La Pulga y el Kun son dos de los delanteros más temibles del mundo y Argentina tiene el privilegio de ponerlos juntos en el ataque para el disfrute del espectador. Pero ellos también gozan, fruto de una amistad que se remonta a los seleccionados juveniles.
Se avecinaba el Mundial Sub 20 de Holanda 2005 y la Selección Argentina se preparaba en Ezeiza bajo las órdenes de Francisco Ferraro.
Sergio Agüero era un joven de apenas 17 años, el más chico del plantel. Había debutado en Independiente a los 15 años y ya asomaba como una estrella Mundial, un futuro campeón.
Y le digo a Leo ¿vos cómo te llamás? Leo se acuerda y se ríe. Me contesta ‘Lionel’. Y yo le digo y tu apellido. ‘Messi’, me responde.
Lionel Messi también había aparecido en 2003 en un partido amistoso ante Porto. Su debut oficial con Barcelona llegó en la 2004/2005 ante Espanyol, con 17 años. Ya todos sabíamos que se trataba de un jugador que prometía, o al menos eso llegaba desde España, eso denotaban sus arranques por derecha hacia el centro.
Pero el Kun no lo tenía tan claro, y tampoco había hecho la tarea de averiguar en detalle quiénes eran sus compañeros.
“Yo no sabía quién era. Estábamos comiendo en el predio de Ezeiza. Él estaba a mi derecha y hablábamos de unas zapatillas con (Ezequiel) Garay y (Lautaro) Formica. Leo en un momento dice algo de Estados Unidos. Yo pensé quién es este. Yo miraba fútbol, pero de la Argentina, no de Europa. Y le digo a Leo ¿vos cómo te llamás? Leo se acuerda y se ríe. Me contesta ‘Lionel’. Y yo le digo y tu apellido. ‘Messi’, me responde. ‘¿No sabés quién es me preguntaron los otros?’ Yo sabía por las noticias que había uno bueno de Barcelona y dije es este. Después, lo vi entrenarse y me di cuenta lo bueno que era y nos pusieron juntos en la habitación en ese Mundial”.
Desde entonces, la amistad entre ambos cracks no tendría vuelta atrás. Aquél equipo saldría campeón de la Copa del Mundo Sub 20 con Lío como máxima figura, y destaques como Garay, Zabaleta, Biglia, Gago y el propio Agüero, que pese a su corta edad alternaba minutos en cancha.
Después, lo vi entrenarse y me di cuenta lo bueno que era y nos pusieron juntos en la habitación en ese Mundial.
Hace una década que comparten habitación cada vez que juega la Albiceleste. Juntos consiguieron aquél Mundial juvenil y la medalla de oro en Beijing 2008. Hoy sueñan con un título importante en la mayor, como lo sería la Copa América. Sentirse campeón es el gran anhelo, aunque cada vez que se vuelven a encontrar, con esa alegría e inocencia que los caracteriza, se puede decir que alcanzan el objetivo.
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