Las lesiones, a menos de dos meses del inicio del Mundial de Rusia, obligan a que Jorge Sampaoli se replantee algunas de sus convicciones. Por ejemplo, el hecho de no convocar a la cita mundialista a futbolistas que hasta el momento no hayan tenido participación en su ciclo.

Porque si el centro del campo generaba dudas en Argentina, la lesión de Lucas Biglia invita a bucear algo más allá de las últimas convocatorias. Milan confirmó que el futbolista sufrió la doble fractura de las dos primeras vertebras lumbares, lo que demandará una recuperación de al menos seis semanas. Pero la lesión es demasiado delicada como para arriesgarse a esperar al jugador hasta último momento.

Por otro lado, tampoco hay certezas sobre la recuperación de Fernando Gago y las condiciones físicas en las que este llegará a la fecha de inicio de la cita mundialista; otra citación que, más allá de las ganas del jugador de Boca, a priori se juzga demasiado arriesgada.

Sampaoli sabe que Javier Mascherano no llegará a Rusia en el mejor momento de su carrera. Incluso parece hoy preparado para soportar el trajín de una competencia tan intensa. Y Kranevitter ganó terreno en la lista, aunque su presente en Rusia lo presenta más como una opción para el recambio que para hacerse dueño de la mitad de la cancha. La búsqueda del entrenador, entonces, debe orientarse a un futbolista que, aunque no haya formado parte del ciclo, puede ponerse la camiseta argentina de un día para el otro y no sentir, o al menos no sufrir tanto, la presión que ello implica.

Todas las miradas apuntan a Leo Ponzio, injustamente ignorado por los tres entrenadores que hicieron su parte en las últimas Eliminatorias. El líder que tiene River dentro del campo de juego hace años que justifica dentro del terreno que al menos merece la oportunidad. Y si bien no es tiempo de hacer experimentos, cuando uno se pone a revisar difícilmente encuentre opción más segura.