El estallido de cerca de 20 mil fanáticos en la T-Mobile Arenas de Las Vegas hizo saber que Manny Pacquiao volvía a emprender la caminata sagrada con rumbo al cuadrilátero después de más de dos años en los que eligió estar cerca del pueblo de Filipinas para dar asistencia durante la crisis sanitaria que provocó la pandemia de coronavirus.

El mundo del boxeo ama al Pac-Man y así quedó demostrado una vez que las pantallas gigantes mostraron distintas escenas de su carrera deportiva, para que luego se apagaran las luces y comenzara a sonar Eyes of the Tiger, canción que quedó inmortalizada en las películas de Rocky Balboa.

Pacquiao fue pura concentración en su ingreso y se arrodilló a rezar apenas ingresó al ring, tal vez pidiéndole a Dios que lo ayude a reconquistar ese cinturón de campeón mundial de peso wélter de la Asociación Mundial de Boxeo que siente le fue retirado de manera injusta y que hasta esta noche perteneció a su rival Yordenis Ugas.

Previo a la pelea el filipino deslizó la posibilidad de que la misma podría ser la última de su carrera, a los 42 años. Aunque en conferencia de prensa dijo también que todavía le gustaría poder enfrentar a Errol Spence y Terence Crawford.