Es imposible que alguna vez Exequiel Palacios olvide todo lo que vivió en River. No solo como jugador profesional, sino desde que llegó. Se formó ahí, hizo las inferiores y llegó a cumplir su sueño máximo, siendo titular indiscutido en Primera y ganando la Copa Libertadores de América nada más y nada menos que en la cara de Boca, el clásico rival de toda la vida. Y en todo lo bueno que pasó en su última etapa en el club, mucho tuvo que ver Marcelo Gallardo, a quien el mismo admite como un padre. Y claro, emociona a todos en Núñez.

En diálogo con Diario Olé, primero que nada reveló que no tuvo la chance de volver a comunicarse con el Muñeco desde que partió para Alemania: "Sí hablé con algunos de su cuerpo técnico. Digamos que nos mantenemos al tanto de cómo está todo por ahí, porque la verdad que se extraña el día a día". Terminado el 2019, con una nueva final de Libertadores jugada pero esta vez perdida ante Flamengo y luego de levantar la Copa Argentina, el tucumano se fue por la puerta grande para sumarse al Bayern Leverkusen para vivir su primera experiencia europea. 

De igual manera, tiene marcado a fuego cada momento que compartió con el DT más ganador de la historia del Millonario, quien lo bancó desde el principio: "Mirá, a mí Marcelo me conocía desde muy chico porque yo jugaba con Nahuel (Gallardo), y cuando me subió a Primera me agarró y me dijo que cualquier cosa que yo necesitara o quisiera saber, que lo tomara como a un amigo y no como a un entrenador. Me dijo que si lo tenía que llamar a la hora que fuera, que lo hiciera porque él siempre iba a estar a disposición. Él sabía que no era fácil estar y jugar en River. Esa charla a mí me marcó mucho".

No solo Gallardo lo ayudó mucho desde lo mental, sino que también le entregó muchos recursos futbolísticos: "Yo tenía 15 años cuando fue la primera vez que me llevó a entrenar cuando él asume. Y después pasaron los entrenamientos, yo ya tenía 16, casi 17 años, y me decía que tenía la cabeza de un jugador mayor, con mucha inteligencia, que no perdía ninguna pelota… Pero que jugaba al trote y que quería todas las pelotas al pie. Eso fue lo que él me fue aportando, que era llegar al área, ser un jugador más completo, defender, atacar, llegar al gol, asistir a mis compañeros… Eso es lo que rescato que él me hizo cambiar, porque por ahí era algo que tenía yo adentro y no me daba cuenta".

Sobre el final de la charla, ya entre risas, contó cómo era cuando el entrenador lo llamaba a su oficina, la cual llamaban el "confesionario" entre los jugadores: "Y, cuando te llamaban para que fueras ahí era porque algo había pasado, je. Recuerdo una charla que se dio en la última Libertadores, cuando jugamos contra Cruzeiro allá. Unos días antes me llamó, me dijo que había bajado el rendimiento y que me tocaba salir porque no me veía bien. Me dijo que confiaba en mí pero que eso era un alerta para que yo me pusiera las pilas y volviera a ser el Pala que él quería".