Una horda de xeneizes ingresó de arrebato a una Bombonera colmada, saltando molinetes y con corridas. Luego, un recibimiento a la altura de las circunstancias.
El Alberto J. Armando se fue llenando desde temprano y, como se preveía (y poco se prevenía), las 50 mil ubicaciones que dispone, no iban a alcanzar.
Mismo, desde Boca se dispuso que todos los socios estén habilitados para ingresar, sin ningún filtro (para asistir a los clásicos de este año ante River, los socios debían acreditar la concurrencia a los últimos partidos, por ejemplo).
Y de pronto, una avalancha (¿premeditada?) arrasó todo tipo de control:
[calipso id=”0_ao8dcx8j” site=”bv”]
Una vez dentro del estadio, una verdadera fiesta Azul y Oro:
[calipso id=”0_oy8e6juw” site=”bv”]