Durante los últimos días, la máxima preocupación de Boca se centra en hacerle frente a equipos como Benfica y Bayern Múnich para meterse en los octavos de final del Mundial de Clubes. La misma situación ocurre con el resto de participantes, menos uno. Hay una excepción a la regla: Auckland City, el otro integrante del grupo C. ¿Su prioridad? Volver a casa y retomar su vida cotidiana. Porque, para ellos, el fútbol es apenas una pasión fuera del horario laboral.
El equipo proveniente de Oceanía es el único amateur que participa del torneo. Sí, sus jugadores no son profesionales. No viven del fútbol. Únicamente perciben un viático, lejos de los contratos millonarios. Por ende, cada uno tiene trabajo su propio trabajo y patean la pelota en sus ratos libres. Y para poder hacerlo en Estados Unidos, debieron pedir vacaciones en sus respectivos empleos.
“Eligieron tomarse el mes. Ahora, por suerte, todo el mundo estará disponible y con mucha ilusión. Yo creo que el problema este año va a ser más cuando volvamos, que va a ser una bajona“, le contó el español Gerard Garriga a OIé. Y esa diferencia quedó a la vista desde el debut: fueron aplastados sin piedad por el Bayern Múnich en un 10 a 0 histórico.

Auckland City, el equipo no profesional que comparte grupo con Boca, Bayern Múnich y Benfica (Getty Images).
Las profesiones a las que se dedican los jugadores del Auckland City
Aunque las diferencias deportivas y económicas con el resto de los clubes son abismales, el plantel de Auckland probablemente esté viviendo una de las experiencias más inolvidables de su vida. De hecho, en apenas unas semanas, el arquero Conor Tracey pasará de enfrentar a Harry Kane a atender clientes en una ferretería.
La misma línea siguen sus compañeros: los defensores Rengont Murati, Adam Mitchell y Boxall, por ejemplo, hacen las veces de controlador de pedidos, agente inmobiliario y agente de seguros, respectivamente. Aunque otros también logran ganarse la vida con el fútbol. Es que Den Heijer (defensor), Garriga (volante) y David Yoo (delantero) son entrenadores de las inferiores del club y también tienen acuerdos para dar clases en varios colegios.

Heijer, entrenador de inferiores, intentando evitar los goles del Bayern Múnich (Getty Images).
Por su parte, el capitán Mario Ilicich, mientras reparte ordenes como volante, también es jefe de ventas de Coca Cola. Myer Bevan, el delantero centro, es entrenador personal. Dylan Manickum, mediocampista, trabaja como asistente en una obra y además juega al futsal, disciplina en la que ostenta el récord de partidos con la selección de Nueva Zelanda. Difícil de creer, pero real.
Igualmente, el caso más curioso le pertenece al lateral izquierdo Nathan Lobo, a quien en su regreso lo esperan los libros. Sí, es estudiante universitario en Auckland a la vez que también es internacional con la Selección Sub 23 de su país. Una vida entre las aulas y la pelota.

Lobo, el estudiante universitario que debió marcar los desbordes del Bayern Múnich (Getty Images).
Por ahora, las preocupaciones laborales quedaron en pausa. Su próximo objetivo será enfrentar a Ángel Di María y su Benfica, para luego hacer lo mismo con el Boca de Russo, el martes 24 de junio. Una seguidilla tan exigente como inolvidable, que posiblemente corone las vacaciones más exóticas de sus vidas. Ideales para cuando sea necesario volver al ruedo laboral y alejarse de las canchas.

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