Vaya a saber uno que le pasó por la cabeza a Martín Cauteruccioen el último penal.
El delantero caminó los largos metros que tiene el Estadio Azteca, apoyó la pelota y enseguida sintió la máxima tensión.
Es que en Cruz Azul esos momentos se viven de manera aparte. Con muchos fantasmas (demasiados para un club tan grande) que aparecieron en momentos insospechados de su historia, estas situaciones se siguen mirando de reojo, con desconfianza extrema.
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El uruguayo cruzó la pelota. Los aficionados, quienes aprendieron a conjeturar hasta de las cosas que están destinadas a salir bien, cruzaron los dedos cuando vieron que WilliamYarbrough, arquero del León,se arrojaba en la misma dirección a la que iba el balón.
Pero fue gol. Un gol quedepositó a laMáquina Cementeraen otra final de copa, aquella que no ganan desde 2013, y que les permite, de a poco, ir desterrando esos viejos fantasmas.