Perú vive nuevamente una crisis política. Otra vez, el ejecutivo y el legislativo no pudieron lograr un acuerdo y colocaron al país en una dificil situación institucional.

Pedro Cateriano dejó su cargo de primer ministro después que el congreso le negó la confianza. Los intereses de uno y otro lado primaron en las críticas efectuadas por la sociedad.

Una de las observaciones más severas contra Cateriano en estas breves tres semanas de trabajo fue el llamado “amiguismo” político. El nombramiento del ministro Martín Ruggiero, por su CV y su edad, despertaba dudas que el experimentado político intentó disipar diciendo que era de su confianza. No sirvió.

Sin haber podido efectuar demasiado, el lugar del ministro de trabajo rápidamente quedó deslegitimado. El humor, como forma de protesta, no faltó. Pocas veces, en tan poco tiempo, se hicieron tantas bromas con el llamado ministro Work and Travel.

Con su salida, después del voto de confianza, los chistes resurgieron. Un futbolista como Jhoel Herrera no fue excepción y metió su cuchara: “Cómo está la situación en el trabajo en tu país. Bueno el Ministro de trabajo perdió su trabajo”.

Como él, muchos hicieron de Martín Ruggiero un motivo de burla. Todavía, igual, es joven y le queda mucho tiempo por demostrar sus condiciones, si las tiene, para el sector público.