En rigor pasaron más de 50 años. Transcurrieron más de cinco décadas para que el Comité Olímpico Internacional (COI) dejara atrás la decisión de expulsar de por vida al campeón olímpico de 400 metros, el estadounidense Vince Matthews, por protestar durante el himno de su país en los Juegos de Múnich 1972 que continuaron pese a la masacre de atletas israelíes.
Mientras sonaba el himno de Estados Unidos, durante la ceremonia de entrega de medallas, Matthews y su compañero Wayne Collett, medalla de plata (tercero quedó el keniata Julius Sang), dieron una “exhibición repugnante”, tal como calificó Avery Brundage, presidente en ese entonces del COI.
Al día siguiente de la ceremonia, ambos atletas, ya expulsados, explicaron por qué hicieron lo que hicieron.“Durante tal vez seis o siete años, me he mantenido firme mientras se toca el himno, pero ya no puedo hacerlo con la conciencia tranquila tal como están las cosas en nuestro país”, explicó Collett. Y Matthews agregó: “La gente se pone firme y quiere que tú también te pongas firme y te olvides de las cosas que te rodean. Es imposible”.
Avery Brundage, un dirigente de dudosa reputación:
Las decisiones de Brundage contra Matthews y Collett no fueron las únicas disposiciones, como mínimo, polémicas del dirigente estadounidense. Brundage es el mismo, claro, que cuatro años antes había expulsado a Tommie Smith y John Carlos, en los Juegos de México 1968, cuando protestaron enfundando un guante negro (uno cada uno) en señal de protesta. Tiempos del Black Power que seguía vigente y exigía terminar con las cruentas injusticias raciales.
En Múnich 1972, Matthew se tomó la barba, cruzó los brazos y jugueteó con los pies, al tiempo que Collett se paró con sus brazos en la cintura. “El mundo entero vio el desagradable despliegue de sus dos atletas cuando recibieron las medallas de oro y plata en el evento de ayer de los 400 metros”, dijo Brundage, el mismo dirigente que durante los Juegos de Berlín 1936 defendió lo que para él era un leitmotiv impuesto por los poderosos de entonces. “Las Olimpíadas pertenecen a los atletas y no a los políticos”, se sicneró en más de una oportunidad. Además, Brundage aseguró que en sus repetidos viajes a Alemania había comprobado que no existía ningún tipo de discriminación contra los judíos. Las sinagogas, decía, estaban repletas. Sostuvo que la campaña contra Hitler no era más que una conspiración judeocomunista y tildó de agitadores antiamericanos a los promotores del boicot contra los Juegos Olímpicos de Hitler.
Sin dudas, un personaje de dudosa reputación por su notoria simpatía hacia “El Führer” y el nazismo. De hecho, los investigadores siempre sospecharon que tuviera vínculos con el Ku Klux Klan. En ese sentido, Ruth Solomon, la esposa de Jesse Owens (el héroe de Berlín), sostuvo que “ese tipo, Avery Brundage, quiso acabar con Jesse”. Años después, su hija Gloria, resumiría lo ocurrido en una frase: “La gente celebra con razón los éxitos de Jesse Owens como una victoria sobre Hitler. Pero los nazis también estaban en el atletismo estadounidense. Avery Brundage sencillamente no podía aceptar que Jesse, un hombre negro, le plantase cara”.
Ahora, 50 años después, Vince Matthews recibió un merecido perdón de la misma entidad que lo había marginado. Lo mismo debería haber ocurrido con Collett, quien no pudo recibir el desagravio ya que murió en 2010. En cambio, Matthews, a punto de cumplir 75 años (16 de diciembre de 1947), podrá asistir a futuros Juegos Olímpicos como símbolo de lucha y coraje contra la discriminación.