Alfonso Monroy fue un descubrimiento de Rafael Puente. Cuando la situación ya estaba brava por los resultados, el extécnico de los auriazules optó por poner a un juvenil que alternaba entre titularidades y banca en la Sub-20. Ese fue uno de los pocos aciertos que dejó en el Club Universidad. Ahora, incluso jugando en un perfil distinto al suyo, es uno de los elementos más rendidores no sólo de Pumas, sino de todo el Clausura 2023. Su historia no se hizo en la CDMX, sino un poco más al norte. Monroy recordó cuáles fueron sus inicios en el futbol.
“Empecé en una escuela que se llama ‘Tuzos Actopan’. Es una escuela de futbol donde empecé a jugar, aparte jugaba en el barrio, con amigos, en canchitas, futbol rápido, torneos de ahí del pueblo. Obviamente también iba a la escuela, fue una condición que me pusieron mis papás. De ahí di el salto a una filial de Mineros, en Pachuca. Mi papá siempre me llevaba a entrenar. Ese fue mi proceso antes de llegar aquí a Pumas”, dijo en charla exclusiva con Bolavip.
Monroy también confesó que la figura de su padre siempre fue fundamental desde el inicio. Hasta antes de su fallecimiento, era el que estaba a un lado de cada cancha en la que le tocaba jugar a “Poncho”. Su llegada a Pumas fue gracias a la Cantera Norte, donde estuvo a prueba algunas semanas hasta que lo ficharon.
Su papá fue el guía
“Todo esto del fútbol me lo inculcó mi papá. Desde que yo era chiquito él me inculcó el hacer deporte y la pasión por el fútbol. Con la gente al principio sólo era con mi familia o amigos con los que lo jugaba en el barrio. En la sub 16, en la Cantera Norte, ahí fue donde fui a probarme, fui a hacer mis visorias. Gracias a Dios, después de mes o mes y medio que estuve a prueba, me quedé con ellos”, finalizó.