El hincha de River quiere resultados y ver jugar bien al equipo. Y, por ahora, ninguna de las dos premisas se cumplen en este nuevo ciclo de Marcelo Gallardo como entrenador.
El Muñeco ya palpa que perdió la unanimidad entre los fanáticos, eso no le gusta y lo pone nervioso. Napoleón estaba en otra esfera, ninguna decisión se le cuestionaba en el pasado, pero ahora eso se terminó. Queda en evidencia cuando los plateístas le gritan que haga cambios, le reprochan sus decisiones y desde las tribunas suena el famoso “Movete dejá de joder”.
El hincha de River, que mete casi 90 mil personas por partido en el Monumental, sabe que con los 70 palos verdes que Jorge Brito le puso al DT para fichar refuerzos de jerarquía, el equipo debería jugar mucho mejor de lo que lo hace, además de ganar mucho más de lo que gana.
El miércoles comienza la Copa Libertadores para el Millonario, en Perú ante Universitario. La competencia que por culpa del propio Gallardo se transformó en una obsesión para River y su gente le exige resultados en el plano continental, así como también lo hará en el Mundial de Clubes de Estados Unidos.
Al hincha no se le puede pedir nada más: tuvo paciencia estos 8 meses, se bancó la eliminación de la Libertadores frente a Atlético Mineiro por paliza, no puteo a nadie, se aguantó no pelear la Liga pasada, perder una final increíble con Talleres y ahora merece que le devuelvan tanta fidelidad con triunfos y buen juego.
A Gallardo nunca le sacarán la estatua, siempre lo ovacionarán antes de los partidos, pero hoy rinde examen todos los domingos como cualquier otro entrenador, como cualquier otro mortal.

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