Unos destellos del 8 alcanzaron para llenarnos los ojos de fútbol en un empate que tuvo poco vuelo, más allá de los saltos de Suárez y Ramos.
El viernes llegó la noticia que Real Madrid no quería escuchar: Iniesta estará a disposición. Se recuperó de su lesión en la rodilla en el partido ante Valencia y Luis Enrique decidió mandarlo a la cancha un rato el segundo tiempo, con el partido ya 1-0.
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Los números dirán que a entró ganando y con su presencia en la cancha le empataron el partido al Barça. También dicen que nunca fue elegido oficialmente como el mejor del mundo, ni siquiera se llevó el Balón de Oro en el Mundial 2010. No es el máximo goleador de nada ni el líder de asistencias. Tampoco hace publicidades ni modela.
Ingresó por Rakitic en el complemento
Pero Iniesta juega al fútbol, no a las estadísticas. ¿Alguien tiene los datos de la cantidad de controles de balón bien efectuados que llevó a cabo? ¿O la confianza con la que los compañeros comenzaron a pasarle al balón y mostrarse cada vez que él lo tenía dominado?
Iniesta trasciende las matemáticas y los premios, hoy se vio con claridad. Sin el Cerebro Barcelona no tenía movilidad, ni posesión, ni nada. Messi se pareció al de la Selección Argentina, retrasándose 20 metros para intentar, solo, crear peligro, mostrando su faceta más vulnerable.
Con la presencia de Don Andrés fue otra cosa. Los extremos empezaron a moverse, los laterales a pasar y Barcelona no lo ganó porque el 10 y el 11 fallaron en la definicióny porque del otro lado estaba Sergio Ramos, el hombre que nunca da un partido por perdido.
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Ni Messi, ni Cristiano Ronaldo, ni ningún jugador de este siglo, tiene la capacidad de creación e influencia en el juego de los compañeros como tuvo, y todavía tiene, Andrés Iniesta.
El que alguna vez haya jugado fútbol 11 sabe la importancia que esto tiene y pueda, quizá, coincidir que vale más que cualquier récord individual.
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