“Mamá con todo”. “Mamá, salí tranquila la primera vuelta, y la segunda, a 120”. El mensaje de Milo tenía una destinataria: Florencia Borelli, su mamá. El deseo, en forma de dibujo al que le sumó dos frases, llenaron los ojos de alegría a Florencia. Restaban dos días para el Maratón de Buenos Aires y la casa de Leo Malgor, su entrenador, ofició de cuartel táctico de operaciones. Una charla presenciada por un nene de 6 años activó el espíritu voraz de su madre.

Sabía que ese domingo, el pasado 10 de octubre, debía ser su gran día. Y lo fue, claro. Con 2h32m27s se quedó con la Maratón de Buenos Aires 2021. Se lo debía a ella, pero también a Milo. “Tengo las dos notitas como una motivación más para hacer lo que hago”, le dijo Borelli a Por Deporte, el programa de radio que regresó en las plataformas de Relatores. “Nunca me sentí culpable de dejarlo. Ahora, que es más consciente, le explico. Eso me permitió hacer preparaciones lejos y qué él esté en su mundo, con sus cosas. Y cuando yo estoy con él, así, puedo disfrutarlo. Ser madre te potencia un montón. Milo me hizo madurar y tomarme muy en serio mi trabajo de atleta. Pero también me enseñó a disfrutar de las competencias. Antes no lo hacía porque soy muy exigente. Hoy sé que si lo diste todo al intentarlo, está bien. Y que puede salir mal, porque no somos infalibles. Nunca vi a la maternidad como algo que me frenara. Es espectacular”, detalló la marplatense de 28 años (30 de octubre de 1992).

Si bien este no fue su debut en la distancia, lo concreto es Borelli  ganó los 42K de Mar del Plata 2012 con 3h04s17. En aquella ocasión fue más por una necesidad económica que por una cuestión deportiva. El premio de entonces (10.000 pesos de entonces, poco más de 2000 dólares, según su valor nominal de aquel año) le servía, le sirvió, para parar la olla en su casa. Su situación no cambió. El deporte, tampoco. Su mirada, mucho menos. Florencia sabe que la potencia y la velocidad de sus piernas son su mayor y mejor herramienta de trabajo. No suele consumir atletismo. Lo visualiza como su trabajo. Ni más, ni menos. Su vida pasa por otro lado.

“Hasta el kilómetro 28 iba pensando que quería demostrarle a Leo que estaba equivocado porque él me dijo que corriera para 2h38m. Después me enfoqué en mantener el ritmo, porque dije 'Si me muero acá, le voy a dar la razón'. Me gusta que me desafíen y desafiarme a mí misma. Soy una corredora súper ambiciosa. Y eso fue un poco lo que pasó el fin de semana. Lo que dijo Leo lo cuento como chiste y lo estuve cargando un montón, pero la verdad estoy súper orgullosa, no solo del tiempo, sino de haber terminado la carrera. Está bueno ser un ejemplo de que las cosas a veces pasan, de que hay que soñar y ponerse firme en las decisiones que uno toma, sin fijarse en lo que digan los demás", contó.

Para Borelli, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 son parte del recuerdo. Los dejó atrás ni bien supo que no podría ser parte de la mayor fiesta y evento deportivo a nivel planetario. “Me lo tomé de manera natural. Luché hasta el final. No se tenía que dar y listo, ya está. No me guardé nada. No me quedo con el pasado. No es algo que me pese no haber podido clasificarme para Tokio. Por eso, sentimos que se había cumplido un ciclo. Fue muy duro el golpe de quedar tan cerquita, pero ya pasó. Todo ese tiempo en pista me ayudó y me formó como atleta, pero era el momento de un cambio. De empezar a correr algún maratón y buscar nuevos desafíos”, detalló la marplatense que entrena con Malgor desde los 9 años junto con su hermana melliza Mariana, vigente campeona nacional en 1.500 metros, con quien mantiene una relación “súper sana, compartimos muchas carreras juntas y ella se alegra de la misma manera cuando gana ella como cuando gano yo. Es de los dos lados así. Es hermoso sentir eso por mi hermana”.

La irrupción de Borelli en la distancia madre del atletismo no sorprende. Récord argentino de 3000 (9m08s84) y 5000 metros (15m33s71) y de medio maratón. Uno de sus triunfos más notables en esa distancia se dio en Buenos Aires en 2017, cuando superó a las favoritas africanas y estableció el récord argentino de los 21,095km, que mejoró el año pasado durante el Mundial de Gdynia, Polonia, con 1h10m30.
Para Florencia los tambores y redoblantes olímpicos vuelven a sonar. Esta vez con una música parisina, con el río Sena de fondo y como escenario con el que vuelve a soñar. Para eso deberá esperar a 2024. Falta mucho y, a la vez, no tanto. Borelli lo sabe, lo piensa y lo calcula. De hecho, lo medita sin que eso sea una obsesión sino su gran ambición.