Olímpica en Río 2016, medallista mundial y única campeona europea all around en la historia de la gimnasia artística femenina de Gran Bretaña, Ellie Downie dejó una huella indeleble en la historia del deporte de su país. Sin embargo, con tan solo 23 años, la joven se vio obligada a anunciar su retiro debido a los maltratos y acusaciones que sufrió por parte de sus entrenadores y la Federación Británica de Gimnasia.

Downie participó en los Juegos Olímpicos de Río 2016 y se convirtió en la única campeona europea all around en la historia de la gimnasia artística femenina de Gran Bretaña. Además, también fue medallista mundial en el aparato de salto. Pero en los últimos años, la carrera de Ellie estuvo marcada por la adversidad.

En 2020, junto con su hermana y también gimnasta Becky, Ellie decidió denunciar los métodos de entrenamiento de la Federación Británica. La carta que publicaron causó un gran revuelo y obligó a la Federación a someterse a una auditoría que confirmó los abusos físicos y emocionales dentro de la gimnasia en Gran Bretaña. “Me exigían en los campus de entrenamiento que bajara 6 kilos en dos semanas porque de no hacerlo habría consecuencias”, escribió Ellie en su mensaje.

Sin embargo, los problemas no terminaron ahí. Con los Juegos Olímpicos de Tokio confirmados para 2021, la competencia interna para conformar el equipo nacional se volvió muy cerrada. Ellie perdió a un hermano en una trágica muerte y se vio obligada a retirarse antes de la prueba previa a Tokio. La joven explicó en una entrevista que se sintió ignorada y desgarrada por el trato recibido por parte de sus entrenadores. “Cuando llegué a la última prueba antes de Tokio, decidí abandonar. Nadie se me acercó, me senté en un banco llorando, los entrenadores me ignoraron. Me fui a casa sin que nadie me hablara, fue absolutamente desgarrador”, detalló en una entrevista a la BBC

Después de varios meses de duelo, Ellie intentó volver a estar en nivel internacional para 2022, pero no fue elegida para conformar el equipo británico que participaría en el Mundial de Liverpool y en los Juegos de París 2024. La gimnasta se sintió “inútil” y se preguntó si todavía la estaban penalizando por haber hablado sobre los abusos.

Finalmente, Ellie anunció su retiro y se lamentó por no haber formado parte de un equipo de gimnasia alguna vez más. “Simplemente sentí, ¿volveré a formar parte de un equipo alguna vez?  Era como si estuvieran tratando de agotarme, y finalmente lo hicieron”, contó en otra entrevista que dio esta semana en un podcast sobre salud mental. Y sumó: “Perdí el control de mi vida. No podía levantarme de la cama, dejé de entrenar y no sabía cómo seguir adelante. Traté de ir al gimnasio un par de veces, pero todos los días entraba y lloraba”. Además puntualizó cuánto la presionaron con su peso y la angustia que le produjeron al decirle que las lesiones en sus tobillos fueron originados por los kilos de más. “Yo no tengo el biotipo de otras gimnastas, soy más grandota porque así es mi cuerpo. No podía llegar al peso que pretendían. Las atletas no puedan hablar sin que tengan a las repercusiones”, dijo.

La carrera de Ellie Downie, acaso, es una lección de valentía y determinación, pero también un recordatorio de los graves problemas de abuso que aún persisten en el deporte.

La gimnasta británica se convirtió en un icono para aquellos que luchan por un deporte más justo y equitativo, y su historia debe ser recordada como un ejemplo de lo que no debe suceder en el deporte. Porque no se trata de “ganar, ganar, ganar”, ese mensaje rancio y analógico que aún se impone e impera en los principales círculos del deporte mundial. Lo positivo (si es que así se puede decir) es que estos casos, los de abusos en el deporte, se visibilicen para poner un freno definitivo a quienes creen tener el poder, sea en el ámbito que sea.