El tiempo parece ser una simple anécdota. Diego Armando Maradona partió y desde ese entonces el dolor es constante, como también así el sentimiento de vacío por no tenerlo más entre nosotros.

Tres meses después de la noticia que cambió la vida de muchos, fue Martín Palermo quien demostró que escribiendo, puede hacernos emocionar de la misma manera que lo logró cuando todavía era jugador profesional.

Para The Players Tribune, escribió una columna buscando transmitir todos los sentimientos que fue atravezando desde que el corazón del Diego dejó de latir.

"La última vez que escuché la voz de Diego fue a principios del año pasado, cuando regresé a Argentina después de dejar Pachuca, el club que había estado entrenando en México. Cuando sonó mi teléfono y vi quién era, sinceramente, me sorprendió, porque no creía que Diego tuviera tiempo para llamadas así en ese momento", comenzó relatando.

Y siguió: "Han pasado tres meses desde que Diego nos dejó. Cuando escuché la noticia, inmediatamente envié un mensaje de texto a un amigo periodista que sabía que era muy cercano a él. "¿Es verdad?" Él respondió: "Sí". Y en ese momento, simplemente no, no lo creía. ¿Sabes? Te acuerdas cuántas veces Diego ha estado en situaciones así, en las que está en el hospital y corren rumores sobre su muerte, y dices: No, no puede ser, solo dicen eso. Probablemente no sea nada. Y al final realmente no es nada. Maradona siempre se recupera. Maradona siempre sobrevive. Había sucedido tantas veces".

+La carta completa de Martín a Diego.

Para cerrar, nos llenó de lágrimas los ojos: "Nunca juzgaré a Diego. Cometió algunos errores, claro, todos lo sabemos, pero vivió su vida y eso fue todo. Lo único que me importa es lo que Diego significó para mí y cómo me hizo sentir. Es difícil describirlo, sobre todo en un contexto futbolístico, pero, bueno, los que creen que Dios existe, y yo creo que sí… Diego es así en el fútbol. Dios existe en todo lo que representa. Para mí, Maradona hace lo mismo en el fútbol. No sé cuándo me enfrentaré a la realidad. Quizás en algún momento voy a tener que aceptar que Diego se ha ido, de la misma forma que acepté la muerte de mi hijo. Tendré que cruzar ese puente y decir: Él no está aquí . Ya no podré verlo. Pero todavía no he llegado a ese punto. Es demasiado doloroso, demasiado surrealista. Para mí, Diego sigue aquí. Dios todavía existe. Y de alguna manera, siempre lo hará".