-Hola, Enzo, ¿cómo estás? ¿Vos querés volver a River?
-¡Sí, claro! ¡Voy! ¿¡Cómo no voy a ir!?
Habían pasado menos de 48 horas del festejo por la obtención del Trofeo de Campeones cuando a Enzo Pérez le sonó el teléfono y se le dibujó una sonrisa en el rostro apenas vio en la pantalla de su celular quién era el que estaba llamando. “Marcelo Gallardo” leyó y no tardó en deslizar hacia arriba el botón verde para atenderlo. No necesitaron hablar demasiado para que uno propusiera y el otro respondiera. “En 30 segundos ya se había resuelto todo”, le confiaron a BOLAVIP sobre cómo se gestó el esperado y a la vez sorpresivo regreso del mendocino a River.
Sorpresivo porque la confirmación mediática se dio el jueves 2 de enero cuando llegó directamente a la Clínica Rossi para realizarse la revisión médica. Hasta esa mañana todavía se especulaba con su vuelta. “No le dije nada a nadie. Se enteraron todos cuando me vieron en la clínica. Ahí recibí mensajes de algunos puteándome porque no había avisado nada. Pero quería que fuera todo así, como se dio, de un día para el otro”, contó Enzo en una entrevista con Olé.
El llamado de Gallardo un día antes de Nochebuena
El sábado 21 de diciembre habría sumado una estrella para Estudiantes y el lunes 23, poco antes de Navidad, fue el Muñeco la estrella que iluminó la cara de último ídolo millonario. Claro que charlaron mucho más que esos 30 segundos. El “sí, claro” fue el inicio de una conversación más extensa entre dos personajes que se conocen de memoria y que, a pesar de tener fuertes personalidades ambos, supieron generar una afinidad extraordinaria. El primer paso (y el más importante) ya se había dado. La vuelta a River era un hecho. El mejor regalo que podía traer Papá Noel, aunque Enzo eligió no ponerlo en el arbolito.
“No digamos nada, total lo mío lo arreglamos fácil”, fue el pedido que le hizo a su representante cuando le avisó, horas antes de Nochebuena, que había recibido el llamado de Gallardo. Pasaron los brindis, pasó la Navidad y recién después se dieron los primeros contactos para hablar del contrato y los números. Pero todo estaba tan encaminado a partir del deseo de ambas partes que no fueron necesarias demasiadas charlas.
Mariano Barnao, ex gerente de Fútbol de River y actual mano derecha de Gallardo en todo lo que tiene que ver con la coordinación del cuerpo técnico, fue parte de esa gestión. Gonzalo Mayo, el abogado del club, preparó los papeles y el ida y vuelta fue tan sencillo que el 30 de diciembre ya estaba todo listo. Fue ahí cuando Enzo Pérez sí les contó a Enzo Santiago y Pía, sus hijos, que volvía a ponerse la banda roja.
Los dos, fanáticos de River, lloraron de la emoción. Enzo y su esposa Florencia tampoco pudieron contenerse al ver esa reacción y terminaron los cuatro abrazados, a pura lágrima. Pero de felicidad. Ya en el brindis de fin de año fue con la buena noticia en boca de todos, aunque con el pedido de que a nadie se le escapara ni una palabra. Del lado del club también eran pocos los que sabían que estaba todo cocinado.
Por eso la noticia de que Enzo Pérez volvía a ser parte del River de Gallardo pudo estar bajo llaves hasta esa mañana del 2 de enero cuando el mendocino llegó sonriente a la revisión médica. Cada cara de sorpresa que veía era un poco más de disfrute. “No quería que se hablara del tema porque ya venía de un año comentándose muchas situaciones”, confesó después, cuando ya no tuvo nada más que esconder.
