Un plan. Un país. Una estructura. Una economía sólida y pujante que podría hacerlo posible, Arabia Saudita tiene un objetivo final: organizar unos Juegos Olímpicos de invierno. Pero antes, claro, como mascarón de proa, se propuso como candidata para los Juegos asiáticos de Invierno de 2029.
Con ello, en pleno desierto, el gobierno saudí se propone crear un microclima para reducir en sus instalaciones que ya tiene proyectadas la temperatura promedio de casi 33 grados y donde la lluvia es prácticamente inexistente. Un escenario complejo porque allí la nieve natural es apenas una utopía.
Pero claro, con el poder económico todo parece posible y la monarquía absoluta que gobierna está en condiciones de generar un ambiente propicio para las pruebas de esquí alpino y nórdico, patinaje artístico y de velocidad, hockey hielo, curling, saltos de esquí o snowboard.
La visión de los saudíes es diversificar su economía más allá de la industria petrolera. Por eso, la inversión en el deporte fue designada como un pilar esencial por el proyecto Visión 2030. En este raid, Arabia Saudita logró organizar su primer Gran Premio de Fórmula 1, albergar los Juegos Mundiales de Combate de 2023 y los Juegos Asiáticos de 2029.
En línea con su proyecto deportivo propagandístico, el país asiático está en plena puja por organizar la Copa Asiática de fútbol de 2027 y, en fin de semana pasado, organizó la revancha por el título mundial de boxeo de peso completo entre Oleksandr Usyk y Anthony Joshua.
Se sabe, allí la plata no es un problema. Por caso, la inversión pública en LIV Golf de Arabia Saudita fue fastuosa: 620.000 millones de dólares. Una cifra menor al considerar planear gastar abiertamente al menos 2.400 millones en la liga durante las próximas cuatro temporadas, una suma sin precedentes en el mundo del golf profesional. O, la adquisición del Newcastle de la Premier League, también a través del Fondo de Inversión Pública Saudita, por 300 millones de libras esterlinas (más de 400 millones de dólares) para poseer el 80% de las acciones del club inglés.
Para el ministro de deportes saudí, el príncipe Abdulaziz bin Turki Al-Faisal, se trata de una oportunidad enorme poque los Juegos Asiáticos podrían ser un precursor para una futura candidatura olímpica. “Nuestro enfoque principal ahora son los [Juegos Asiáticos] de 2034. Estamos abiertos a discutir con el COI sobre estos [Juegos Olímpicos] para el futuro. Creo que Arabia Saudita ha demostrado que podemos organizar este tipo de eventos”, dijo Turki Al-Faisal. Y agregó: “Definitivamente, los Juegos Olímpicos serían un objetivo final para nosotros. Pero estamos abiertos a eso y creo que podemos”.
En este proyecto empezaron a construir NEOM, una megaurbe en el norte de la costa del Mar Rojo. Ideada por Mohammad bin Salman Al Saud, príncipe heredero de Arabia Saudita, porque su sueño es “construir una ciudad basada en la sostenibilidad, la adaptabilidad y la tecnología”.
Y como problemas económicos no tienen, destinó nada menos que 500.000 millones de dólares para lograrlo. Dentro de NEOM está Trojena, el lugar que sería la sede de unos Juegos Olímpicos de Invierno. El plan es edificar un megacomplejo destinado a los turistas y deportistas para que puedan realizar todo tipo de deportes de hielo y de nieve.
Además, el lugar estará destinado a recibir festivales culturales, conciertos y otros eventos deportivos. Los creadores de la megaciudad esperan atraer a 700.000 visitantes y 7.000 residentes permanentes para 2030.
Una visión futurista a partir de la primera estación de esquí construida de manera sostenible, con fuentes de energía limpia y que pretende “redefinir el país, sin divisiones y sin restricciones”. De acuerdo los medios árabes, esta ciudad tendría un principio de extraterritorialidad: allí, las leyes vigentes en el estado saudí no imperarían con la premisa de atraer a los turistas extranjeros con gran poder adquisitivo. De hecho, en el video promocional se pueden ver mujeres vestida al modo occidental en lugar del tradicional burka.