Como ningún otro equipo en la Sudamericana, Huracán le jugó de igual a igual a River y le ganó 1-0. El Millonario deberá dar vuelta un resultado adverso en el Ducó.
El Millonario, a la hora de jugar los certámenes internacionales, se reinventa. Despliega una versión que no ofrece por el torneo local. No obstante, esta noche no hizo nada de ello.
Producto de una virtud de Cristian Espinoza y un error de Milton Casco, el lateral rechazó con la suerte de impactar la de gajos sobre el botín de su perseguidor; la pelota hizo una parábola imprevisible para Barovero y desató la alegría del Globo en casi el primer cuarto de hora.
En ráfagas, los de Marcelo Gallardo demostraban toda su verticalidad y su juego colectivo. Y de a ratos, el balón largo recto -sin un claro destino- impregnaba a la idea de juego de los locales. Los de Domínguez sacaban ventaja en cada minuto que pasaba.
Ningún equipo, en los últimos meses de total éxito millonario, le jugó a River como lo hizo Huracán. Le faltó el respeto -ese que tanto le tienen los extranjeros-, controló de visitante por muchos momentos el partido y defendió su arco sin sufrir numerosas llegadas rivales. Hasta pudo hacer el segundo, de los pies de Wanchope Ábila, pero el travesaño le dijo que no.
Si el Globo juega el mismo partido, pero en el Ducó, será el próximo finalista de la Copa Sudamericana.
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