El fútbol argentino tocó fondo, porque siempre se puede ir más abajo. Ya no solo los que juegan mal culpan a los árbitros, a la AFA o al mismísimoPresidente de la Nación. Ahora también el propio presidente Mauricio Macri siente que los cánticos en su contra, que han tomado notoriedad en diferentes estadios, son un acto de discriminación. Pero discriminación es otra cosa, presidente.

Es que la idea de que puedan llegar a suspenderse aquellospartidos en losque se cante contra Macrino se concibe craneada en esferas ajenas a un Gobierno al que dicen que le molestó y mucho el cantito popular. Extraño no es.

Según confirmó a ClarínGuillermo Marconi, Secretario General del gremio de árbitros SADRA, existe una intención muy concreta de suspender aquellos partidos en los que los hinchas insulten al presidente. ¿Y no era que la cancha era para desahogarse?

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“Lo estamos analizando. Estamos viendo la cuestión legal. Si se encuadra dentro de un acto de discriminación”,expresó el ex-árbitro, reconvertido en gremialista.

Claro que echar la culpa a Mauricio Macride las desgracias futbolísticas de un equipo suena ridículo, pero no más violento que el pedido de “que se mueran todos los Bosteros” o la acusación de “Gallina puta” con que los partidos transcurren normalmente, domingo a domingo.

En el fútbol argentino se volvió frecuente la suspensión momentánea de aquellos partidos en los que se denigre a comunidades como la boliviana, la paraguaya y la judía, todas expresiones xenófobas que desde FIFAse bajó el claro y oportuno mensaje de erradicar.

Putear a Macri es otra cosa, muchachos.