No importa cuántas veces haya contado cada una de sus anécdotas, cuando se abre ese cajón de los recuerdos, Jorge Burruchaga le pone la pasión de cuando las contó por primera vez para hacerlo en “Glorias de Selección”, en BOLAVIP. Se emociona, se sonríe, se enoja también. El rostro se le ilumina cuando habla de la Selección. Y le brillan los ojos cuando delante suyo aparece una copa del mundo -réplica, claro- y hasta amaga a llevársela. Es que es suya. Es uno de los 69 que saben cuánto pesa. Como los del 78 y los del 2022, el hombre de Entre Ríos la levantó en el 86. Y mucho tuvo que ver con ese logro.

“Esto lo dijo Bilardo: ‘La gloria no tiene precio’, dijo que nos iban a agradecer de por vida y que no nos íbamos a olvidar nunca de lo que hicimos por la Argentina, porque no es fácil ponerse esa camiseta, es muy difícil. Si no preguntemos a estos chicos que ganaron el 22 que todavía ni se dan cuenta que son campeones del mundo. Al menos a nosotros nos costó un tiempo, estar hoy hablando 40 años casi después del 86, de un Mundial, y te ponés medio nervioso porque te acordás un montón de momentos, de dificultades y ni hablar del mejor momento de mi vida cuando hago el gol”.

El gol. Ese gol. El del 3-2 ante Alemania. Fue el último gol de un jugador argentino en una final de un Mundial hasta que Messi cortó esa racha a los 23 minutos del partido ante Francia. Y fue justamente Leo quien, en ese mismo partido, convirtió también el 3-2, pese a que no terminó siendo el resultado definitivo. Al 10 justamente lo conoció cuando le tocó estar cerca del equipo, como Manager de Selecciones, desde el 2017 y hasta el 2019.

-Vos estuviste muy cerca de él en la Selección como manager…

Messi es líder, pero de estos líderes que son distintos. Leo es un líder de cancha. Ganó en Brasil, ganó en el Mundial y hoy se dio cuenta de que la palabra la tiene que tomar él, que siempre fue ejemplo pero hoy se nota más su ejemplo. Se sacó un peso, por eso a veces cuando decimos si cuesta o no cuesta ganar algo en la Selección: fijate el cambio de su personalidad, que habla más, cambió su gesto corporal, está mucho mejor. Merecidísimo todo lo que le pasó, merecidísimo por la lucha que tuvo.

-Vos cuando te preguntan quién es el mejor: ¿Se puede decir si hay uno mejor entre Diego y Messi?

-No, no. Alfredo Di Stéfano, Maradona y Messi. Tres nuestros. Y Pelé y Johan Cruyff, en los 70 años de fútbol, cuatro sudamericanos, tres argentinos. Y en los últimos 40 años: dos argentinos, Maradona y Messi. Son distintos. Diego era un jugador más todoterreno y Leo era determinante en 30 metros. Leo era un jugador de 30 metros que hoy juega más como Maradona que como Messi.

Burruchaga con Messi en la Selección. Foto Web.

Burruchaga con Messi en la Selección. Foto Web.

-¿Menos explosión?

-Con el paso del tiempo hoy tiene menos explosión, pero en el Mundial yo dije que hubo 10 explosiones que fueron determinantes. 10 explosiones, pero fueron todas gol. Todas gol. Por el físico, por la edad, porque ya no te podés sacar a uno o dos de encima. Pero los dos son nuestros y esto es lo que tenemos que valorar. En lugar de decir quién es mejor uno que el otro, los dos fueron genios. Hay una diferencia de tiempo muy grande, el fútbol cambió, todo ha cambiado y son de acá, son nuestros.

Y se la juega: lo ve para el próximo Mundial. “Yo creo que puede, como está él, puede”, confía.

-Y cuando dice De Paul que “la nuestra fue la mejor Selección”. ¿Te pega, te duele, te molesta, te es indiferente?

-Me molesta y me es indiferente. No es para decir eso. No estamos acá para decir si aquella fue mejor, hay 40 años de diferencia, el fútbol cambió. Ellos jugaron un mundial de la puta madre, lo merecieron ganar totalmente, lo ganaron. Fuiste campeón del mundo. Decir eso es lo mismo que yo diga ahora ‘lo mejor fue la nuestra’. Y Mario (Kempes) va a decir ‘la mejor fue la nuestra’. Entrar en ese chimento, en ese chusmerío, no nos sirve a nadie. Argentina volvió después de tantos años a ganar un Mundial. Llevábamos que treinta y pico de años que no ganamos un Mundial, lo ganamos y festejá, divertite, seguí jugando y chau.

Bilardo y el 86

Aquella Selección del 86 no tuvo un andar sencillo. El título del 78 había dejado la vara muy alta pero en el 82, ya con Maradona, el golpe fue duro. Carlos Bilardo asumió en el 83 con la idea de renovar el plantel. Citó a varios jugadores del fútbol local y lo tuvo a Diego. “Carlos nos dijo el primer día que hizo la convocatoria con 18 jugadores de acá que la Selección iba a ser Maradona y 10 más”.

Maradona y Burruchaga, socios. Foto web.+

Maradona y Burruchaga, socios. Foto web.+

-Iba a ser el capitán.

-Iba a ser el capitán, y Maradona y 10 más. Así que peleen por 10 lugares. Y lo dijo y nos hacía decirle a los muchachos que venían nuevos ‘miren que la Selección es Maradona y 10 más’, peleamos por otros 10 lugares. Y tenía razón.

No fue fácil, más allá de Diego. Porque Bilardo venía con una idea, con un estilo y no estaban acostumbrados. Tuvo que convencer a Julio Grondona, a los jugadores y luego a todo un país. “No jugábamos bien de entrada, nos costó entenderlo a Carlos. Era un tipo que estaba muy obsesionado con una idea, de la cual a veces pensábamos ‘¿llegaremos a esto?’. Y sin embargo nosotros le dimos, nos puteaban, ni hablar cuando jugamos las Eliminatorias, que entramos por la ventana, pero el tipo estaba muy convencido de que yendo al Mundial un mes antes podíamos llegar”.

-Y tenía razón.

-Tenía mucha razón. Y eso es lo que es un líder, un líder tiene que estar convencido de lo que quiere y convencer. Y yo creo que el gran acierto de Carlos fue, más allá de su seguridad en cuanto a lo que quería futbolísticamente, convencer a Grondona que le diera un mes de entrenamiento.

La entrevista completa a Jorge Burruchaga en “Glorias de Selección” para BOLAVIP

Un partido inolvidable

Ya habían quedado atrás los goles de Diego a Inglaterra -los cuenta, los relata, casi que parece verlos en ese instante-, la alegría por llegar otra vez a una final del Mundo. Había que jugarla. Y ganarla. Y como ocurrió años después en Qatar, Argentina se puso 2-0 pero el empate los hizo sufrir más de la cuenta. Y lo hizo enojar a Bilardo, que más allá del resultado y el título, se quedó enojado por los dos goles de pelota para que les hizo el rival.

“Un partido que estaba relativamente fácil, a que te hagan dos goles de cabeza, que de hecho Carlos no agarró la medalla, no quiso festejar. Y que vos tengas cuatro minutos, cinco, para ir al alargue y decir ‘vamos a ganarlo, vamos a ganarlo’. Yo lo dije, lo dijo Diego. Entre los muchachos, entre los aplausos, todos ‘vamos, vamos’, no quisimos ir al alargue, queríamos ganarlo. Yo lo denominé como la justicia deportiva más justa de la vida, por lo que sufrimos, por todo lo que tuvimos que soportar y porque brillamos, más allá de haberlo tenido a Diego. Teníamos al mejor del mundo e hizo su mejor Mundial. Nosotros en ese Mundial tuvimos el rendimiento que jamás tuvimos en la vida”, reconoce.

Se acuerda cada secuencia de su gol, como si fueran fotos que pasan por delante de sus ojos: “A diferencia de Diego, como no eludí a ninguno, yo pensé que iba solo como si estuviera en un potrero corriendo 40 metros”, cuenta, porque a Briegel, el defensor que lo sigue de atrás, jamás lo vio. A Valdano, que estaba libre para recibir el pase, tampoco lo vio.

Una postal del gol: Briegel no llega, el arquero no tapa y la pelota directo a la red. Foto: IMAGO

Una postal del gol: Briegel no llega, el arquero no tapa y la pelota directo a la red. Foto: IMAGO

“Yo no miré a ninguno. Yo me enfoqué en lo lejos que estaba el arquero, la ropa amarilla era súper visible. Y después que estaba solo, yo creí que corría solo porque yo veo toda la acción previa, cuando Diego me va a dar el pase, el último que queda enganchado estaba del otro lado y yo voy en diagonal”, explica. “Siempre dije, la carrera y ese momento fue lo más feliz de mi vida deportiva”, cierra.

Ser campeones del mundo, para la Generación del 86 -como se los denomina- no fue sólo ganar el título. Fue un vínculo que se extendió en el tiempo. “Carlos nos dijo a nosotros que nos teníamos que ayudar de por vida”, cuenta Burruchaga y ese hilo rojo los sigue uniendo, a los que están y a los que no. Se juntan, se ven, visitan a Bilardo, se ayudan. Aunque el 10 ya no esté.

“Diego fue un extraterrestre. Diego trascendió más allá del futbolista, trascendió la persona. Desde sus comportamientos, desde sus mensajes, desde sus frases. Diego tiene frases mágicas. Desde sus luchas, porque de alguna manera, acordate que Diego fue uno de los primeros que quiso luchar por los derechos del futbolista. Nos hizo a todos mejor, Diego fue esa bandera. Nos enseñó, no sólo a nosotros los futbolistas, nos enseñó a los deportistas argentinos lo que es la defensa de la camiseta. Y eso tiene un valor agregado que solamente él lo puede hacer”, dice con nostalgia.

Parte de la Generación del 86 reunida. Foto Web.

Parte de la Generación del 86 reunida. Foto Web.

Habla, además, de los recuerdos que guarda. Saca dos camisetas de una bolsita que trae en sus manos y son nada menos que las casacas del 86 y del 90, cuando Argentina perdió en la final ante Alemania. En aquellos tiempos no se estilaba guardar tantos recuerdos y por eso es que sus botines, los del gol histórico, terminaron en un tacho de basura en Francia, cuando volvió de México y se rompieron. Conserva algunas cosas que, en aquellos tiempos, le regaló a su madre y recuperó años después.

Dice que no tiene un museo. Que no quiere vivir de los recuerdos. No los necesita: los recueros viven dentro de él.