El pasado lunes se cerró la Liga Profesional. El domingo había sido campeón Vélez, pero el lunes se completaron los últimos dos encuentros de la jornada 27 y uno de ellos no estuvo exento de polémicas. Independiente Rivadavia de Mendoza recibió a Deportivo Riestra y el partido terminó 0 a 0, aunque con un fallo arbitral insólito sobre el final del encuentro que perjudicó claramente a los locales.

A falta de diez minutos para el cierre del partido, Mauricio Cardillo anotó un golazo de cabeza para que Independiente Mendoza se ponga en ventaja, pero el árbitro del partido -Juan Pafundi- decidió revisar a instancias del VAR por una posible falta previa en las inmediaciones de la otra área. El gol se terminó anulando por un offside de Jonathan Herrera, atacante de Deportivo Riesta, una situación totalmente insólita que solamente en el fútbol argentino sucede.

Como era de esperar, esta decisión trajo mucha bronca en los hinchas de Independiente Rivadavia que en ese instante se hicieron sentir en las tribunas con insultos al árbitro del encuentro por la decisión que había tomado, pero la cosa no quedó ahí. Una vez terminado el partido, algunos se hicieron presentes en las cercanías del micro que iba a trasladar a los jugadores de Deportivo Riestra y hubo incidentes.

Los jugadores del Malevo provocaron a los hinchas locales

El enojo de los hinchas de Independiente Rivadavia se hizo sentir minutos después del partido y hubo insultos a los jugadores de Deportivo Riestra que estaban en el micro esperando a que llegue la totalidad del plantel para poder irse. Los fanáticos de la Lepra acusaban de haber sido robados y algunos futbolistas del Malevo no tuvieron mejor idea que echar más leña al fuego y provocarlos con sonrisas y algunos gestos inapropiados.

De más está decir que tampoco estuvo bien que los hinchas se hayan acercado al micro visitante a insultar y el pagar una entrada no habilita a hacer eso, pero un profesional debería hacer oídos sordos y seguir en lo suyo sin siquiera mirar a quienes están enojados. Esa actitud sobradora no colabora en absoluto en bajar los decibeles en una sociedad que, en muchos casos, vive al fútbol con una intensidad alta.