La enfermedad lleva cuatro años, pero en realidad data de cinco años atrás, desde la derrota de Madrid para acá. Este mal que padece Boca Juniors es el de jugar mal al fútbol. Viene de arrastre del último año de la gestión de Daniel Angelici, para los mal pensados que creyeron que era una columna para pegarle sólo a Román.

Gustavo Alfaro, entrenador con que comenzó este declive, se encontró con un barco hundido y sacó buenos resultados, pero el juego de su equipo nunca fue brillante, distando mares de enamorar al hincha xeneize. Lo que lo estigmatizó fue el planteo en el Monumental por la Superliga jugando con Franco Soldano de número 8.

Con la llegada de Riquelme al fútbol boquense todos creímos que esto iba a cambiar, pero nos llevamos una ingrata sorpresa. Su primera elección de entrenador fue la mejor, Miguel Ángel Russo, campeón de la Libertadores 2007, tipo de experiencia, conocedor del mundo Boca. Su comienzo no pudo ser más efectivo: le arrebató la Liga al River de Marcelo Gallardo en la última fecha, cosa que jamás había ocurrido en el fútbol doméstico y su Boca jugaba relativamente bien. A punto tal que arribó a la semi de la Libertadores en la que Frank Fabra se hizo expulsar en Santos.

Luego, Román colgó a Pol Fernández que había sido figura en 2020. A pesar de eso, ganó la Copa Maradona ante Banfield por penales. En fin, una muy buena temporada con la MVA (Medina, Varela, Almendra) del mediocampo incluida.

En sus años de gestión, Riquelme no ha logrado que Boca juegue bien al fútbol

En sus años de gestión, Riquelme no ha logrado que Boca juegue bien al fútbol

Pero, en 2021 se quedó sin juego. Lo eliminó el Atlético Mineiro por penales en octavos de final de la Copa Libertadores y gracias a un Agustín Rossi estelar pudo eliminar dos veces al River de Napoleón por penales, una en Copa de Liga y otra en Copa Argentina. Pero, el fútbol del equipo era tan mediocre que el Consejo decidió echar a Russo en contra de la voluntad del presidente Jorge Amor Ameal.

La llegada de Sebastián Battaglia impuso un aire fresco con los pibes Luis Vázquez y Exequiel Zeballos. Sin embargo, al poco tiempo Riquelme le bajó a los jugadores del micro al DT y exterminó su relación él. A pesar de eso, Boca se las ingenió para ganar la Copa Argentina sin patear al arco ante Talleres, como así también la Copa de la Liga 2022.

Una nueva eliminación en octavos de final por la Libertadores, otra vez por penales ante un conjunto brasileño, Corinthians, hizo que echen a Battaglia en una estación de servicio.

Su reemplazo fue el Negro Ibarra, otro ídolo de la casa, con quien Boca ganó la Liga 2022 y la Supercopa frente a Patronato, pero el equipo jugaba tan mal que a Román no le quedo otra que echar a su hermano Hugo Benjamín.

Con Almirón, la enfermedad de jugar persistió, tanto fue así que en la cancha de River casi no pasó la mitad de la cancha y llegó a la final de la Libertadores en el Maracaná gracias al milagroso Chiquito Romero. Consumada la derrota frente a Fluminense, Almirón renunció antes que lo echen.

Ahora, con Diego Martínez todo sigue igual. Boca no encuentra funcionamiento ni juego, y así será difícil ganar el clásico y soñar con la séptima, hasta que Román, gran responsable de los últimos 4 años, donde gana títulos y echa técnicos, encuentre al médico que cure a Boca de esta enfermedad de jugar mal al fútbol, ¿quién será?