Mientras más se aproxima el comienzo de una Copa del Mundo, más aflora el fervor patriótico y patriotero de una gran mayoría de mexicanos con relación a la Selección Nacional. Se adquieren playeras con el nuevo diseño, se planifican los días de partido para determinar qué hacer con el trabajo, se arman las quinielas con miras a avanzar en fase de grupos. También se habla con la familia o los amigos para saber dónde y cómo ver los juegos. En pocas palabras, tal como ocurre en las tragedias por desastres naturales y cada 15 de septiembre, el pueblo poco a poco se une alrededor de una causa, que en este caso es el Tri.

Pero eso no ocurre con Gerardo Kleinburg, un mexicano muy futbolero que no encaja en ese universo nacional cada cuatro años. A diferencia de otros compatriotas, su sangre es gélida hacia México tratándose de un Mundial. Es una piedra emocional que no se ilusiona con llegar al quinto partido, ni se acongoja por la habitual eliminación en Octavos de final. Su corazón y sus emociones están con Argentina.

Kleinburg es hincha de la Albiceleste en nuestro país. Cada proceso mundialista sufre con la eliminatoria más compleja de todas las federaciones, que es la sudamericana. Por lo tanto, se regocija de alegría cada vez que se consigue el boleto al torneo más importante en materia de selecciones. No importa si a veces hay que devorarse las uñas por la angustia de un repechaje como el que aconteció en 1993 contra Australia.

“Tengo una pasión congénita, familiar, por Argentina. Una parte muy grande de mi familia materna es argentina. Tengo primos hermanos y tíos argentinos. Desde que tengo uso de razón, Argentina es el país al que más amo después de México. Crecí con vínculos muy fuertes y profundos con una selección de futbol competitiva mundialmente. Entonces, con todo respeto lo digo, mi corazón futbolero está con Argentina”, se sincera con Bolavip México.

Ver a Diego Armando Maradona anotar dos goles a Inglaterra en México ’86 es uno de los recuerdos que pide a la vida jamás le borre de la memoria. El barrilete cósmico fue algo más que el líder de una epopeya futbolística. Se trató del artífice de un desquite moral para beneplácito de los corazones argentinos, golpeados por un conflicto bélico en ese momento: “Solamente cuando tienes una relación tan cercana con Argentina puedes entender lo que significó ese partido. Si alguien no vivió lo que viví con la Guerra de Las Malvinas… Lloré con lo que pasó. Sufrí con mi familia lo que padecieron en ese instante. Por eso los dos goles de Maradona fueron lo más intenso que he sentido como apasionado del futbol”.

Celebrar y sentirse ganador del Mundial en 1986 con Argentina, bajo el liderazgo del Diego, es la máxima alegría que ha experimentado como aficionado. En su consideración es una proeza inigualable, pero que puede equipararse en caso de que Lionel Messi conquiste el título en Qatar 2022. Para Gerardo es una fantasía inexplicable atestiguar la gloria mundialista con quienes a su juicio son los dos mejores futbolistas de todos los tiempos. Y por si fuera poco, argentinos.

Entre broma y broma asoma la seriedad de haberle advertido a su esposa e hijas de estar atentas a su salud en caso de que Messi se corone campeón mundial en su quinto intento por conseguirlo. De concretarse esa posibilidad, Kleinburg tiene la certeza de que algo le pasará en su organismo y puede ir a dar al hospital.

Se trata de ese “algo” que también lo motiva a hacer un esfuerzo por aproximarse a la Selección Mexicana. Y es que a él le afecta en su interior ver cómo sufren sus hijas las eliminaciones del Tri en las Copas del Mundo, específicamente en las dos últimas. Ellas, contrario al papá, vibran con la ilusión de que México llegue lo más lejos que se pueda en un Mundial: “Desde muy chico le perdí el encanto a la Selección Nacional, la verdad. En parte fue por mi pronta identificación con Argentina. Pero como papá me siento a ver con mis hijas los juegos de México por ellas, porque es su selección. Lloraron la eliminación con Holanda, y yo la lloré a su lado. A final de cuentas lo que nos empata es el dolor de la derrota. Si ellas sufren, yo sufro”.

Para la cita mundialista de Qatar 2022 en fase de grupos, las cartas están puestas sobre la mesa. Cada integrante de la familia tiene perfecta claridad del apoyo a manifestar cuando el Tri y la Albiceleste se topen el 26 de noviembre en el estadio Lusail. Sin embargo, Gerardo agradece que el partido sea en primera ronda y no en Octavos de final, tal como sucedió en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010, lo que considera una “maldita tradición” para su encrucijada de ser un mexicano cien por ciento argentino tratándose de futbol.

Devoto maradoniano y messiánico, este especialista en música clásica y ópera anhela con todas sus fuerzas del alma que Messi levante la copa mundial con Argentina porque representaría la mejor sinfonía futbolística jamás escrita para su causa: ver a dos genios de la pelota convirtiéndose en dioses dentro de una cancha enfundados en la misma camiseta. Ser testigo de eso es una proximidad con lo divino.