Después de todos los esfuerzos que Juventushizo en el Santiago Bernabéu, donde posiblemente haya disputado su mejor partido en toda la temporada, la tapa de todos los diarios del mundo se la volverá a llevar Cristiano Ronaldo.

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Así lo quiso el destino y un empujoncito arbitral que inventó, cuando ya se disputaba tiempo de descuento, el penal que puso al crack portugués en la delgada línea que separa al fracaso de la gloria.

Lo ganaba Juventus 3-0, igualando la serie que Real Madrid parecía haber liquidad en Turín, y Cristiano tenía sobre sus hombros la presión de convertir ese remate definitorio que tantos, hasta los mejores de la historia, han fallado alguna vez.

Ya no estaba Buffón custodiando los tres postes del equipo italiano, expulsado por su protesta desesperada ante la que tal vez sintió la mayor injusticia que le tocó vivir en su carrera.

Nada contó para Cristiano. Nada más que elegir el lugar en el que colocar su remate, que partió con determinación de su pierna derecha, que se clavó en el ángulo, que metió al Real Madrid en las semifinales de la Champions League… Que lo hizo, uno vez más, el gran protagonista de la historia.