaron ovacionando.

Juanfer demuestra que a los grandes nunca hay que darlos por muertos. A mitad de año, parecía que el colombiano se iba, que estaba desenfocado, que no tenía ganas, que no entrenaba, que no quería estar más en Racing y en la semifinal tuvo una actuación colosal, de categoría, que hizo recordar al Juanfer de Madrid.

Cierra todo. Final de Copa Sudamericana ante Cruzeiroy con Gustavo Costas en el banco. El hijo de la casa, la mascota del 66. Qué feliz me pone que a un buen tipo le vaya bien y que encima consiga esto después de haber sido el técnico más criticado del año.

En este contexto, Costas fue el único que pudo llevar a un equipo argentino a una final continental, mientras el resto son todos brasileños. Bien por la gente de Racing de ovacionarlo a él y a Juanfer, pero párrafo aparte para Gabriel Arias, quien si bien tuvo responsabilidad en el gol de Corinthians, salvó a su equipo en un par de ocasiones de que le conviertan el segundo y fue vital.

Ramón, no hay que cacarear y vender humo porque ahora te quedaste afuera, pese a que tenés un equipo lleno de figuras.

Además, me pone contento por Víctor Blanco, el mejor presidente de la historia de Racing que yo conozco y al que esta clasificación le da un impulso para las elecciones de fin de año.