El ciclo de Pablo Solari en Colo Colo llegó a su fin. Los albos aceptaron una oferta de 4,5 millones de dólares proveniente de River Plate, por lo que el Pibe en los próximos días se pondrá a las órdenes de Marcelo Gallardo, cumpliendo así, un anhelo de su familia que son hinchas acérrimos del club argentino.
Sin dudas que es una baja inesperada, ya que, tras rechazar el ofrecimiento del América de México, la dirigencia había asegurado que el jugador no se iría antes de fin de año. No obstante, lo ofrecido por el conjunto Millonario fue muy tentador para las alicaídas arcas del club y ven una gran oportunidad de negocios al mantener el 20 por ciento de su pase.
La primera interrogante que surgió es cómo reemplazarlo, ya que desde hace semanas Gustavo Quinteros ha insistido en que el plantel se debilitó, una percepción que aumentará con la salida de su delantero más desequilibrante y un inamovible de su formación.
El DT ha sido majadero en insistir que, si un jugador se va, este debe ser reemplazado. Sin embargo, su deseo no se va a cumplir debido a que Blanco y Negro ha decidido cerrar el plantel tras su última reunión de directorio.
Pese a ingresar una millonaria suma por el traspaso del Pibe, los albos no manejan muchas opciones en el mercado de pases por la falta de cupo de extranjero. A su vez, consideraron las llegadas de Agustín Bouzat y Marco Rojas, jugadores del mismo puesto que el argentino, y que se suman a una gran cantidad de variantes que pueden tapar su partida.
En la alta mesa de la concesionaria consideran que la inversión por un reemplazante para Pablo Solari debe ser un jugador de peso que venga a ser titular y no una apuesta. Por esas razones, consideraron que no buscarán un último refuerzo.