Todavía se siente en la piel las sensaciones que despertó Marcos Rojo. Ese gol histórico, heroico, de película, fue uno de los más gritados en la historia del país. Revivió a todos. Levantó a un pueblo que estaba dormido.

La Selección Argentina se metió en octavos de final del Mundial de Rusia. Sí, cuando todos esperaban el golpe de nocaut se levantó para meter un derechazoinolvidable. Y es ahí donde se nos vienen las imágenes del gol, de la locura que se vivió, de las lágrimas de alegría que se derramaron.

Es que nada es fácil. Mucho menos para este grupo. Se llegó muy mal a Rusia, se jugó peor los dos primeros partidos y ayer se estuvo a sólo 5 minutos de volverse a casa con las manos vacías.

Hasta el sábado, todos dormirán. El sueño está más vivo que nunca. El conjunto de Jorge Sampaoli y Lionel Messise medirá ante la Selección de Francia, quien terminó primero en el Grupo C.

Se podrá ganar, se podrá perder, pero ahora sí les podemos asegurar que deberán temblar. ¿Por qué? Porque se despertó un gigante.

Ya no son 11 jugadores. Tampoco son los 23 convocados más el cuerpo técnico. Mucho menos los 50 mil que viajaron a Rusia. Ahora son 44 millones de enfermos que van detrás de un anhelo, detrás de ese oro que se levantó hace 32 años.

Argentina está más viva que nunca. Tiemblen.