Brasil ha dado un paso firme en su debut en los Juegos Olímpicos. La Verdeamarelha expuso toda su pegada ante Alemania en una primera media hora donde dejó en claro que pocas selecciones cuentan con tantas variantes cómo el Scratch. Richarlison, la gran figura de la noche de Tokio con un espectacular hat-trick.
Yokohama recibiría después de mucho tiempo a los finalistas de aquella Copa del Mundo en 2002. Sin siquiera dar tiempo a su rival, Brasil salió con toda de mano de un Dani Alves que lideró por derecha todas las embestidas de la Verdeamarelha. En solo 7 minutos, Richarlison cazaba un pase filtrado para vencer a Müller en su segundo remate. Era el inicio de una primera parte demoledora.
Alemania quedaba rota en el medio y sufría con Cunha, Claudinho y Anthony picando a las espaldas de sus volantes en cada contra. Lejos de poder reponerse, Die Mannschaft veía cómo en solo 8 minutos la diferencia se estiraba a tres tantos convertidos por un Richarlison que primero de cabeza y luego con un remate cruzado, sentenciaba las cosas en Tokio.
Un tardío despertar
Los germanos empezaron la segunda parte con algo más dominio, provocado en gran parte por el conservador ritmo de una Brasil que entendió que la tarea estaba hecha. A los 11 del complemento, un remate envenenado de Amiri daba esperanzas a una Alemania que nunca pudo sentirse dueña del encuentro.
Si bien un imponente cabezazo de Ragnar Ache puso algo de drama a la noche nipona, Brasil sabía que los tres puntos estaban al alcance de una contra. Tras algunos ataques fallados dentro del área germana, Paulinho se fue en largo, encaró a su marca y dejó estático a Müller con un bombazo a la escuadra que fue la perfecta definición de lo vivido en Tokio. La Verdeamarelha empieza con paso firme y ya tiene en el ojo a Costa de Marfil.