Daniel Angelici intercedió con un mensaje cuasi mafioso en la decisión del gobierno de la provincia de Buenos Aires de entregar una plaqueta en homenaje a la trayectoria de Juan Román Riquelme.

El verano y Mar del Plata no necesariamente tienen que presentar historias de fútbol amistosas y de preparación. La improvisada organización de la AFA provocó que en enero, cuando los equipos comienzan a armarse, se jugara un partido decisivo que, por cierto, ya es historia vieja. Pero había un condimento más, que sin dudas se llevó más miradas que un juego que lo único que tuvo fue un resultado. Juan Román Riquelme estuvo en el estadio, tomó mates a las diez de la noche, alentó a Boca con su hijo y le dio un disgusto más al presidente xeneize, que todavía no logra deshacerse del enganche.

Tras su retiro, Riquelme anunció que le gustaría llegar a ser presidente de Boca.

Por su puesto que fue política la decisión del gobernador bonaerense Daniel Scioli y de su secretario de deportes, Alejandro Rodríguez, de realizar un homenaje a Román después del sacudón que produjo su alejamiento de las canchas. Pero por ser política, no deja de ser justo y merecido por el diez. Todo estaba listo, pero Daniel Angelici no toleró que, una vez más, Riquelme tuviera en Boca más protagonismo que el nuevo mega equipo que armó con el sudor de su frente.

Angelici negó que para él fuera un alivio el retiro de Román.

Si hay alguna duda del poder que viene acumulando el dirigente, pueden despejarse ahora mismo. Porque sólo hicieron falta dos llamados, uno a la AFA y otro a la Secretaría privada de Scioli, para que Román se quedara sin plaqueta. “No se metan en la política interna de Boca”, fueron las palabras que terminaron con el asunto. ¿O sino qué? habría que preguntarle al presidente, pero al parecer nadie tiene las suficientes agallas.

Por suerte, la plaqueta no hizo falta y Riquelme recibió la ovación de los hinchas de Boca, quienes le dieron la espalda a ese partido que a Daniel Angelici le costó más llamadas que las invertidas en negar la existencia del mayor ídolo xeneize. Tomá mate.

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