Este sábado 9 de octubre, en la T-Mobile Arena de Las Vegas, Tyson Fury y Deontay Wilder se verán las caras por tercera vez, pero será la primera en que tendrán los roles invertidos, pues será el británico quien subirá al cuadrilátero como campeón, mientras el estadounidense hará de retador buscando recuperar el cinturón del CMB que le arrebató en febrero del año pasado.

Durante mucho tiempo Wilder estuvo esperando esta oportunidad, que pareció se le escapaba de las manos cuando desde Top Rank, promotora de Fury, anunciaron que se había llegado a buen puerto en las negociaciones para hacer una pelea por el campeonato mundial indiscutible de la división de peso pesado ante Anthony Joshua, quien recientemente fue destronado por Oleksandr Usyk.

Finalmente, el estadounidense consiguió un fallo arbitral favorable que obligó a Fury a cumplir con el compromiso que había asumido al firmar el contrato del segundo de los combates entre ambos, es decir hacer una tercera pelea por el título del Consejo Mundial de Boxeo.

En la rueda de prensa previa a la pelea, Wilder mostró sentirse muy cómodo con el nuevo rol que le tocará asumir, tirándole toda la presión al dueño del cinturón: "No tengo nada que demostrar. Estoy en un gran estado de ánimo, siempre lo he estado. Tengo mucha gente genial a mi alrededor, que me ha estado cubriendo todo este tiempo. Sabes, no hay nada que probar en absoluto", comenzó diciendo.

Y agregó: "Cuando conoces la verdad, dicen que eso debería liberarte. No hay presión sobre mí. Cuando no tienes nada que perder, no hay presión en absoluto. Toda la presión está sobre él. No tengo nada que perder y sí mucho que ganar"